IFRS y el riesgo de contraparte
Después de la crisis subprime que comenzó el 2007 experimentamos que los bancos internacionales globales sí podían quebrar (como Lehman Brothers). Esto afectó el mercado de derivados en diferentes direcciones: se discutió la idea de "regular" más el mercado over the counter o fuera de bolsa, creando una suerte de clearing houses para el mercado OTC, se cuestionó el uso de benchmarks históricos como la LIBOR (manipulaciones en sus fixings) y así sucesivamente.
Uno de los cambios más importantes en la valorización de instrumentos derivados fue la inclusión, tanto de la posibilidad de que nuestra contraparte en los contratos de derivados no lo honre, como la posibilidad de que nosotros como empresa no lo honremos por estar en proceso de quiebra o similar. Al primero se le llama CVA ("Credit Value Adjustment") y al segundo DVA ("Debit Value Adjustment"). Por ejemplo, si nuestra empresa tiene un contrato swap con un cierto banco como contraparte, el valor justo del contrato se debe ajustar por estos conceptos. El CVA disminuye el valor del contrato mientras que el DVA lo aumenta, por lo que lo importante para el ajuste es el neto de ambos.
A partir del 1 de enero de 2013 comenzó a regir de forma obligatoria IFRS 13. Esta norma contable nos obliga a incluir el riesgo de contraparte en la valorización de nuestros contratos de derivados, incluyendo de esta forma la posibilidad de quiebra de ambas partes. Esta medida, a nuestro juicio, permite reflejar en los estados financieros el real valor de estos contratos y así permitir a los analistas y/o inversionistas una mejor toma en las decisiones de inversión.
Las metodologías más usadas en el cálculo de estos conceptos son el ajuste en las tasas de descuento y el método de simulación de Montecarlo. Teóricamente este último es el que mejor refleja la interacción entre las variables de mercado que afectan el valor de los derivados y la probabilidad de incumplimiento o default.
Finalmente, estas medidas van en la dirección correcta para desarrollar un mercado de derivados más transparente, promocionando el buen uso de éstos y mitigando el riesgo de sorpresas inesperadas en el valor de los mismos.
(*) El autor es socio de Netgociando Risk Management.
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