Sofía Kovalevskaya: la primera profesora universitaria en Europa

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Un día como hoy, pero hace 129 años, falleció la matemática rusa que pasó su vida luchando por estudiar y tener un lugar en una universidad.


Tuvo un matrimonio simulado, estudió a escondidas, recibió clases particulares de connotados matemáticos y trabajó como maestra de forma gratuita. Sofía Kovalevskaya pasó por muchas situaciones y activiadades sin ningún reconocimiento antes de convertirse en la primera mujer en obtener un doctorado en matemáticas y ser académica en una universidad europea.

Nació en 1850, en Moscú.  Hija de Vasili Korvin-Krukovski, un general de artillería, y de Elizaveta Fiodorovitch, veinte años menor que él e hija del astrónomo alemán Fiodor Fiodorovitch Schubert. Sofía tenía dos hermanos, Anioutta, seis años mayor que ella, y Fédia, tres años menor.

A pesar de que pertenecían a la nobleza rusa, en esos años las mujeres todavía no tenían acceso a la educación. En su libro, Recuerdos de infancia, Kovalevskaya cuenta que su padre no le daba gran importancia a los estudios, pero sí lo hacía su tío paterno Piotr, con quién entabló una estrecha relación y quien le inculcó su pasión por las ciencias, la política y los libros. De hecho, fue él quien le habló a Sofía, por primera vez acerca de la cuadratura del círculo.

Pasión por las matemáticas

El camino para lograr convertirse en la matemática que es reconocida hoy, parecía estar delineado. Además de la influencia que tuvo en ella su tío Piotr, otra señal apareció.

Cuando tenía seis años se fueron a vivir al campo, en Palibino, Bielorrusia. Mientras decoraban la nueva hacienda familiar, se percataron de que no tenían suficiente papel tapiz, y encargarlo iba a demorar mucho tiempo. Por lo que decidieron cubrir los muros con las hojas de un antiguo libro sobre cálculo integral y diferencial del físico y matemático, Mijaíl Ostrogradski. Casi por osmosis, Kovalevskaya empezó a incorporar todos esos conocimientos, pasando horas intentando descifrar las fórmulas expuestas en los muros.

A los trece años comenzó a estudiar álgebra a escondidas, lo que se intensificó cuando un vecino, que era profesor de física, les dejó una copia de su nuevo libro, el que Sofía comenzó a leer de inmediato. Cuando ella y su vecino comenzaron a conversar sobre lo leído, él quedó tan impactado con sus resoluciones que le sugirió a su padre que le facilitara el estudio de las matemáticas.

A los 15 años se fue junto a su hermano a continuar sus estudios a San Petersburgo, donde también causó impresión en sus profesores. Pero todavía no podía aspirar a más de lo que ya estaba haciendo.

En esa época, empezó a popularizarse la corriente nihilista, de la que Kovalevskaya formó parte y la incentivó a buscar la forma de liberarse e irse de Rusia para poder estudiar. La única forma era encontrar a un joven con su misma ideología para casarse con él. El elegido fue Vladimir Kovalevski quien deseaba continuar sus estudios en Alemania y hoy es reconocido por ser el primero en traducir y publicar las obras de Charles Darwin en Rusia.

Pese a la oposición de su padre, se casaron cuando Sofía tenía 18 años y se instalaron en Heidelberg. Una vez allá, otro obstáculo se le presentó: las mujeres tampoco podían estudiar en Alemania. Luego de varios intentos, consiguió que algunos profesores le permitieran asistir a clases en forma de oyente. Pero eso no fue suficiente. Dos años después se marchó a Berlín para intentar estudiar en alguna universidad, aunque tampoco tuvo éxito. Lo que sí consiguió, fue que Karl Weierstrass, "el padre del análisis moderno", le hiciera clases particulares.

Los ejercicios que resolvía Kovalevskaya lograron impresionar a Weierstrass y luego de solicitarle varios trabajos, concluyó que la joven tenía lo requerido obtener un doctorado. En 1874, y a los 24 años, la Universidad de Gotinga aceptó concederle el grado de doctora "cum laude" a Sofía. Su tesis tenía tres partes, en una de ellas expuso lo que hoy  es conocido como Teorema de Cauchy-Kovalevskaya.

Entre Rusia y Suecia

Sin embargo, no conseguía encontrar trabajo. Junto a su marido volvieron a Rusia, donde el Ministerio de Educación le denegó el puesto de académica en una universidad. Ese año también murió su padre. Finalmente, Sofía decidió abandonar las matemáticas. Pasó varios años dedicándose a la literatura y escribiendo artículos científicos para un periódico. En 1878, nació su primera y única hija llamada Sofía.

En 1880 le llegó una invitación para dictar una conferencia en el Sexto Congreso de Ciencias Naturales. Uno de los auditores, Gösta Mittag-Leffler, fue por encargo de Weierstrass, el exprofesor de Sofía, para informarle que en la Universidad de Estocolmo ya estaba permitido que las mujeres trabajaran. Eso sí, la condición era enseñar sin una remuneración económica.

En esos años, su matrimonio atravesaba un mal momento, por lo que Sofía y Vladimir decidieron separarse. Además, dejó a su hija a cargo de familiares para volver a dedicarse a las matemáticas por tiempo completo. Se radicó en Berlín y luego en París, cuando un día, se enteró de que su esposo se había suicidado. Ese mismo año, en 1883, Kavalevskaya aceptó la oferta en la Universidad de Estocolmo.

No fue hasta 1889 que Kovalevskaya recibió dinero por su trabajo, luego de ampliar sus investigaciones y recibir un premio de 1.500 coronas otorgado por la Academia Sueca. Un año después, fue nombrada miembro honorífico de la Academia de Ciencia de San Petersburgo.

Pese a que se mantenía activa haciendo clases, un fin de semana cayó en cama y no logró recuperarse. En 1891 y a los 41 años, Sofía Kovalevskaya murió a causa de una neumonía.

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