Política

Última Cuenta Pública: Boric activa la recta final de su gobierno

En una semana más el Presidente estará a menos de 300 días de abandonar La Moneda. Por eso su discurso ante el Congreso pleno ya no estará enfocado en grandes anuncios, sino que en cosechar lo logrado. Junto con eso, de a poco La Moneda irá delineando cuál será la impronta del primer gobierno frenteamplista.

marcelo segura

El lunes 19, a poco menos de 300 días para abandonar La Moneda, el Mandatario Gabriel Boric dio la primera señal de que ya está pensando en lo que será su vida cuando termine su mandato y se transforme en el expresidente de la República número 34.

“Me voy a ir a vivir a San Miguel en un tiempo más”, anunció en pleno lanzamiento de la plataforma digital Ventanilla Única Social. Pese a que no dio detalles, su plan para abandonar el barrio Yungay y mudarse con su pareja, Paula Carrasco, hasta el sector de El Llano se concretará a partir del próximo año.

Episodios como ese son claros gestos de que el gobierno se ha ido sumergiendo en su recta final y ya está atravesando los descuentos de lo que será la primera administración frenteamplista en la historia de Chile.

Entremedio del nerviosismo de un padre primerizo -que tendrá a Violeta, su primogénita, en los próximos días-, Boric ha tenido que conciliar el término del embarazo de su pareja con la preparación de lo que será su última Cuenta Pública.

En Palacio comentan que el tiempo de los anuncios ya pasó y el gobierno está enfocado en cosechar los brotes de los logros conseguidos en estos más de tres años. Y ese ejercicio, inevitablemente, implica ir dibujando cuál será la impronta de la administración Boric.

Si el gobierno del expresidente Patricio Aylwin pasó a la historia como el del reencuentro con la democracia; el de Eduardo Frei fue la apertura de Chile al mundo; Ricardo Lagos modernizó al Estado y exorcizó el paso de la izquierda al poder; Michelle Bachelet I fue la instalación de una red de protección social; Sebastián Piñera I fue la conquista de la derecha al poder y la irrupción de un discurso pro clase media; Bachelet II fue el gobierno de las grandes reformas, y Piñera II fue la salida institucional al estallido social y la gestión exitosa de la peor pandemia de los últimos 100 años, paulatinamente en la alianza de gobierno se ha ido instalando la pregunta sobre cuál será la impronta del mandato de Boric.

Un gobierno de acuerdos

Lo primero que se encargan de transmitir en el mundo del Frente Amplio (FA) es que este no es el gobierno que alguna vez se imaginaron en diciembre de 2021.

El fin de la efervescencia que dejó el estallido social en las huestes frenteamplistas y la traumática derrota del 4-S en 2022 los forzó a dar un golpe de timón y orientar el gobierno hacia un nuevo destino. A ese contexto, a juicio del FA, hay que agregar dos elementos: la minoría parlamentaria y una “oposición sin voluntad para llegar a acuerdos en materias importantes”.

A todo eso se añaden los muchos y seguidos tropiezos de una gestión que estuvo llena de ripios, con un constante cuestionamiento a una generación que, a juicio de ciertas voces más críticas del Socialismo Democrático, hizo gala de cierta frivolidad al momento de administrar la más alta magistratura.

Haber cambiado sus banderas originales por nuevas prioridades ciudadanas, como la seguridad pública, no fue lo único que remeció los cimientos frenteamplistas. El gobierno, además, tuvo que asumir el desplome de sus principales liderazgos, todos salpicados por grandes escándalos de corrupción.

MARIO TELLEZ

Así fue como dos de sus mayores promesas -Giorgio Jackson (FA) y Miguel Crispi (FA)- tuvieron que dar un paso al costado. El primero bajo la presión de la derecha por su vinculación en el caso Democracia Viva, y el segundo desgastado por el bochorno de la fallida compra de la casa del expresidente Salvador Allende, su eventual responsabilidad en la causa de Democracia Viva y entremedio de un pinchazo a su celular por ser imputado en el caso ProCultura.

Por ello, el balance tiene mucha amargura en su sabor.

Si bien en los primeros años Boric fue enfático en que su equipo no hiciera comparaciones con la administración anterior, ahora la instrucción es lucir cómo fue que recibieron el país y cómo lo están entregando. Además, en su discurso el Mandatario no dudará en interpelar directamente a la oposición por todos los avances que se vieron truncados por culpa de su minoría en el Congreso.

Con ese escenario de fondo, una fuente vinculada al gobierno destaca que esta administración está llegando a su fin “entendiendo de mucho mejor manera al pueblo que le tocó gobernar”.

Ese entendimiento vino aparejado de “aprendizajes propios del ejercicio de poder” que hizo que el FA valorara algo que siempre miró con recelo: las reformas graduales y el pragmatismo.

Sin embargo, lo que más se repite es el hecho de que el gobierno de Boric terminará con un fuerte sello a favor de los acuerdos. “En un contexto político de estridencias y polarización, el Presidente nunca dudó y siempre optó por los grandes acuerdos”, dice una fuente del gobierno.

La voluntad presidencial -señalan las mismas fuentes- se tradujo en acuerdos para impulsar la agenda legislativa de seguridad más ambiciosa desde el retorno a la democracia, sin “caer en la deriva autoritaria”; una reforma previsional que se veía imposible, y una agenda por la paz en la Macrozona Sur para dar solución al conflicto del Estado con el pueblo mapuche.

Otra fuente del gobierno -con evidente entusiasmo- lo resume así: “Pasará a la historia como un gobierno que superó el pesimismo que quiso instalar la oposición para desarrollar respuestas con sentido de urgencia y políticas públicas efectivas a través de una agenda de justicia social que no erosionó el Estado, sino que lo amplió y fortaleció”.

Para ejemplificar esa idea, el FA saca del bolsillo una lista que recitan de memoria como un mantra: sueldo mínimo que supera los $ 500 mil, control de la inflación, ley integral contra la violencia hacia las mujeres, copago cero, estrategia nacional del litio, royalty minero, conciliación entre la vida familiar y laboral, 40 horas, pago efectivo de pensiones, sistema nacional de cuidados, solución de la deuda histórica de los profesores y la reforma previsional, la joya de la corona. “Lo mejor sin lugar a dudas es la reforma de pensiones”, admitió Boric en marzo en una entrevista con La Prensa Austral.

A juicio del sociólogo Eugenio Tironi -quien en más de una ocasión ha sido orejero del Mandatario-, el fin del ciclo de Boric se enmarcará en la proyección que pueda consolidar la generación que logró conquistar La Moneda en tiempo récord: “El gobierno de Boric será recordado como uno que sacó a la democracia chilena de la UTI a través de un proceso traumático que implicó hacerse cargo del desenlace de los procesos constitucionales. Además, se recordará como un gobierno que selló el proceso de incorporación plena al poder de una generación disruptiva e impugnadora, a la lógica de un sistema democrático donde convive el rol del Estado con un mercado muy fuerte”.

Pero como todo gobierno, junto con las luces hay varias sombras y eso último es lo que resiente la base de apoyo del Presidente. Fuentes del FA y de La Moneda no dudan en reconocer en privado que en ese segmento hay frustración por no haber conseguido “mayores transformaciones sociales”.

Foto de Macarena Energici / Cedida por el Frente Amplio

Los más frustrados no olvidan que prometieron redistribuir la riqueza, pero se tuvieron que conformar con una reforma tributaria que ni siquiera pudo pasar la idea de legislar en la Cámara. O que se iba a cambiar el modelo de las isapres, pero se terminó legislando un salvataje de último minuto. O que iban a sellar el término de las AFP, pero terminaron legitimando ese modelo. O incluso que saldrán de La Moneda cargando a sus espaldas con el récord de haber instalado el estado de excepción más largo en la historia de Chile.

La última obsesión de Boric

Un punto crucial que se tomará los últimos meses de Boric será su obsesión con dejar como legado político una coalición de izquierda progresista que pueda dar continuidad a lo que unió a su gobierno, es decir, el mundo de la centroizquierda del Socialismo Democrático con el mundo de la izquierda del FA y el PC. “Espero que podamos formar una coalición de largo plazo para un proyecto progresista”, reconoció él mismo hace un año.

El problema radica en que ese deseo, según dirigentes de la alianza de gobierno, solo se ha quedado en un anhelo presidencial, pero no se ha visto reflejado en avances concretos. Y la convivencia interna no parece ser la mejor.

El sector es el único que competirá en una primaria, de la cual hay solo dos candidatos orgullosos de dar continuidad al gobierno de Boric -Gonzalo Winter (FA) y Jeannette Jara (PC)- y una candidata, la exministra del Interior Carolina Tohá (PPD), quien se encarga constantemente de dejar en claro que no será una continuista del legado de Boric.

DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

De hecho, ganar esta elección no solo es clave para disputar la primera vuelta, sino que también para ser quien logre posicionarse con mayor fuerza para dirigir ese proceso de consolidación de una gran coalición.

El deseo de armar una coalición es la razón por la cual cuando Boric deje La Moneda, su figura buscará posicionarse por sobre la de la expresidenta Bachelet para transformarse en el gran factótum de la unidad de la izquierda.

Por eso en el gobierno son varios los ministros que comentan que cuando Boric termine su mandato, con apenas 40 años, junto con dedicarse a su vida de padre de una hija que tendrá menos de un año, comenzará a consolidar su figura como bisagra de la izquierda chilena, alguien que sea capaz de darles cauce a las tres almas de su administración, las que durante estos años solo han permanecido unidas por la inercia que genera el peso de administrar el gobierno, pero que una vez acabado este mandato amenaza con disolverse rápidamente.

PEDRO PARDO

Eso mismo irá acompañado de un reforzamiento de su liderazgo internacional en medio de la crisis del multilateralismo a nivel global.

Por lo mismo el gobierno ya está trabajando en su despliegue internacional para la última etapa de su administración. De hecho, fuentes de La Moneda cuentan que si el primer año el discurso internacional estuvo enfocado en derechos humanos y derechos sociales, ahora estará centrado con mucha fuerza en temas de inversión, crecimiento y guerra comercial.

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