Revista Que Pasa

Alessi, una empresa de culto

<p>Alberto Alessi, actual CEO de una de las firmas de dise&ntilde;o m&aacute;s reputadas del planeta, se explaya sobre su f&oacute;rmula para innovar. No cree en las investigaciones de mercado y s&iacute; en la intuici&oacute;n. Un paseo por la intimidad de un taller italiano que fabrica piezas &uacute;nicas y exclusivas, que hoy son objetos de culto en el mundo. Esta entrevista fue realizada en su oficina en Crusinallo, al norte de Mil&aacute;n, por dos consultores de McKinsey &amp; Company.</p>

Alberto Alessi es la tercera generación en liderar la icónica firma de diseño de su familia. Fundada en Crusinallo, y todavía con base en esta ciudad situada una hora al norte de Milán, la empresa sigue perteneciendo a privados. Desde el punto de vista de Alessi, tanto la estructura de la propiedad como la ubicación le han imbuido una fuerte tradición artesanal. Y le ha entregado a sus diseñadores la libertad para crear como ellos estimen conveniente.

Todos esos rasgos le han permitido a Alessi producir algunos de los más populares diseños mundiales de aparatos para el hogar en las últimas décadas. Como también algunos de los más exclusivos y demandados. La firma es probablemente conocida por su invención de la primera máquina casera para hacer expresos, al igual que por el sentido del humor con que enfrenta el diseño de comunes utensilios de cocina.

Hace casi 30 años, Alessi comenzó a alejarse del diseño del interior del hogar y se convirtió en uno de los pioneros de la innovación en lugares abiertos. Hoy, la empresa se relaciona con más de 200 diseñadores externos, muchos de los cuales son más conocidos por ser expertos en áreas como arquitectura que en diseño de artículos domésticos. Una tetera por Frank Gehry y un florero de Zaha Hadid son sólo dos productos salidos de esta combinación.

Para esta entrevista, Alberto Alessi se reunió con Marla Capozzi y Josselyn Simpson, ambos de McKinsey, en su oficina en Crusinallo, para discutir sobre las fuentes del buen diseño, cómo evalúa el potencial de una innovación y por qué muchas compañías deberían tomar riesgos cuando de diseño se trata.

-Usted busca diseñadores de muchas áreas. ¿Cómo resuelve qué cosa pedirles que diseñen? ¿O son ellos los que le dicen "me gustaría hacer cucharas" o "me interesan unas tazas para el café"?

-Son como dos lados de una moneda. El primero representa la clásica forma de trabajar con diseñadores. Hacer que vengan a la compañía para la presentación de un nuevo producto. Cuando tenemos una idea, empiezo a pensar a quién le podría preguntar. Usualmente, se me ocurren dos o tres personas. Lo discuto con ellos. Si a los diseñadores les interesa, empiezan. Después de un par de meses, recibo sus avances y decido si seguimos o no. Aunque también hay otra forma. Los 200 diseñadores que trabajan con nosotros saben que pueden llamarme y decirme "Alberto, te tengo una idea fantástica". Después comenzamos a hablar sobre ella, diseñándola por teléfono. Si algo interesante aparece, seguimos a través de faxes o por correo electrónico. Después, nos juntamos. Durante los últimos 20 años, la mitad de los más interesantes artículos hogareños de Alessi han nacido de esta segunda forma.

-Considerando que son una firma que diseña productos para que la gente los use en sus hogares, ¿cómo se les ocurre un diseño que les gustará a los consumidores?

-Debería empezar explicando que Alessi es el ejemplo de una fábrica de diseño italiana, lo que significa una compañía de pequeño o mediano tamaño que se especializa en un área, como mueblería, iluminación o, como en nuestro caso, los accesorios. En mi opinión, hay un cierto ADN histórico en Italia, que data al menos del Renacimiento, cuando nacieron los talleres muy especializados, muy de nicho. Nuestro enfoque, como el de cualquier otra fábrica de diseño italiana, es muy distinto del de una compañía de producción masiva. A veces lo comparo al proceso de hacer un auto nuevo y al proceso de hacer una pintura de Pablo Picasso.

Cuando una compañía de autos se alista a desarrollar un nuevo modelo, ¿qué hace? Primero, el gerente pide una investigación de mercado para entender lo que el cliente está pensando. La gente de investigación de mercado sale y preguntan a los consumidores qué les gustaría. ¿Y qué hacen los clientes? Dan un vistazo a los autos existentes y dicen "OK, me gusta esta parte de este auto" o "me gusta esta parte de este otro auto". Y así sucesivamente. La gente de investigación pone todos estos datos juntos en una batidora. Lo baten. Y luego sacan la receta para el próximo auto y se la pasan a los diseñadores.

Nuestra forma es más parecida a la de Pablo Picasso. Imagínelo despertando en los años 20, en una mañana soleada en un pueblo en la Costa Azul, sintiendo fuertemente el deseo, la necesidad, de pintar. Así que comienza a pintar. Pero no se está preguntando "¿a qué tipo de cliente apuntaré en mi próxima pintura?". Picasso nos muestra un foco totalmente distinto: partiendo de sí mismo como creador y usando su sensibilidad y su intuición para lograr tocarles el corazón a otras personas. Y, con eso, él también construyó un negocio interesante. No digo que seamos como Picasso. Para nada. Somos simples mediadores. Lo que digo es que todos los diseñadores que trabajan con nosotros son como pequeños Picasso. Su proceso creativo parte de una intuición, no de investigación de mercado.

-¿A qué se refiere con mediador?

-Nuestra actividad esencial es ser mediadores de las mejores expresiones de diseño de productos de todo el mundo y, por otro lado, de los sueños del cliente final. Prefiero discutir los "sueños de los clientes" en vez del "mercado". Porque el mercado es muy duro. Internamente, siento que mi actividad como mediador artístico en el diseño de productos no es muy distinta al rol de un director de museo, o incluso al de un cineasta: reuniendo talento y organizándolo en diferentes campos para conseguir un resultado, que no es un producto de producción masiva en el sentido tradicional. Se trata de un producto que intenta hablarles a las masas de una forma distinta. Tal como lo hace una película bien hecha. Para esto, hacemos uso de algunas cualidades que hoy son cada vez más escasas en nuestra industria cultural: la sensibilidad, la intuición y el deseo de aceptar un poco más de riesgo.

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