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El vino chileno también tiene origen francés

En mi anterior columna relaté brevemente el origen del vino chileno, explicando que tiene una raigambre española y adelantando que, avanzados algunos años, recibimos también mucha influencia francesa.

Al hablar de la última, me refiero específicamente a aquella proveniente de la zona de Burdeos, influencia que arribó a Chile unos 200 años después de la fundación vitivinícola de los españoles.

Como les comentaba, a mediados del siglo XIX la producción de vino se concentraba en el "sur de Chile", entre Curicó y Concepción, y con bastante éxito. Sin embargo, con el auge minero de la época se hizo costumbre para muchas familias adineradas de Santiago ir a pasar largas temporadas a Francia. Esto les permitió conocer la magnificencia de los chateaux (palacete de campo) de Burdeos, justo cuando estaban en su clímax, antes de la epidemia de la Filoxera que mató sus parras.

Por esa razón, algunas de estas familia decidieron plantar con viñedos sus propiedades ubicadas en las cercanías del Santiago de la época (hoy en día, muchas de ellas absorbidas por la ciudad). Con estos fines importaron cepas directamente desde Burdeos, tales como el Cabernet  Sauvignon, Cabernet Franc, Malbec, Merlot (muy mezclado en las parras con Carmenere). También cepas blancas, como el Semillón.

Además de las variedades, los enólogos chilenos no tardaron en replicar las técnicas de cultivo francesas en espalderas (algo totalmente nuevo para Chile), así como las de vinificación y manejo de bodegas del Burdeos tradicional. Llámese astucia o simple coincidencia - aunque también influyeron las buenas condiciones climáticas-, pero estos nuevos viñedos plantados en la zona que va desde Santiago hacia Los Andes, entrados ya en el valle del río Maipo, dieron excelentes resultados. Desde entonces proviene la fama de los vinos del Maipo, especialmente el Cabernet Sauvignon.

Con el paso del tiempo - y sobre todo  en la segunda mitad del siglo XX - fue esta zona del Maipo la que robo protagonismo al viñedo sureño y dio vida a los "grandes vinos de cepas nobles" o francesas, que abundan en nuestro país.

Es así que nuestros abuelos y padres fueron asimilando esta tradición y dejando de lado la de los vinos españoles, los del sur. Es así cómo el Cabernet se transformó en la reina de las cepas de Chile.P   

(*) Gerente Viña De Martino. Wine MBA Bordeaux Management School.

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