Manuel José Balbontín: “2021 va a ser un año de gran crecimiento económico para EE.UU.”

El socio de Compass Group es optimista respecto de la situación del país norteamericano tras las elecciones y bajo un gobierno de Joe Biden , porque las fuerzas políticas seguirán equilibradas en el Congreso y porque cree que primarán las posiciones de centro.


En la semana del 25 de octubre, Manuel José Balbontín, el socio chileno de Compass Group radicado hace más de 30 años en EE.UU., votó dos veces. Ese domingo en el consulado chileno en Nueva York -donde reside junto a su esposa y a sus hijos- para el plebiscito de nueva Constitución en Chile, y luego el martes 27, para las presidenciales norteamericanas.

Autodefinido como un optimista, tiene una mirada muy positiva de lo que viene en el país norteamericano en este nuevo periodo, pese a la tensión de los comicios y a que el Presidente Donald Trump sigue sin reconocer el triunfo de Joe Biden, porque cree que finalmente va a primar la institucionalidad. “Biden va a ser un Presidente mucho más moderado en muchas cosas y en ese sentido para el país, independiente de que las políticas te puedan gustar o no, esa situación es positiva para una paz social en el mediano y largo plazo”, asegura.

Sobre Chile, el optimismo es menor, pero tampoco se declara pesimista: “El gran riesgo es si el populismo impera y el socialismo de izquierda impera en términos de una Constitución donde quede todo controlado por el Estado. Si es así, Chile va a perder y a retroceder, y nos vamos a alejar mucho del sueño de ser un país desarrollado. Pero si el centro impera, donde hay mejoras con mayor inclusividad y conciencia social, creo que Chile vuelve a recuperar su institucionalidad y su camino hacia el desarrollo”, sostiene.

Finalmente, después de varios días, hay un Presidente electo en EE.UU. ¿Ha sido una elección inédita por lo estrecho del resultado y por las acusaciones de Donald Trump?

-Lo inédito de esta elección ha sido el grado de polarización tan grande que hay. Históricamente parecía que en EE.UU., a pesar de haber partidos distintos, era más difícil entender la diferencia entre uno y otro, y hoy eso se ha extremado. Los extremos de cada partido, donde en ambos pasan a ser muy populistas, han generado esta polarización y ciertos grados de enfrentamiento. Eso llevó a una elección que se sabía que iba a ser difícil. De nuevo las encuestas se equivocaron brutalmente, anticipando que iba a haber una ola demócrata que iba ganar la presidencia y ambas cámaras del Congreso. Entonces, al final se está dando lo que muchos pensábamos, de un resultado muy estrecho, lo que sumado al contexto de la pandemia, donde ciertas reglas electorales fueron cambiadas ampliando los plazos de votación y la votación por correo, hizo que el proceso fuera un poco más complicado y que la parte perdedora lo cuestione. Pero era esperable. En todo caso, creo que la institucionalidad va a prevalecer y ya tenemos a un Biden ganador. Eso puede ser desafiado mediante ciertas demandas legales, pero de nuevo, era uno de los escenarios previstos.

Sin embargo, pese a esa polarización, en general los mercados han seguido el proceso con una mirada favorable. ¿Por qué?

-Efectivamente el mercado financiero lo ha tomado bastante bien. Todos confían en la institucionalidad del proceso y al final las cortes federales o la Corte Suprema, van a tomar las decisiones en base a los hechos. En el margen puede haber ciertos problemas, como en cualquiera elección, pero EE.UU. ha demostrado históricamente que la democracia funciona bastante bien. Con eso tenemos hoy día una situación positiva: Biden será el Presidente y tendremos un Congreso relativamente dividido. En la Casa de Representantes la mayoría demócrata está disminuyendo. Ahora, si vemos quienes fueron elegidos en ambos partidos, hubo un voto al centro. Esos son los grandes ganadores, no los extremos. Segundo, por que si vemos el Senado, lo más probable es que se mantenga la mayoría republicana, pero otra vez, teniendo como ganadores a las posiciones de centro. Por último, creo que en el caso del Presidente, Biden también representa el centro del partido demócrata. Es a eso a lo que los mercados están reaccionando relativamente bien, a pesar de la incertidumbre de corto plazo, porque al final se va a tener que gobernar con medidas razonables. Si hay que hacer un cambio tributario, va a tener que haber votos de la izquierda y de la derecha para acordar algo. No va a ser posible, que era el susto que tenía el mercado, que la izquierda extrema del Partido Demócrata, si había esta famosa ola azul, lleve la agenda muy a la izquierda. Así, el resultado electoral hace que Biden no pueda llevar a cabo cosas extremas, que no son ni su personalidad ni su base de creencia.

¿Va a poder controlar de mejor manera a su ala izquierda?

-De todas maneras, porque el sistema lo está ayudando a eso. Los ganadores fueron la gente más moderada de ambos partidos. Por eso creo que para Biden va a ser más cómodo gobernar y hacerlo en el centro. Entonces hoy, después de la votación, hay mucha más certidumbre de lo que había antes. Ahora, si por alguna razón eso no se da, podríamos ver un impacto de corto plazo en los mercados.

¿Puede haber reacciones de violencia si Trump insiste en hablar de fraude y cuestionar el proceso?

-Sí, por supuesto. Siempre es un riesgo y en ambos lados. Si en vez de ser un proceso ordenado, institucional, donde se impugnan y se ven las pruebas con decisiones de las cortes, se empieza con la retórica, e irresponsablemente se llama a la gente a la calle, es otra situación. Espero que eso no pase, pero tenemos una personalidad del Presidente Trump que es peleador. Igual lo dudo, porque a pesar de cómo ha gobernado, al final ha evitado ciertas cosas, entonces no creo que vaya a crear una situación así. No sería bueno ni para la certidumbre de corto plazo, ni para la economía norteamericana, ni para los mercados.

¿Quedará muy dividido EE.UU. después de esta elección?

-Yo creo que estas elecciones ayudan a irnos más hacia el centro. El mensaje mandado por los votantes, tanto republicanos como demócratas, va en esa línea. Biden va a ser un Presidente mucho más moderado en muchas cosas y en ese sentido para el país, independiente de que las políticas te puedan gustar o no, esa situación es positiva para una paz social en el mediano y largo plazo. Claramente hay temas que van más allá de las elecciones, en materia social, de racismo, etc., respecto de lo cual hay una sensación de injusticia, que se tienen que ir solucionando. En ese sentido esta elección ayuda a apaciguar los ánimos, más que a acrecentarlos.

¿Qué se espera del manejo de Biden de la pandemia y de la economía norteamericana? ¿Qué tan distinto de lo que haría Trump?

-El manejo de la pandemia, siendo un año electoral, se politizó mucho. Dudo que hayan grandes cambios en su manejo y en el proceso de reapertura. Quizás en el simbolismo del uso de la mascarilla Biden va a transmitir que eso es una responsabilidad y no una debilidad, y en algunas cosas puede ser más cauteloso. Hay aumentos importantes de contagios en algunas zonas, pero hoy hay mucha mas información de cómo tratar la enfermedad, existen ciertas medicinas con mejor impacto en los tratamientos y estamos más cerca de tener una vacuna, que no va a ser una solución mágica, que no va a eliminar el Covid, pero sí va a hacer que el aumento de casos se vea disminuido. Con eso, el proceso de apertura económica que va a hacer un Presidente como Biden va a seguir adelante. Entonces, en el margen, en cosas más simbólicas puede haber diferencias, pero en la reapertura económica, recuperación del empleo, recuperación de pequeñas y medianas empresas, en programa de ayuda, una vez pasadas las elecciones vuelven ambos a estar un poco más centrados.

En lo inmediato, ¿qué debiera pasar con el paquete fiscal contra el Covid y de cuánto cree que será?

-Dado que en el corto plazo el Presidente sigue siendo Trump, el Senado republicano y la Cámara demócrata, creo que si hay un acuerdo ahora va a ser un paquete más moderado. No de US$ 3 billones, si no más bien entre US$1 billón y US$2 billones. Después, una vez que entre el nuevo gobierno, podría haber un tercer paquete.

¿Y con los impuestos qué debiera pasar? ¿Podrá subirlos Biden?

-Pienso que deberá hacer algo moderado, porque tiene menos poder en la Cámara y no lograron el Senado. Pero creo que eso para Biden es positivo. Sí van a tratar de hacer cambios, pero eso deberá aprobarse con la gente de centro de ambos partidos. No veo un gran cambio tributario.

Sin una mayor recaudación, eso elevará el déficit fiscal…

-Efectivamente, lo más probable es que vamos a seguir viendo un déficit fiscal muy grande en EE.UU., pero lo bueno es que pareciera que no tiene ninguna dificultad de financiamiento, porque tenemos tasas en mínimos históricos y debieran seguir ahí por un buen tiempo, porque la economía no se va a recuperar de la noche a la mañana. La Fed y los bancos centrales en general van a mantener un manejo laxo de liquidez monetaria.

¿Cuál será entonces el escenario de crecimiento para EE.UU. en 2021?

-La recuperación ya se está dando tanto en el empleo como en la actividad económica de EE.UU. El último dato trimestral fue récord, pero respecto de una base muy baja. La creación de empleos, si bien se ha moderado, sigue a buen pie. Por lo tanto, el 2021 va a ser un año de gran crecimiento económico para EE.UU. y para el mundo en general. Por ende, va a ser un año de alta creación de empleo. Eso será positivo para los mercados, con algunos sectores mejores que otros. Yo soy optimista respecto de 2021, en parte porque es una recuperación de una base muy baja.

¿Cuándo podría recuperar sus niveles prepandemia?

-Entre mediados y finales del próximo año en materia de actividad. El nivel de empleo prepandemia pienso que se va a demorar un poco más, porque en general las industrias ganadoras de esta crisis, tienden a emplear menos personal que las perdedoras. Así, la creación de empleo va a ir por detrás del crecimiento económico. Entonces, vamos a ver que se recupera el nivel de actividad prepandemia, pero seguiremos con un nivel de empleo menor a antes del Covid, y eso implica mayores programas de apoyo.

Con Biden de Presidente, ¿qué se espera respecto de la guerra comercial y hegemónica con China?

-Creo que la confrontación económica entre EE.UU. y China no es un tema de republicanos o demócratas, sino de EE.UU. como país. Hay una sensación, de ambos partidos, que China se estaba aprovechando un poco de las reglas del juego. Por ende, creo que esta negociación que ya se comenzó entre ambos países va a seguir y continuará siendo difícil. Más que una guerra comercial, se trata de buscar reglas del juego más equiparadas. De respeto a las patentes, a la propiedad intelectual, de no subsidiar ciertas industrias, etc. Donde puede haber diferencia es, otra vez, en las formas. Creo que un gobierno de Biden va a ser más amistoso en esa negociación y menos extremo en las palabras que use, pero el fondo de la negociación va a seguir ahí. En el corto plazo eso a los mercados les gusta más, pero vamos a ver en el mediano plazo su eficacia. Hay quienes piensan que era necesario ponerle un freno a China, porque de lo contrario no te iba a tomar en cuenta. De hecho, ahora por primera vez vemos una negociación real entre ambos países.

¿La economía mundial logrará sacudirse el efecto Covid en 2021, o teme a las segundas y terceras olas de la pandemia? ¿Qué forma tendrá la recuperación?

-En el corto plazo, al menos en EE.UU. hemos visto una K, donde los mercados financieros subían todos, pero la economía iba bajando. Eso hoy está cambiando y no sé si va a ser una U o el signo de Nike, pero creo que ya estamos en el punto de inflexión, donde ya se ve un crecimiento. Veremos mejores cifras de actividad y de empleo. En China y EE.UU. será más rápido, y en Europa y América Latina un poco más lento, porque hay menos sectores de nuestras economías entre los grandes ganadores de la crisis. Pero todos los países van a empezar a tener una recuperación. Claramente estamos viendo una segunda ola en el hemisferio norte. Parte el invierno y también las reaperturas han incidido en eso, pero es más controlado, es más conocido como tratar.

¿No ve paralizaciones masivas de las economías nuevamente, a causa de los rebrotes?

-Creo que no. Hay más conocimiento, mejor tratamiento y debiera venir una vacuna en un plazo razonable. Vamos a seguir mejorando, la segunda ola debiera ser menos severa que la primera y la tercera aún menor, pero vamos a tener que aprender a vivir con el Covid por mucho tiempo, como lo hacemos con la influenza. Al final esta es una balanza que hay que saber manejar, donde se debe cuidar la salud, pero no destruir la economía y afectar otras áreas. Eso implica que donde haya que cerrar, se haga de manera más ordenada y menos drástica.

En todo este escenario, ¿cómo se comportarán el dólar y los precios de los activos?

-Lo más probable es que los activos financieros de renta fija van a seguir relativamente bien valorizados, pero con poco retorno. Eso hace que los inversionistas miren hacia las acciones y ya se han estado recuperando a nivel global. En EE.UU. se encuentran a niveles máximos históricos, pero igual hay sectores más tradicionales que con la recuperación de la economía se verán beneficiados. Por su parte, el dólar fue el gran ganador en esta crisis, porque EE.UU. estaba muy bien parado. Ahora, en la medida en que el mundo comience a recuperarse, el dólar debería mantenerse o debilitarse algo. Por lo tanto, habrá mayores flujos desde EE.UU. hacia otras economías, como América Latina.

“Aumentó la incertidumbre de hacia dónde va Chile”

¿Cómo analiza la crisis social vivida en Chile desde el 18 de octubre del año pasado?

-Chile por mucho tiempo fue un ejemplo institucional, de orden, de bienestar, de mejoras en sus índices de salud, de educación, donde los índices de pobreza mejoraban y había una clase media creciente. Aún en los índices de desigualdad económica, que todavía tenían mucho por mejorar, se comparaba bien con los países menos desarrollados.

¿Y qué pasó si iba todo supuestamente bien? ¿No fue un espejismo esto de ser los mejores de la región?

-Claramente no es un espejismo que Chile lo ha hecho mucho mejor que otros países. Los números económicos son reales, no son una falacia. Lo que pasa es que llega un momento donde quieres más, donde ya tus necesidades básicas fueron satisfechas y hay otros temas que empiezan a preocupar. Es un poco la trampa de la clase media, donde hay que dar el paso para que la gente se sienta mucho más incluida, donde mejore la calidad de los servicios. Eso llevó a este brote social. Ahora, este brote social, donde se exigen mejoras en distintos ámbitos es positivo y no veo problemas con eso. Pero distinto es cuando se entra a la violencia, a quemar, a destruir, a robar. Este descontento social, que existía hace mucho tiempo, se transformó en violencia, lo cual no lo habíamos visto antes. A partir de ello surgió esta idea de cambio constitucional y a eso se han agregado medidas populistas y dañinas como el retiro del 10% y ahora de un segundo 10%. Todo esto generó sorpresa e incertidumbre en los inversionistas locales y externos, y por ende van a ser mucho más cautelosos en los próximos años en sus inversiones en Chile. Van a ver que se despejen las dudas, qué se va a hacer con esta nueva Constitución, qué soluciona este cambio de Constitución, y además hay varias elecciones. Aumentaron la incertidumbre y dudas de hacia dónde va Chile, y eso claramente afecta la inversión y el crecimiento.

¿Pero el resultado del plebiscito encauza la crisis y le da una salida institucional?

-El proceso del plebiscito fue un ejemplo de institucionalidad, en términos de cómo se hizo, cómo salió, la velocidad de sus resultados. O sea, se volvió a mostrar el Chile que conocíamos antes y eso es muy positivo. Lo otro positivo es que hay una clara coincidencia y una gran mayoría que piensa que hay cambios que hacer. ¿Dónde tengo dudas? En qué es realmente lo que se va a cambiar y qué es lo que va a implicar ese cambio. En la medida que la nueva Constitución mantenga un respeto institucional, mantenga la propiedad privada y se siga respetando la separación de poderes, con el Banco Central por ejemplo, creo que podemos salir de esto muy bien. Y ahí ojalá los partidos y personas de centro, de izquierda y derecha, sean los que elaboren una Constitución mejor, y no terminar con una Constitución hecha por algunos de los extremos, que es la gran preocupación.

¿Es producto del modelo capitalista este estallido, como plantea un sector? ¿Cabe su revisión en la nueva Carta Magna?

-No creo que ese sea el problema de fondo. Ningún sistema es perfecto, pero aún no conocemos un sistema mejor. ¿Cuál es la alternativa? ¿El socialismo?. Tenemos ejemplos de cómo funciona: Venezuela. No hay que pasar por eso para aprender. Entonces, si hay en el margen cosas que modificar o sacar de la Constitución, como por ejemplo que es la Constitución que hizo Pinochet, y eso va mejorar los ánimos, me parece bien. Pero de nuevo, dentro de un modelo de respeto a la propiedad privada, por lo tanto, no creo que el capitalismo sea lo que haya que cambiar. Sí se puede mejorar y esa es una discusión hoy a nivel mundial. Hay que ser más responsables socialmente, más inclusivos. Pero si el resultado o lo que se quiere hacer es más extremo, afectar la propiedad privada, que todos los servicios los tenga que dar el Estado, entonces tendremos un problema, porque existen constituciones así y vemos que las cosas funcionan mucho peor. Chile entraría en un retroceso económico y social.

Se plantea que debe haber un nuevo pacto social y se apunta al ideario socialdemócrata…

-Los pactos siempre son positivos y en cuanto a lo socialdemócrata, qué tipo de economía se quiere replicar, no sé. Si la idea es imitar una economía más como Alemania, me parece fantástico, pero si se está mirando otro tipo de lugares, puede ser un desastre. El problema de estas etiquetas es que dependiendo de dónde las ocupes funciona y en otros lugares no.

¿Se están yendo recursos de Chile, o gente buscando refugiarse en el dólar?

-Lo que había pasado en Chile, a diferencia de Argentina, Venezuela, México, etc., es que había habido un gran flujo hacia el país. Los chilenos llevando sus capitales a Chile y también los extranjeros, y grandes inversionistas globales invirtiendo en industrias en Chile. Eso claramente se está reversando. En el margen, la gente está sacando plata de Chile, no está entrando plata a Chile, tanto los locales como los externos. Y básicamente porque se quieren diversificar ante una situación de incertidumbre de dos años y medio. Es obvio que cualquier proyecto de inversión de mediano y largo plazo se frene. Ahora, esto ya está en los mercados y valores, y se ven precios accionarios muy atractivos en Chile. En algún momento los inversionistas van a aprovechar eso.

¿Cómo afectará esto a la economía? ¿En 2021 pesará más la recuperación pospandemia?

-Yo creo que va a haber una recuperación post Covid económica, de empleo y de los mercados, pero menos fuerte por esta incertidumbre. Le pone un viento en contra. Pero por otro lado tendrá un viento a favor, que es la recuperación global. Esto puede empeorar con medidas muy populistas, como seguir sacando la plata de los fondos de pensiones, o si retorna la violencia. Ahora, yo soy eternamente optimista y pienso que los factores económicos de recuperación post Covid van a ser superiores a la incertidumbre que puedan crear, ya sea medidas populistas o cierta violencia.

Hace dos años usted hablaba de ser desarrollados en menos de una década. Con la crisis, ¿Chile atrasó esa meta o simplemente se esfumó?

-Si se da el escenario base mío, de que los partidos y personas de centro van a ser la gran mayoría para mejorar la Constitución, en vez de destruir el sistema actual chileno, creo que ese sueño se demoró, pero sigue vigente. Claramente perdimos varios años, pero aún no se ha destruido el sueño de llegar a ser un país desarrollado. En los próximos dos años vamos a ver si se destruye esa posibilidad, dependiendo cómo terminamos este ejercicio.

Acá se habla de una desconexión de la elite con el resto de la población. ¿Desde el exterior, usted lo ve así?

-Sí y no. No en el sentido de que no está desconectada, que no desconoce la realidad. Pero hay una necesidad de una mayor responsabilidad social, de mayor conciencia social. Yo siempre doy el ejemplo de que en EE.UU. hay una mentalidad de dar de vuelta a la sociedad, una vez que tú ya hiciste un cierto nivel de patrimonio. Entonces hay grandes donaciones a distintos programas de salud, de educación. Aquí se ven hospitales y universidades con nombres de grandes empresarios, y eso en Chile y en América Latina, en general, tiene que mejorar. Creo que en Chile hay gente que lo está haciendo, pero se puede aumentar sin duda.

¿Y el empresariado debe participar e involucrarse en el proceso constitucional?

-Por supuesto. Todos los actores de la economía chilena tienen que participar, proponer sus ideas, opinar de los impactos de un cambio u otro. El sector empresarial chileno es fundamental en ese proceso. Ojalá la Asamblea Constituyente considere esas opiniones y los escuche. Porque al final, seamos realistas: el principal empleador de Chile es el sector privado. Entonces no puedes no escuchar a tu principal empleador. Sería un grave error. Y por la misma razón, los empresarios no pueden marginarse del proceso.

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