Querida viejita Pascual

Antes que nada te pido disculpas por lo de “viejita”. Espero que se compense equitativamente al feminizar la figura patriarcal-opresora de ese gordo panzón que históricamente nos trae regalos todos los años.
Te escribo porque he visto con sorpresa tu campaña “Regala igualdad”, destinada a “eliminar, a través de los obsequios navideños, los estereotipos de género, el sexismo y la definición de roles que se asignan a niños y niñas”.
Por un lado, quisiera reconocer que eres quien encabeza el único ministerio que ha cumplido el programa de gobierno de la Nueva Mayoría. Así, has convertido al Sernam en un caballo de Troya que inocula sistemáticamente las ideologías más aberrantes que la Presidenta Bachelet pudo ver durante su paso por ONU Mujeres.
Pero por otro lado -y a riesgo de que este año no me traigas regalo- quisiera pedirte que no nos trates a los padres y madres de Chile como mentecatos. Si le regalo una pelota de fútbol a mis hijos no les impongo ni exijo nada, salvo que cuando la situación lo permita juguemos todos en familia. De igual modo, el juego de té que pueda regalarles a mis hijas no es un gesto de matonaje machista de mi parte; no me digas que las discrimino cada vez que cocinamos para luego sentarnos entre peluches, muñecas y robots a tomar un té imaginario.
Por otro lado, si mi suegra decide nuevamente regalar ropa, convengamos que darle un vestido rosado a mi hija no es para que comprenda de una vez su lugar secundario y de servicio. Si es así, ¿cómo entiendo la camisa rosada que me regaló ella misma hace ya un par de años?
Dime, querida viejita, ¿qué hago si tengo la suerte de recibir un perfume pour homme? ¿Lo devuelvo con indignación por “discriminación por olfato”?
Ministra, veo con sorpresa la suntuosidad y apuro con la que lanzó esta campaña navideña, luego del sepulcral silencio durante, por ejemplo, la recién pasada Vedetón. Basta con ver cualquiera de las presentaciones de ese segmento “solidario” y comprobar que el trato desde y hacia la mujer es brutalmente objetivante. Pareciera, en el fondo, que le importa más la ideología que las mujeres.
Al ver tu campaña navideña no puedo no acordarme de un amigo alemán cuya mujer educaba a su hijo y su hija según tus ideales; a la niña le regaló un tosco camión tolva y al niño le obsequió un refinado juego de tejido. En una de mis visitas y aprovechando la ausencia momentánea de su mujer, mi amigo me dijo en voz baja que él estaba tranquilo: su hija todas las noches acurrucaba al camión en su cama y le cantaba canciones de cuna, mientras su hijo en las tardes tomaba los palillos de tejer y protagonizaba descarnadas peleas de espadas junto con el vecino.
Querida viejita Pascual, no te metas con mis hijos. Saludos cordiales, Alberto Pedro.
*El autor es académico Universidad de los Andes (@albertopedro).
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