Cristián Larroulet y el crecimiento en este gobierno: "Creo que nos quedaremos en un 3%. Si nos conformamos, es mediocridad"
Cristián Larroulet retornó al mundo académico. Como director de investigación de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo comenta la encrucijada que observa en la economía chilena. Le preocupa la famosa “trampa” de los países de ingresos medios y cree que Chile está caminando decididamente hacia ese agujero negro.
¿Cuál es esa trampa?: "Si uno mira la evidencia mundial en un período extenso y observa qué país emergente (con US$ 15 mil per cápita) llega a ser desarrollado, son muy pocos, contados con los dedos de una mano los que cruzan el umbral del desarrollo de US$ 26 mil per cápita (pc). Por eso se habla de la trampa. Se ha investigado mucho sobre las causas de por qué, estando bien encaminados, se alejan de la meta. Argentina es el ejemplo clásico del siglo XX cuando estaba entre las 10 economías con mayor ingreso per cápita del mundo a principios de siglo, y hoy está más abajo que Chile".
¿Por qué ocurre, dónde está la trampa?
Se dan tres fenómenos. Primero, pierden fuerza las reformas necesarias para lograr el desarrollo, de alguna manera los países y gobiernos se confían, y creen que las causas del crecimiento llegan automáticamente. Segundo, se desconoce que el proceso de crecimiento es de largo plazo y no se debe cejar nunca de hacer reformas microeconómicas que aumenten la productividad. Y tercero, la sociedad muchas veces cree que ya alcanzó el desarrollo y por tanto cree que se puede “dar lujos”.
¿Y Chile corre ese peligro?
En general las sociedades se olvidan de que los recursos son limitados y el ejemplo clásico en Chile hoy es la gratuidad en la educación superior, cuando toda la evidencia científica dice que la prioridad para el crecimiento y la distribución del ingreso es la educación preescolar. ¿Es razonable gastarse US$ 4 mil millones en dar gratuidad universitaria cuando no se ha completado la cobertura en preescolar? Típico ejemplo de trampa.
¿Un reflejo de este exceso de confianza es el deterioro de la posición de Chile en el ranking Doing Business?
En el nivel relativo nos hemos deteriorado porque en el mundo se compite; es como una carrera de bicicletas, si dejo de pedalear me pasan otros y es lo que nos acaba de pasar con este ranking.
¿Y el país tendrá que acostumbrarse a esta posición menor? Esta es como la primera lección de humildad.
Se puede estar primero en los rankings, pero no por eso ser soberbio. De alguna manera esa es parte de la trampa: si me acostumbro me voy relajando, y no estoy tomando conciencia de que debo andar más rápido todavía, no tenemos que ser autocomplacientes con las reformas microeconómicas.
Entonces, ¿Chile ya cayó en la trampa?
Veo riesgo de que está cayendo en esa trampa porque parte importante de las reformas que se están debatiendo hoy día ponen en juego valores e instituciones que son fundamentales.
¿Cuáles son esos valores fundamentales?
El derecho de propiedad, la constante denostación al objetivo de obtener utilidades que es parte del círculo virtuoso del crecimiento; y no darle más responsabilidad al sector privado, como permitir su ingreso a Enap, Codelco y Enami. Acá tenemos una torta y estamos preocupados de cómo repartirla, pero corremos el riesgo de que la torta deje de crecer.
Pero el repartir la torta va ligado con que la sociedad demanda más bienes, ¿son contradictorios ambos objetivos?
Los chilenos aspiran a mejores condiciones de vida y a una sociedad más justa, y ambos objetivos pueden conversar, pero cuando se cae en la trampa no se enfatiza en paralelo el crecimiento y eso está pasando. El país está creciendo menos y tiene menos ingresos fiscales para políticas sociales, entonces la torta queda del mismo tamaño; el trabajo es hacer crecer la torta.
El ministro de Hacienda, Alberto Arenas, aseguró que al final de la década el país tendría el PIB per cápita de los desarrollados, ¿es plausible?
No. Con una tasa de crecimiento 2014 en torno al 2% no estamos convergiendo a ese objetivo. Si creciéramos a 5%, que en este gobierno no va a ocurrir, sí podríamos a fines de la década tener el ingreso per cápita de los países más pobres de los desarrollados. Pero si nos vamos a quedar en torno a un 2% no vamos a llegar. Tenemos que seguir andando en bicicleta, no podemos detenernos y veo con preocupación que eso está ocurriendo.
¿Cuál es la receta de los países que han dado el salto?
Hay distintas teorías. Donde hay más acuerdo es que la diferencia está dada por la construcción de instituciones y reglas del juego.
Pero en eso Chile ha avanzado bastante camino.
Sí, tiene fortalezas muy importantes: una economía social de mercado; una Constitución que defiende instituciones fundamentales como el derecho de propiedad; autonomía del Banco Central; una política fiscal seria basada en una regla; hay apertura con Tratados de Libre Comercio con más de 60 países; somos un país legalista, respetuoso del Estado de derecho. Estas son instituciones muy sanas y un activo importante, pero no nos tiene que llevar a la autocomplacencia. Ese es mi llamado, nos falta mucho en reglas microeconómicas.
¿Cuándo Chile se quedó dormido y no siguió avanzando en cambios estructurales?
Los estudios muestran que en productividad estamos estancados hace 10 años, quizás lo último importante fueron las concesiones en obras públicas. En el gobierno pasado pusimos una agenda, pero no bastan 4 años. La clave en las reformas micro es que no hay una bala de plata, sino que hay varias y deben ser todas coherentes, ir en una sola dirección. Hay que tener conciencia que políticamente no es fácil hacerlas, siempre hay grupos de interés que se oponen.
Pero todos esos pasos son pequeños, porque nadie puede creer que por una micro reforma se avance 1 punto de crecimiento. ¿No quedan reformas grandes por acometer?
Lo importante es que hay que dar los pasos en un todo coherente; por ejemplo, avanzar en cambios a los notarios, en modernización del Estado. Hay que tener mucha firmeza, claridad, porque como son reformar pequeñas con muchos intereses opuestos, se requiere un liderazgo importante del gobierno para llegar a consensos. Mi llamado hoy es a que retomemos con fuerza una agenda de reformas microeconómicas y que no retrocedamos en instituciones fundamentales.
¿Y la agenda de Productividad camina en esa línea?
Creo que le falta filo y profundidad. Esa agenda comparada no compensa el deterioro de la otra. Cuando tengo una agenda de 7 reformas estructurales que cuestionan instituciones fundamentales del crecimiento, que genera incertidumbre en el sector privado, la otra es un poquitito.
¿Cómo evalúa al ministro Arenas?
Hace 12 meses la proyección de crecimiento del Banco Central para 2014 era entre 4 y 5%, hoy está dos puntos menos, y eso es un mal resultado desde el punto de vista general y de las finanzas públicas, porque significan más de US$ 1.000 millones de menores ingresos. Ahora el ministro Arenas ha dicho que presentará una agenda para destrabar inversiones, eso me parece importante y espero que tenga mucha profundidad y la saque adelante, porque llevamos 7 meses en que hemos retrocedido y tenemos que recuperar el tiempo perdido; y no queda otra que volver a impulsar reformas en favor de la inversión y la productividad y despejar las dudas frente a los temas fundamentales.
¿Cree en su cambio de discurso?
Creo que el ministro Arenas ha aprendido en estos meses. No esperó el impacto que tuvo la reforma tributaria, y está muy convencido de la necesidad de impulsar un conjunto de reformas sólidas, con fuerza para que haya crecimiento. Noto un cambio y tengo mucho optimismo en ese cambio, ha dado las señales.
Algunos sostienen que la confianza se recuperaría con un cambio de ministro, ¿lo comparte?
Creo que la señal de cambio es una señal peor. Se requiere un firme respaldo de la Presidenta a una agenda de crecimiento. Acá tenemos una institucionalidad que le da la conducción económica al ministro de Hacienda y confío más en esa institucionalidad que en temas puntuales.
En el FMI se está hablando de mediocridad en el crecimiento mundial, ¿cómo ve a Chile?
Si uno mira la trayectoria de Chile es un ejemplo de cómo crecer. En este contexto internacional de incertidumbre y mediocridad, ¿qué tenemos que hacer, debilitar esas instituciones, debilitar el derecho de propiedad? Al revés, hay que fortalecerlas y estoy preocupado porque no veo señales en esa dirección.
¿Con estas señales que observa Chile también estaría en la mediocridad?
En un momento en que en el mundo se habla de mediocridad nosotros tenemos que hacer exactamente todo lo contrario: destacar por crecimiento, y no lo estamos haciendo. Si nos conformamos con un 3% es mediocridad. En Chile no hay ninguna razón para no aspirar, haciendo la pega con reformas, a crecer entre 5 y 6%. Sí podemos.
¿Coincide con la estimación del gobierno de un 3,9% promedio de crecimiento en estos cuatro años de la Presidenta Bachelet?
Si no hay un cambio profundo en reformas como las que han caracterizado a Chile y le han permitido crecimiento, más emprendimiento, más productividad, no lo veo posible de alcanzar.
¿Y dónde lo ve, en la meseta del 2%?
Creo que nos vamos a quedar en la del 3%. Y ojo que los Consensus están acercándose más a esa cifra.
“Peros” a la reforma laboral
“En lo que está trabajando el ministerio no pueden dejar de estar la capacitación, aumentar las facilidades para el trabajo de mujeres y hombres, y la indemnización por años de servicio. Veo titularidad que es un atentado a la libertad sindical, y veo el no reemplazo que es un atentado al derecho de propiedad de la empresa y a los consumidores”.
Pero Chile es el único que tiene reemplazo y la OIT señala que atenta contra los derechos de los trabajadores. ¿Por qué oponerse tanto a su término?
Me preocupa un tema central, más profundo todavía. Es que la empresa entendida como los empresarios y los trabajadores, tiene una responsabilidad social principal que es producir bienes y servicios para los consumidores, y si en un momento determinado no hay reemplazo y se paraliza, se deja de cumplir esa responsabilidad central.
Caso pollos: “No ayuda al prestigio empresarial”
¿Qué sensación tuvo frente a la confirmación de colusión en el mercado de los pollos?
Sentí, dada la mirada de que los países progresan cuando tienen instituciones fuertes, que tenemos buena institucionalidad de libre competencia que otorga tranquilidad a los consumidores. No ayuda, por supuesto, al prestigio del sector empresarial.
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