Adriana Muñoz: "Que el proyecto vaya a la Cámara abre dudas de si el propio gobierno lo toma en serio"

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Adriana Muñoz, presidenta de la comisiòn de Temas de la Mujer del Senado.

La presidenta de la comisión de trabajo del senado explica que "la Cámara está saturada con el debate de la reforma previsional" y asegura que la negociación individual es una "ilusión".


Desde 1990, cuando ingresó como diputada, Adriana Muñoz (PPD) ha enfocado su quehacer al mercado laboral y al género, logrando ella misma quedar en la historia en 2002, al convertirse en la primera mujer en presidir la Cámara de Diputados.

Ahora en el Senado (desde 2014), encabeza la Comisión de Trabajo, desde donde se ha enfrentado con el Ejecutivo en proyectos como el estatuto laboral y el copago en sala cuna. Desde su óptica, revisando la minuta que el gobierno le envió sobre el nuevo proyecto de flexibilidad de jornada, duda no solo del objetivo de conciliar vida laboral con familiar, sino que también de la voluntad de convertirlo en ley.

"Que vaya a la Cámara abre dudas de si el propio gobierno toma en serio esta propuesta, porque si fuera tan central la habrían incorporado en otro momento, o la habrían ingresado por el Senado, donde si bien tenemos un tema grande como es sala cuna, está avanzado, porque ya lo aprobamos en general, y podríamos haber tomado la reforma laboral en algún momento. No entiendo. Parece más que nada un ticket de proyectos comprometidos en su campaña", señala.

¿Por qué cree eso?

-Es un poquito extraño el momento en que se instala. Esperábamos una reforma para abordar temas de la ley publicada por la expresidenta Bachelet, sin embargo, aparece este proyecto y enviado a la Cámara, que está saturada con el debate de la reforma previsional.

¿Y por qué no querría despacharlo?

-Es que es un tema muy controvertido, porque vuelve a traer el debate de los derechos colectivos de los trabajadores que se dio en la reforma anterior; hay visiones muy distintas, yo veo una amenaza de querer instalar nuevas modalidades para desregular.

Tomando en cuenta esa división, ¿cree que pueda convertirse en ley durante este mandato?

- Imagine, como ingresará por la Cámara, deberá esperar que se tramite la reforma previsional, a menos que el gobierno crea que esta no tiene piso para seguir adelante. Así y todo, como el proyecto de flexibilidad es controvertido, puede demorar un año en verse en la Cámara; en el Senado pasará otro año igual, y vamos a ir terminando el gobierno. No sé realmente si pueda avanzar.

En el fondo, ¿qué le pareció?

-Tiene un buen título, aborda materias bien interesantes, como la inclusión de personas con discapacidad, la empleabilidad de los condenados, pero, por cierto, tengo serios reparos a varios temas.

¿En cuáles?

-No es una reacción como la que calificó el Presidente Piñera, de oponernos a todo, de obstrucción o antipatriota. La verdad, creo que hay que abordar la flexibilidad de jornada, pero no con la orientación que le da el gobierno, porque desprotege a los trabajadores, apunta a negociaciones individuales con el empleador, lo que es una ilusión.

¿Por qué?

-Porque las relaciones laborales entre empleador y trabajador son absolutamente desequilibradas. Entonces, se puede transformar en un riesgo muy claro de precarización: si al trabajador no le gusta la propuesta del empleador, este le puede decir "hasta luego". Es ilusorio pretender introducir esta dimensión de libertad de que el trabajador podrá adaptar su jornada.

¿Duda que se cumpla en la práctica este ejercicio de libertad?

-Se puede cumplir, pero abriendo un claro flanco a precarizar. Yo feliz me siento a conversar, pero si toda esta distribución de jornada se realiza negociando con el sindicato, porque así se introduce un elemento de reequilibrio.

¿Qué le parece lo que plantea cuando no hay sindicatos?

-Se permite todo, mientras que hoy solo es posible cambiar jornada con la autorización de la Dirección del Trabajo (DT). Si por grupos de trabajadores no se logra el acuerdo del 75%, el empleador individualmente puede ir a buscar esa aceptación excepcional de jornada. En mi opinión, no puede quedar la distribución de la jornada entregada al acuerdo de partes sin un organismo fiscalizador.

Hay economistas como Andrea Repetto, más cercana a su sector, que valoraron el proyecto.

-Yo también veo titulares buenos, como la bolsa de horas extraordinarias. Pero, por otro lado, se flexibiliza el descanso dominical: se luchó mucho en el Comercio por dos domingos al mes, y ahora se propone reorganizarlos en forma semestral. O sea, puede ser que en un mes la persona no tenga ni un domingo libre. ¡No sé dónde queda la conciliación con la familia! Yo realmente quiero ver si con esto se reduce la jornada, tenemos que ir mirando la letra chica.

En otros países, ¿cómo se hacen estos pactos?

-En la gran mayoría a través de sindicatos. Si es individual se corre el riesgo de que la precarización sea plena. ¿Cómo yo discuto mi jornada con mi empleador si yo quiero tener libre el viernes y él quiere que trabaje? Tendrá que agachar la cabeza no más. Ese es el déficit de este proyecto que hace dudar, que genera una sospecha de cuál es el verdadero propósito.

¿A qué se refiere?

-Si lo que busca es modificar el Código con el propósito de que las empresas sigan obteniendo cada vez, a costa de los trabajadores, mayor enriquecimiento. Espero no esté dentro de los propósitos, pero ¿por qué buscan flexibilizar y se oponen al sindicato? Cuando ese podría ser el punto medio de acuerdo. Cuando se hace una flexibilidad tan extrema borrando la participación de la DT, sin mecanismos claros de fiscalización, me entra una legítima duda de hacia dónde apunta el proyecto.

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