La libertad de expresión en Chile

Tras los ataques a la revista satírica Charlie Hebdo en Francia y posteriores acciones terroristas, todo el mundo se ha unido en torno a la libertad de expresión, definida como derecho fundamental o derecho humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, también ratificado por las constituciones de países democráticos. De ella se deriva la libertad de imprenta, también llamada libertad de prensa. Ciertamente, todos los ciudadanos tenemos derecho a opinar libremente lo que pensamos respecto de distintas materias, siempre, sin caer en la amenaza o el insulto.
Mi sensación es que en Chile no hay libertad de expresión, principalmente por los altos costos personales que pagan quienes escriben, en una sociedad sesgada y poco tolerante a lo que piensan quienes no apoyan al Gobierno actual.
Chile transitó desde el Gobierno militar hacia gobiernos de izquierda, salvo el Gobierno de centro de Piñera. Hoy la Nueva Mayoría ha tomado su verdad como la única existente. Cualquiera que piense que el Gobierno militar tuvo aspectos positivos es fascista, quien reclame contra la Reforma Agraria es momio, quien tiene una empresa es explotador, quien cree en Dios es considerado un bicho raro, quien defiende el matrimonio como institución entre un hombre y una mujer es retrógrado, quien defiende algún principio conservador es destruido ipso facto por las redes sociales. En consecuencia, en Chile muy pocos opositores se atreven a escribir, por temor a represalias. Nunca se sabe de dónde o cómo pueden llegar los ataques personales. El odio hacia quien piensa distinto a la mayoría en Chile, y lo hace saber, es feroz e incontenible. Es tan potente el sesgo de los medios de comunicación, de la propaganda del Gobierno y del aparataje del Estado, que Chile se ha ido concientizando y perdiendo ecuanimidad. La libertad de expresión debe medirse con un prisma global, entendiendo que quienes quieran opinar lo puedan hacer sin ser perseguidos o marginados. Pienso, más bien sueño, que nuestro Congreso debería dar pasos firmes para garantizar la libertad de enseñanza, de afiliación a un sindicato, de religión y de expresión, hoy amenazadas en Chile, país que se ha tornado muy intolerante. Hay materias que los medios de comunicación no cubren, por desidia o sencillamente por decisión ideologizada de los editores. Me llama la atención al escuchar la radio u observar programas de TV la falta de objetividad de los conductores, incluso de los lectores de noticias, que de paso dan su opinión personal, cuestión que atenta contra el rol que deberían tener en su labor específica. Este ciudadano hace un llamado a los hombres y mujeres libres a atreverse a opinar y a defender sus puntos de vista sin temor. La conciencia es la que debe regir nuestros actos. Opinar distinto es lícito, es sano, es bueno para Chile.
El PC hoy influye de manera decisiva en el Gobierno, aunque solo obtuvo menos del 5% de los votos en las últimas elecciones. ¿Qué cobertura les da la prensa a sus representantes? Recuperemos la libertad de expresión en Chile y no dejemos que algunos, que otrora quisieron someter al mundo por la fuerza, nos acallen o nos silencien. Las amenazas nunca acallarán los argumentos, las buenas razones y el respeto por el ser humano libre, que crea, produce, da empleo y se emplea, y finalmente opina sin temor. Venezuela, Cuba y Argentina están a la vista. El día que se acabe la libertad de expresión, por cualquier razón, será el principio de un largo período de decadencia para nuestro querido país.
*El autor es ingeniero comercial de la Universidad de Chile (amjpulso@gmail.com).
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