
¿Qué significa ser comunista en Chile hoy?
Marxista y leninista, el PC Chileno nació hace más de un siglo con el propósito de hacer la revolución. Aún busca superar el neoliberalismo, pero en el marco democrático y con cambios graduales. Fernando Carmona, exjefe programático de Jeannette Jara; la diputada Daniela Serrano y el académico Alexis Cortés trazan el camino que busca el comunismo chileno.

A menudo, la filiación comunista es una tradición que se hereda en Chile. El economista Fernando Carmona es hijo del presidente del PC y forma parte del comité central del conglomerado. Fue el jefe programático de la candidatura de Jeannette Jara y en 2021 trabajó en la campaña de Daniel Jadue. Estudió en el Instituto Nacional, donde también se formó el sociólogo Alexis Cortés, nieto de detenido desaparecido. Exmiembro de la comisión experta, Cortés proviene de una familia comunista de la población La Victoria. A su vez, la diputada Daniela Serrano, expresidenta de la JJ.CC., creció en una familia militante de Maipú.
Todos ellos son destacados miembros del Partido Comunista Chileno, y a dos semanas del triunfo de Jeannette Jara en las primarias, reflexionan en torno a qué significa adherir al comunismo hoy en el país.
-Ser comunista en el siglo XXI tiene que ver con la certeza de que hay que producir cambios en todo orden, sociales, políticos, medioambientales, que permitan que todos puedan disfrutar de los beneficios del desarrollo de manera equitativa y sustentable -dice Fernando Carmona.
Fundado en 1922, el Partido Comunista Chileno es uno de los más longevos del país. Se formó en torno a los movimientos obreros de las primeras décadas del siglo XX, participó del gobierno de la Unidad Popular, fue perseguido por la dictadura y buscó derrocarla con la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Sobrevivió a la caída de la Unión Soviética y, tras participar del segundo gobierno de Michelle Bachelet, hoy forma parte del gobierno, cuenta con representación parlamentaria y su candidata tiene la oportunidad de alcanzar La Moneda.
En enero de este año, el PCCH realizó su Congreso XXVII y entre sus resoluciones confirmó su carácter antiimperialista, su vocación internacionalista, la defensa de los derechos humanos y su solidaridad con Cuba. También su misión de superar el neoliberalismo y buscar un nuevo modelo de desarrollo, así como una práctica democrática más participativa.
A su vez, planteó el fortalecimiento del partido a partir de sus principios históricos, “como el centralismo democrático, la unidad en la acción, la vigilancia revolucionaria, la disciplina consciente, el marxismo, el leninismo y el feminismo”.
rnan
¿Qué significa esa adhesión? ¿A qué tipo de sociedad aspira el comunismo chileno? ¿Cómo plantea superar el neoliberalismo? ¿Cuál sería el rol del Estado?
-Está la idea de que los comunistas queremos pasarle un rodillo a la sociedad y que todo sea lo mismo para todos, y no es así -dice Carmona, en un café del Paseo Bulnes.
El economista plantea que “el capitalismo necesita de altos niveles de desigualdad para seguir funcionando. Lo que uno busca es cerrar esas brechas de desigualdad. Y en la medida en que van disminuyendo esas brechas, la sociedad busca nuevas formas de organización, pero no es algo de arriba hacia abajo, sino una reorganización orgánica”.
En este sentido, afirma, no hay un plan o una guía general para la superación del capitalismo, sino que su objetivo es trabajar para ir reduciendo y eliminando las brechas de desigualdad.
Dos conceptos se repiten en sus palabras: respeto por la institucionalidad democrática y gradualidad en los cambios. Así, por ejemplo, el aumento en el salario mínimo anunciado por Jeannette Jara está pensado de ese modo.
-Este partido participó del primer gobierno que se declaró por el socialismo de manera democrática en Chile. Ese sello nunca lo hemos abandonado -asegura.
Desde Rabat, donde participa en el Foro Internacional de Sociología, Alexis Cortés, académico de la Universidad Alberto Hurtado, entrega su visión:
-Ser comunista implica apostar por soluciones colectivas, con democracia, con empoderamiento de los actores sociales, y por otro lado, supone la reivindicación de la idea del desarrollo, pero sobre todo un desarrollo alternativo que suponga justamente el bienestar material de la mayoría de la sociedad, en un contexto altamente desigual como el chileno -dice.
La diputada Daniela Serrano subraya también la idiosincrasia propia del comunismo local.
-Nosotros siempre hemos entendido que la disputa institucional es clave para el desarrollo de políticas estructurales, los mismos programas de gobierno, y eso lo hemos hecho desde el inicio hasta la fecha. Ser comunista en Chile significa ser comunista chileno, con nuestras particularidades y con nuestra política de alianzas -releva.
Estado social de derecho
-No hay que ser socialista para pensar que el Estado puede ser potenciador de la economía de un país -subraya Alexis Cortés.
Para el sociólogo, el Estado debería tener más capacidades regulatorias, distributivas y de estímulo de la actividad económica. Piensa también que el Estado podría desarrollar políticas de planificación a largo plazo.
-Los países que han dado el salto en el cambio de la matriz productiva lo han hecho otorgándole al Estado un rol como conductor del desarrollo. No quiere decir que sea el único mecanismo de crecimiento, sino que el Estado tiene que cumplir un papel en la medida en que hace la inversión necesaria para pasar de la lógica regresista a una lógica de alta inversión en tecnología, de producción de conocimiento.
En este sentido, dice, “el Estado tiene que ser un aliado y un socio estratégico de los privados”, con el fin de lograr un desarrollo sostenible que “tenga como horizonte el bienestar material de las personas y un bienestar social”.
-No creo que sea bueno un Estado que controla la economía -opina Fernando Carmona.
El economista sí es partidario de identificar áreas donde el Estado debería tener un rol preponderante, como las sanitarias, la salud y la educación. Preponderante, dice, pero no exclusivo.
-Lo que no puede suceder es que, en función de la cantidad de plata que tengo, mi hijo va a recibir una educación mejor o peor que otro. O sea, lo que no debiera suceder es que nuevamente estas estructuras de desigualdad se perpetúen en función de la riqueza de los padres.
En este sentido, apuestan también por un nuevo sistema de seguridad social, donde las AFP no desaparecen, pero dejan de ser el eje del sistema. “Si yo quiero recrear seguridad social, tengo que tener solidaridad. Y eso las AFP, que son seguros privados, no pueden darlo”, dice Carmona.
La diputada Daniela Serrano apunta también a que no buscan eliminar las grandes empresas ni un monopolio estatal, sino un mercado regulado y “un Estado con más protagonismo en la generación de riqueza en nuestro país”.
En cuanto a su rol social y garante de derechos, la aspiración es transitar desde un Estado subsidiario a un Estado democrático y social de derecho. “El Estado subsidiario les ha dado muchas facilidades a las empresas y ha descuidado las necesidades de las personas, como ocurre en la salud, por ejemplo”, dice Serrano.
-Tenemos un Estado democrático, una democracia de baja intensidad, pero no tenemos un Estado social, no tenemos un Estado que garantice derechos. Y esta fue una idea que logró consenso en los procesos constitucionales -apunta Alexis Cortés.
Respecto de la participación democrática, en el PC creen que hay que ampliar los canales o lograr una participación efectiva.
-Nosotros pensamos que la superación del capitalismo tiene que venir acompañada con la profundización de los espacios democráticos. No se trata de un asambleísmo plano, sino que los organismos de la sociedad civil intermedia tengan algún nivel de toma de decisión sobre el resto de los espacios de la democracia, de manera que sean vinculantes. Claro, no va a ser una junta de vecinos la que tome la decisión sobre el presupuesto nacional, pero sí puede definir que en una plaza conviene arbolar más o poner juegos -afirma Carmona.
China y el socialismo a la chilena
En el Congreso celebrado en enero, el PC acordó fortalecer las relaciones con China, hoy convertida en la nueva potencia mundial. El modelo chino, un sistema de capitalismo estatal, autoritario, sin libertades políticas, ¿es una referencia para los comunistas chilenos?
-Yo desconozco por qué China no tiene elecciones democráticas. Quizás funciona súper bien, pero creo que en Chile eso no funcionaría -dice Fernando Carmona.
El economista reconoce que el capitalismo estatal chino, basado en planes quinquenales, ha sido exitoso. “Pero dudo que funcione en Chile. Uno no puede importar modelos solo porque funcionan en otro país, porque hay una parte idiosincrática que uno tiene que considerar, si no la cuestión fracasa muy rápido”.

En este sentido, y salvando las diferencias culturales y sociales, Carmona cree que un modelo similar al de los países nórdicos sería más adaptable a nuestro medio.
-Me parece más razonable lo que hacen ellos, porque combinan democracia, protección social, impulso a la industria privada, pero resguardando industrias que tienen que ser del ámbito público, porque las necesitamos para sobrevivir y para desarrollarnos.
Del mismo modo, Alexis Cortés valora el explosivo crecimiento económico que ha experimentado China, que ha logrado sacar a millones de personas de la pobreza, pero apunta que las libertades políticas son intransables:
-Nosotros no imaginamos una sociedad más igualitaria, con más bienestar, sin el respeto de la institucionalidad democrática y, por lo tanto, de todos los derechos individuales.
Para la diputada Daniela Serrano, más allá de los modelos europeos o asiáticos, el comunismo chileno tiene que ser fiel a sus tradiciones y a su perfil criollo.
-Nosotros tenemos que construir un modelo a la chilena, con nuestras capacidades y con nuestras propias características. Más que mirar otros modelos, yo me concentraría principalmente en cómo vamos a ampliar las capacidades del Estado, no tan solo en la cobertura de necesidades, sino también en el desarrollo económico.
Marxismo-leninismo
La experiencia histórica, que vio derrumbarse a la Unión Soviética y las dictaduras comunistas, sugiere que la teoría del marxismo-leninismo bien podría ser una reliquia de la era de las grandes utopías. Pero los comunistas chilenos aún adscriben a ella. ¿Qué significa ser marxista-leninista en el siglo XXI?
Fernando Carmona dice que lo que valora del marxismo es “esta idea de que las desigualdades dentro del modelo capitalista no son efectos indeseados, sino que son una condición estructural. Y bajo esa idea lo que uno tiene que hacer para avanzar a otro tipo de sociedad es ir cerrando desigualdades, y ese proceso va ir dando forma a lo que viene después, que nadie sabe cómo sería”.
Y el leninismo se refiere a la organización propia del partido, dice: “Somos leninistas en nuestra forma de organización. Y eso lo que plantea básicamente es que las orgánicas políticas están siempre en revisión y dependen de la situación que enfrenten”.
En este sentido, destaca que “no todos los partidos leninistas tendrán que funcionar iguales, no todas las sociedades son las mismas, no todas las soluciones son las mismas y los momentos políticos cambian. Alguien me preguntaba ¿por qué el programa de Jeannette Jara no propone lo mismo que el de Jadue? Porque son condiciones políticas distintas. Si no sería súper fácil, hago un manual y frente a todas estas decisiones posibles está la respuesta y me retiro a la casa”.
En la misma dirección, la diputada Daniela Serrano dice que el marxismo y el leninismo son herramientas de análisis que les permiten reconocer que los trabajadores y trabajadoras son los sujetos de los cambios sociales. También construir un partido con mayor incidencia popular y espíritu colectivo.
-El leninismo es la principal fuente de la cultura organizacional del PC -complementa Alexis Cortés-. Es una teoría de la organización del partido para cumplir sus objetivos políticos. Por ejemplo, el principio de libertad en la discusión pero unidad en la acción. O lo de la disciplina consciente. Lo que se busca es incrementar la capacidad para ser efectivos con nuestras políticas. Son principios organizativos, no una estrategia -agrega.
¿Y la revolución?
-La palabra revolución como que viene adosada necesariamente a un acto de violencia. Y nosotros defendemos la idea de que se pueden hacer transformaciones en el marco de la democracia, sin romperla -dice Carmona.
El economista vuelve a citar la gradualidad. Y dice que hay que evitar empujar más cambios de los que se pueden hacer. En este sentido, y aunque votó Apruebo, critica el trabajo de la Convención Constituyente, porque fue más allá de lo que la sociedad pedía y esperaba.
–Hicieron cambios que nadie les pidió y que no tenían sentido social. Nosotros como partido tuvimos que hacer esa lectura. Somos un partido revolucionario, sí, pero con plena conciencia de que los cambios deben hacerse en el marco de la democracia y dentro de las posibilidades reales de la sociedad. Uno puede empujar los límites, pero no todos al mismo tiempo, y menos si no construyo legitimidad. Avanzar en los marcos democráticos es más lento, es más difícil, requiere más capacidades, más convicciones, y también requiere que uno pueda estar más presente abajo, con las juntas de vecinos, con los allegados, para saber cuáles son las demandas que más sienten ellos, cuáles son las brechas de desigualdad que ellos quieren cerrar.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.