Europa está apurada por crear su propio sistema de pagos para no depender de Visa o Mastercard

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En general los europeos pueden pagar en comercios tradicionales e internet con una única tarjeta en toda Europa, pero su aceptación en los diferentes países depende de que las hayan emitido un sistema internacional.


Tras los esfuerzos que las autoridades comunitarias han realizado en los últimos años con el fin de lograr una mayor unión bancaria y un mercado financiero más cohesionado en Europa, el Banco Central Europeo (BCE) considera que ha llegado la hora de centrarse en un área que hasta ahora ha pasado más desapercibida: el de la forma en la que se paga en la Unión. Benoît Cœuré, miembro del Consejo Ejecutivo del BCE, ha urgido hoy a la creación de un sistema de pagos paneuropeo con el fin de evitar riesgos asociados a la dependencia de sistemas creados en otros países y de mejorar la experiencia de los compradores y vendedores.

En general los europeos pueden pagar en comercios tradicionales e internet con una única tarjeta en toda Europa, pero su aceptación en los diferentes países depende de que las hayan emitido un sistema internacional, en particular Visa o Mastercard, las empresas estadounidenses que dominan en los pagos con tarjeta en Europa.

En este sentido, Cœuré reconoce que aunque se han logrado avances a la hora de crear unos cimientos estables para este nuevo sistema de pagos, no se han traducido en resultados notables a nivel comunitario. "El sistema de pago único europeo (SEPA por sus siglas en inglés) permite que los mismos sean procesados entre diferentes países con el mismo coste, eficiencia y seguridad que las transacciones realizadas a nivel nacional", describe el miembro del Consejo.

"Sin embargo estos progresos no se han visto reflejados en los servicios de pagos para los ciudadanos ya que permanecen fragmentados sin una solución a nivel europeo para los puntos de venta físicos o en línea", remarca. En concreto, el consejero lamenta que 20 años después de la introducción del euro, todavía no haya surgido una tarjeta de pago a nivel europeo y que en 10 de los países de la Unión no se acepten las tarjetas del resto de países miembros.

Riesgos

En su opinión, esto ha provocado un auge en el uso de tarjetas y formas de pago creadas por empresas de países no pertenecientes a la Unión Europea y con ello, la aparición de una serie de riesgos. El documento pone como ejemplo las amenazas que representan iniciativas que no han sido testadas previamente como libra, la criptomoneda impulsada por Facebook. "Las iniciativas globales de stablecoins implican riesgos relacionados con diferentes campos como la certidumbre legal, la protección a los consumidores, la estabilidad financiera y las medidas anti lavado de dinero", sentencia.

Por otro lado, la dependencia de sistemas de pagos no europeos supone estar más expuesto a ciberamenzas y a que los proveedores del servicio global no actúen necesariamente en el mejor interés de los ciudadanos europeos según Cœuré.

La respuesta tiene que venir del sector con la colaboración de distintos actores para proporcionar una solución paneuropea para los pagos minoristas, según el BCE. Cœuré ha expresado su apoyo a la iniciativa puesta en marcha por varios grandes bancos europeos para poner en marcha un sistema de este tipo.

Los requisitos

Para llegar a buen puerto, esta iniciativa tendría que cumplir cinco requisitos fundamentales a los ojos del Consejo de Gobierno del BCE. El nuevo sistema deberá ser una forma de pago aceptada en toda Europa, que responda a las necesidades de los consumidores, que cumpla con todas las exigencias legales y de seguridad y que cuente con una estructura de gobierno europea además de vocación de expandirse globalmente.

"Lo que ahora se necesita es un fuerte compromiso de los impulsores de la nueva iniciativa y una hoja de ruta bien definida para cumplir con los objetivos fijados de tal forma que pronto podamos ver resultados tangibles", ha aseverado Cœuré.

El BCE seguirá analizando los cambios que las nuevas tecnologías han provocado en el modo de pagar en Europa, para ver si tienen que adaptar sus políticas o herramientas. En este sentido, recordó, están estudiando la posibilidad de lanzar su propia divisa digital. Esta "podría asegurar que los ciudadanos pueden usar dinero del banco central incluso si se deja de usar el efectivo" y el BCE y otros bancos centrales del mundo están analizando sus costes y beneficios.

Cœuré ha insistido, no obstante, en que las iniciativas de los bancos centrales "no deberían desalentar ni desplazar a las soluciones lideradas por el mercado para unos pagos seguros y eficientes en la eurozona".

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