El día en que un chileno estuvo a un set de ganar Roland Garros

Tengo el sueño de Roland Garros y he estado cerca varias veces... pero tengo un pequeño problema que se llama Rafael Nadal (Novak Djokovic).


Se va marzo, Cristián Garín se despide de Miami después de notables partidos en los Estados Unidos y Nicolás Jarry prepara- junto a su familia- la temporada de arcilla en Barcelona. En abril lo veremos en Marrakech, kick off de la temporada de tierra batida que concluye en Roland Garros. Es un camino largo y las principales paradas del mapa tenístico -entre Marrakesh y París- son Estoril, Mónaco, Madrid, Barcelona y Roma.

En estos glamorosos escenarios soñamos ver jugar y triunfar a nuestras raquetas nacionales, el mejor entrenamiento para la gran cita en París. Finalmente, en mayo muchos televisores alrededor del mundo sintonizarán la tierra batida del complejo Stade Roland Garros, mientras las principales raquetas del mundo trabajarán física y mentalmente para jugar la final en la pista central Philippe-Chatrier.

La mala noticia para nuestras raquetas nacionales, es que hay altas probabilidades de que tarde o temprano se encuentren con Rafael Nadal en esta travesía, jugador que por décadas se asocia casi instantáneamente a este Grand Slam. Y es que desde el 2005 es casi ritual: Rafa entra al torneo con su bolso y sale con la Copa de los Mosqueteros.

Esto pasó el 2005, el 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020, 2022. Si los números no despejan todas las dudas lo pongo en palabras: Rafael Nadal siempre es un favorito en Roland Garros y aunque las lesiones sean hoy su principal contrincante, habrá que ver que pasa este 2023.

Rafael Nadal. Foto: Reuters

Mientras tanto, el mundo del tenis espera a ver si Rafa juega Montecarlo y su tío Toni Nadal, pese a la poca competencia que ha tenido su sobrino en esta temporada, lo postula como una de las cartas seguras para levantar la Copa junto a Carlos Alcaraz y Novak Djokovic.

Desde Chile, cuesta dimensionar lo que significa para nuestras raquetas nacionales enfrentar en París al catorce veces ganador de este torneo. Parece una hazaña imposible, pero hubo un chileno, que en esas mismas pistas llegó a dos finales de Roland Garros y dejó a un número uno del mundo en el camino.

El periodista Juan Carlos Cappello, en su libro En Cinco Sets, le pregunta a Luis Ayala por sus victorias y derrotas más significativas a lo largo de su extensa carrera. Las respuestas a estas preguntas son distintas, pero el escenario es el mismo: Roland Garros.

Escuchemos a Ayala:

“En el campeonato de Francia Pietrangeli me ganó. Me ganó bien y se llevó la Copa en Roland Garros”.

Cappello contrapregunta: ¿Y perder la final de 1958, en Roland Garros, frente a Mervin Rose?

“Por supuesto que me dolió y que me duele sesenta años más tarde. Pero tengo que confesar que luego de ganar, en ese mismo torneo, la semifinal inolvidable contra Ashley Cooper, el número uno del mundo, llegué cansado al partido con Rose. Física y mentalmente. No encontré mi juego. Estaba en una nebulosa que no había experimentado antes”.

Para Ayala el triunfo sobre Ashley Cooper en Roland Garros fue el triunfo más importante en su carrera. El chileno le ganó al favorito de todos, al número uno del mundo, al entonces Nadal de Roland Garros.

Y en Estados Unidos vimos como Alejandro Tabilo le ganó a jugadores de mejor ranking y como Cristián Garín le ganó al cuatro del mundo, Casper Ruud, en Indian Wells y que estuvo a punto de repetir la hazaña de ganarle a un top 3 del mundo. Esta vez no pudo contra Stefanos Tsitsipas en Miami, pero en años anteriores sobrepasó a dos número 3; Daniil Medvedev y Alexander Zverev. Sin olvidar que el 2022 alcanzó los cuartos de final en Wimbledon.

Garin disputando el partido ante Ruud. (Jonathan Hui-USA TODAY Sports)

Aún así, la prensa, el público y las redes sociales no perdonan las caídas de Garín y cada vez que pierde, se olvidan de estos logros y cuestionan su fortaleza mental, atributo, según todos los entendidos, esencial para triunfar en este deporte.

Luis Ayala, en el libro de Juan Carlos Cappello nos da ciertas luces:

¿Por qué subestimaron en Chile mi campaña en 1958?, preguntó Lucho Ayala, en una entrevista de prensa al finalizar esa temporada. “Es la mejor de todos mis años en la competencia internacional. Llegué a las finales y semifinales en la mayoría de los torneos, pero parece que en mi patria pesan más los partidos malos que jugué en ese año”.

Y es que a los mortales que no jugamos tenis al más alto nivel competitivo, nos cuesta dimensionar el estrés y las presiones a las que están sometidos nuestras raquetas nacionales. No solo compiten con los mejores del mundo, sino que juegan en distintas superficies, viajan de manera constante y tienen que lidiar con una vida familiar compleja para la que muchas veces tienen poco tiempo. Para acercarnos un poco más a lo que viven hoy los chilenos que empiezan la temporada de tierra batida, los dejo con estas palabras de Cappello:

“En la cancha Lucho tuvo que ajustar sus estrategias y su forma de juego; superficies que desconocía, rivales con mucha más experiencia competitiva, realidades climáticas diferentes. Fuera de ella, lo afectaban el aislamiento que significaba estar lejos de su familia y de sus amigos, así como las dificultades para comunicarse fluidamente con sus colegas deportivos. Lucho no hablaba inglés. Socialmente no se sentía cómodo”.

En una reciente entrevista Nicolás Jarry da algunos detalles de las complejidades que ha atravesado para conciliar el deporte de alta competencia y su vida personal. En palabras del príncipe, no ha sido fácil encontrar su propio camino en una carrera inicialmente gestionada por su familia y expertos, ni encontrar el balance entre la competencia, el entrenamiento y la vida familiar. De a poco, Nicolás optó por empezar a tomar sus propias decisiones, entre ellas, llevar una vida nómade e ir a los distintos torneos con su señora y su hijo.

Y hace un año, precisamente después de su participación en Miami, el entonces número 30 del mundo, Cristian Garín, recibió duras críticas de la prensa y declaró que, “como toda profesión, y como toda persona, se pasa por crisis y malos momentos, y yo tuve meses muy difíciles en todo sentido (…) A nadie le gusta escuchar o leer cosas malas que hablan de uno, pero hay que saber manejarlo”.

Tanto Jarry como Garín hablan de la importancia del apoyo psicológico para lidiar con las presiones de este deporte, las mismas que en ocasiones, pese a la reconocida fuerza mental de Luis Ayala, le pasaron la cuenta. En Cinco Sets, Juan Carlos Cappello nos muestra como la prensa local un día destacaba el temperamento de campeón del joven Ayala, otro el New York Times alababa su garra, rapidez y determinación… y cuando perdía los medios no tardaban en afirmar que Ayala se había equivocado al aceptar desafíos para los cuales no estaba preparado.

En definitiva, para triunfar en la tierra batida, no basta con ganarle a Rafael Nadal o a otros favoritos, sino gestionar las presiones del medio, las tensiones familiares, las relaciones con el equipo y, sobretodo, la relación con uno mismo. Nicolás Jarry, después de años muy difíciles, concluye que su principal aprendizaje fue haber aprendido a quererse a uno mismo y no está de más recordar que la persistencia y la perseverancia le permitieron a Novak Djokovic levantar la copa de los mosqueteros en el 2016 y repetir la hazaña el 2021, dejando atrás a Nadal en dos oportunidades.

Así, como viralizó Nicolás Massu, nada es imposible hueón, ni una huea.

Continuará...

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