Semenya y el hiperandrogenismo en el deporte femenino: de la humillante revisión física al tratamiento hormonal

Japan Athletics Semenya Coe
Caster Semenya. Foto AP

Históricamente el deporte femenino de alta competencia se ha visto envuelto en polémicas debido a la condición biológica de sus atletas. Los avances de la medicina han permitido cambios en la forma de evaluación de las competidoras.


Hubo un tiempo en el que antes de competir las atletas eran desnudadas y revisadas sus partes íntimas para confirmar que fueran mujeres, hoy se pide que tengan un nivel hormonal considerado normal para el género. Ha ocurrido varias veces en la historia del deporte mundial. Un caso conocido es la pelea que por años tuvieron Stella Walsh (Stanisława Walasiewicz su nombre polaco) y Helen Stephens, dos jóvenes altas, muy fuertes y rápidas, con rostros de rasgos más masculinos que femeninos. Ambas se enfrentaron varias veces en la década de los 30 en carreras de velocidad, en una oportunidad y a causa delos registros que venía obteniendo Walsh acusó a Stephens de ser en realidad un hombre. La atleta tuvo que pasar por una revisión física y pese a las especulaciones de la prensa y las dudas de su colega, el veredicto fue que al menos ante los ojos de los examinadores, Stephens era una mujer.

En los años 50, eran las propias federaciones las que debían dar fe de la femineidad de sus atletas pero esa regla cambió luego de que Rusia ganara todas las medallas en los juegos olímpicos. Se decidió entonces que antes de participar, las atletas se caminaran sin ropa ante una especie de comisión examinadora que incluso podía pedirles un examen visual "más a fondo".

Hubo varias protestas y reclamos pero recién en la década de los 60 y gracias al acceso a exámenes genéticos se comenzó a pedir pruebas de cromosomas y se acabaron los humillantes pasarelas de desnudo y exámenes ginecológicos visuales.

Variabilidad

Este "avance" permitió confirmar que no todo es blanco y negro y que las personas con anomalías cromosómicas son más frecuentes de lo que se creía. La primera atleta en ser rechazada tras una de estas pruebas fue la polaca Ewa Janina Kłobukowska, campeona olímpica en 1964. Tres años después de ese triunfo un examen demostró que su genética era XX/XXY por lo que fue considerada un varón y se le prohibió la participación en competencias femeninas. También se le anularon todos los premios obtenidos.

La medicina siguió avanzando y en los Juegos Olímpicos de 1964 se incorporaron nuevos criterios en los exámenes. Lo que ahora determinaba si era hombre o mujer eran corpúsculos o cuerpos de Barr, un elemento que es parte del núcleo de las células de las mujeres y de hembras de algunos animales. Kłobukowska, realizó este examen y salió positiva. Solo meses después se embarazó y dio a luz a su primer hijo.

Cromosomas y hormonas de nuevo se tomaron la agenda del atletismo y nuevamente por la atleta sudafricana Caster Semenya (28). A comienzos de este mes, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) a través del Tribunal de Arbitraje Deportivo determinó que las atletas con niveles de testosterona elevados (aunque sea genético) no pueden competir en pruebas femeninas, salvo que inicien un tratamiento médico y lo reduzcan a límites "normales". Ella tiene una condición natural de hiperandrogenismo, nació sin útero ni ovarios y posee gónadas masculinas internas, pero genitales femeninos.

Claudia Campusano, endocrinóloga y subdirectora médica de Clínica Universidad de los Andes, explica que pese a que la testosterona sea considerada como una hormona masculina, también es propia de las mujeres, pero en algunas circunstancias, estos niveles son más altos que el promedio. Esta condición se llama androgenismo y no siempre es necesario tratar.

"Los trastornos con exceso de andrógenos en las mujeres pueden ser de varios orígenes, enfermedades de los ovarios como ovario poliquístico, de las glándulas suprarrenales como la hiperplasia suprarrenal congénita por déficit de 21 hidroxilasa" y también otras condiciones congénitas.

Según esta especialista, "desde el punto de vista médico, casos de hiperandrogenismo se tratan dependiendo de la intensidad de los síntomas, si ese nivel de hormonas le puede traer consecuencias negativas para la fertilidad futura", pro también podría no tratarse. "Hay mujeres con distintos niveles de testosterona en el rango más alto de la normalidad. Existe un espectro de niveles en todas las mujeres, no todas tenemos los mismos niveles", indica

¿Tratamiento?

A juicio del endocrinólogo de Clínica MEDS, Rafael Ríos, el hiperandrogenismo se puede tratar dependiendo de la identificación que tenga la persona y para qué se quiera tratar.

Lo que sí es cierto, dice Ríos, es que en el caso específico de Semenya, los altos niveles de testosterona le dan ventajas frente a sus rivales porque tiene mayor desarrollo muscular y fuerza, lo que le permite un hándicap en comparación con las otras atletas que no están en igualdad de condiciones frente a ella.

Desde Clínica Las Condes, el endocrinólogo, Patricio Trincado, señala que una persona con hiperandrogenismo puede seguir con su vida normal y no recibir tratamiento para bajar sus niveles porque lo que produce su condición son alteraciones compatibles con la vida y pueden hacer su vida completamente normal. Tomar hormonas femeninas o extirpar las gónadas se feminiza, baja sus niveles hormonales y sus disminuye su características masculinas.

Volviendo a la histórica pelea entre Walsh y Stephens… en diciembre de 1980, cuando Walsh ya estaba por cumplir los 70 años fue asaltada en Cleveland, Ohio y producto de la puñalada murió. Lo sorprendente ocurrió en la autopsia, la ex atleta era intersexo: no tenía útero ni ovarios, sino un pequeño pene atrofiado y dos testículos con una masa que parecía tumor.

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