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El Estado Islámico y la economía

El Estado Islámico de Irak y Siria, recientemente establecido como un califato en parte de dichos territorios, mediante la acción yihadista de un sector fundamentalista integrista del Islam, para algunos sunita (en lucha con los chiítas) o wahabista (corriente sunita del siglo XVII más purista y que adoptó Arabia Saudita), ha ido ganado terreno no solo en el Medio Oriente, sino también en el norte de África y en algunos países del sudeste asiático que tienen poblaciones musulmanes (Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur), no todas ellas fundamentalistas, pero con algunos focos independentistas.

Al carecer de fronteras definidas el califato, al tener Isis una visión apocalíptica del mundo, al establecer una yihad contra todos aquellos no sunitas (occidentales y no occidentales, y todos los que no siguen la sharia o ley islámica en su más estricta interpretación), estamos frente a un grupo terrorista fundamentalista que no solo tiene pretensiones religiosas, sino también políticas y geopolíticas, apoderándose de centros estratégicos de abastecimiento de energía, cruciales para el mundo.

Isis es un fenómeno de largo plazo por sus pretensiones globales, no solo en cuanto a reclutamiento de jóvenes de todas partes del mundo -algunos desencantados con la pérdida de raíces de Occidente- sino también en cuanto a sus pretensiones territoriales: el Levante y más allá, donde la inestabilidad política, las crisis económicas, la pobreza, más el rechazo a la acción de EEUU en Medio Oriente y la introducción de valores diferentes, han favorecido su penetración.

Así entendido, el Estado Islámico tiene y puede tener efectos políticos (suplantar a los fallidos gobiernos que dejó la primavera árabe, llenando vacíos políticos y la incapacidad de los gobiernos de unir a sunitas y chiítas ), sociales (dan bienestar a poblaciones pobres en África y otros lugares), culturales (implantar la sharia o ley islámica en su interpretación más estricta, matando a musulmanes no sunitas, a cristianos en Irak y otros países y a occidentales, incluyendo a aliados de EEUU) y económicos.

En lo que se refiere a efectos económicos, la guerra entre Siria, el surgimiento y propagación de Isis ha producido los daños humanos y económicos de toda guerra: familias desunidas, muertes con métodos crueles, refugiados que huyeron a países menos afectados, pero no por ello libres de la acción de Isis, como el Líbano, Jordania y Turquía. Estos, aun cuando se han visto beneficiados por la llegada de refugiados, como reporta el Banco Mundial (por el aumento del consumo, de inversiones y oferta de trabajo), también han sido afectados en sus condiciones de vida.

En Siria e Irak, los países más afectados, también en Egipto, el reporte del Banco Mundial señala que ha disminuido la fuerza laboral con las muertes y el éxodo de refugiados, ha aumentado el costo para hacer negocios, se han destruido infraestructuras y la productividad ha disminuido. A nivel regional, el acuerdo firmado en 2010, por el Cuarteto del Levante, que propiciaba profundizar los lazos interregionales, quedó en nada.

En Siria, se han visto afectadas la propiedad y las tierras, en tanto en el Líbano y Turquía, por la llegada de refugiados, se han valorizado las propiedades y los negocios, pero los precios han subido.

En un plano mundial, la acción terrorista y destructiva de Isis, al tomar control de ciudades clave, afectaría el acceso a centros importantes de abastecimiento energético para Occidente y el mundo. El shock de precios del petróleo impactaría negativamente en los países importadores de petróleo y presionaría la devaluación de sus monedas, encareciendo el costo de los insumos en las cadenas de producción.

Para Chile, que depende de las exportaciones de cobre a China, no es indiferente lo que suceda en dicha potencia económica. Si bien China tiene energía, necesita para su desarrollo importar el 60% de su petróleo, y por cada dólar de incremento del crudo, su crecimiento se vería dañado en -0,2%. India se vería igualmente afectada, dos países con los que Chile tiene lazos exportadores importantes.

No es exagerado afirmar que el mundo está entrando por esta vía en una inseguridad e inestabilidad permanentes, que podrían acelerar la inflación mundial, más aún si Isis avanza por todo Irak.

Si bien podría calificarse a Isis como “un Estado loco” (Y. Droor), que cuenta con cuantiosos recursos, está afectando vidas humanas y por su estructura horizontal (a diferencia de Al Qaeda, que era más vertical), será difícil combatir sus liderazgos, que son muchos. La estrategia aérea de EEUU pareciera insuficiente y Naciones Unidas requiere de acciones más decididas.

En el contexto anterior, Chile deberá acelerar la diversificación de su matriz energética, para no depender del petróleo y pensar en alternativas energéticas más pragmáticas, preparando recursos humanos calificados. También estudiar la posibilidad que lleguen a Chile más refugiados y su impacto en la sociedad y economía.

*La autora es analista internacional (neghmee@gmail.com).

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