Señales económicas de la CEP
En este ámbito, posiblemente el dato más elocuente es el fuerte salto que experimentaron los que califican la situación económica del país como negativa.

Además de las múltiples conclusiones de sociopolíticas que se derivan de la última encuesta del CEP, el estudio contiene valiosas señales sobre la percepción de la ciudadanía en materia económica.
En este ámbito, posiblemente el dato más elocuente es el fuerte salto que experimentaron los que califican la situación económica del país como negativa. Mientras en mayo de 2019 solo uno de cada tres chilenos consideraba que la situación económica era mala o muy mala, en diciembre pasado sube al 56%, muy cercano al techo histórico de la encuesta (1999 con 63%) y por sobre los niveles que marcó en la crisis subprime (49% en su peor momento). Por su parte, los que creen que en los próximos 12 meses la situación económica empeorará suben de 17% en mayo de 2019 a 27% en diciembre.
¿Qué implica esto? Que más allá de los factores estructurales recogidos en el estudio, existe una alta desconfianza en la ciudadanía sobre el desempeño económico del país para los próximos meses, todo lo cual se traducirá en un virtual estancamiento del consumo privado durante este año. Es sintomático que estos niveles de pesimismo en materia económica se asemejen a los de crisis económicas del pasado, cuando el consumo privado se contrajo en torno a 1%. Es poco probable pensar entonces que, dada la incertidumbre que aún persiste, el consumo privado registre una normalización en sus niveles de crecimiento, sobre todo porque es posible anticipar que la situación en el mercado laboral será más adversa en los próximos meses.
Si a esta debilidad en el consumo privado de 2020 se suma el efecto de la inevitable caída en la inversión -que se contraería entre 6% y 8%- el desempeño de la economía chilena para este año queda sujeto a la fortaleza del sector exportador y a los efectos del shock de gasto público. Según estimaciones recientes del FMI el panorama externo aparece algo más benévolo -en comparación con 2019-, pero las tensiones comerciales entre las superpotencias y los conflictos geopolíticos son fuente de incertidumbre permanente, con efectos directos sobre economías abiertas como la chilena.
Con estos antecedentes, en el escenario más probable la economía chilena crecería en un rango entre 0% y 1%, de mantenerse un entorno internacional como el previsto por el FMI. De complicarse el frente externo, ni el incremento de 9,8% real del gasto público será capaz de compensar el débil consumo privado y la caída en la inversión, relegando a la economía chilena a su primera contracción en la última década. ¿No será hora de darle prioridad también a la agenda económica?
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