El autor del Costanera Center
En dos meses, Yves Besançon será parte de la apertura de la obra en la que trabaja junto a Horst Paulmann hace más de 20 años. Es una iniciativa que defiende de las críticas de sus pares y de la percepción negativa de los ciudadanos. <br>
Lleva más de veinte años trabajando como el arquitecto a la cabeza de uno de los proyectos comerciales más grandes de Sudamérica: Costanera Center. El arquitecto Yves Besançon, -socio de la oficina Alemparte Barreda Wedeles Besançon a cargo del proyecto- ha protagonizado el desarrollo de la obra en la que se involucró en el año 1988. A lo largo de este tiempo ha debido enfrentar varios traspiés, entre ellos la paralización en tres ocasiones de la obra.
Desde su rol de socio a cargo del diseño, ha seguido de cerca la maduración del proyecto, que sufrió su ajuste definitivo en el año 2004, cuando a la luz de la normativa vigente él y sus socios le plantearon a Paulmann la opción de construir allí la torre más alta del cono Sur.
Convertido en la mano derecha del empresario en este proyecto, reconoce que han sido meses intensos y que Paulmann lo desafió a desenvolverse en un sistema de trabajo al que no había estado sometido en otras ocasiones. Y pese que ese alto nivel de exigencia ha dejado a varios de sus colaboradores en el camino, Besançon ha esperado paciente el momento que llegará en menos de dos meses: la puesta en marcha del gigantesco rascacielos de 300 metros de altura, 64 pisos, un mall de 6 niveles, 5 mil estacionamientos y 700 mil metros cuadrados construidos.
Hoy el proyecto es blanco de las críticas. Se le sindica como causa del potencial colapso que se generará en el límite de las comunas de Las Condes y Providencia, no sólo por la gran cantidad de vehículos que albergará, sino también por las más de 12 mil personas que diariamente llegarán a trabajar al recinto. Los dardos también han sido lanzados por pares de Besançon, que han señalado que es una obra estéticamente inapropiada y que interrumpe la línea armoniosa de la ciudad de Santiago.
Pero el arquitecto defiende enérgicamente la obra.
-¿Por qué su proyecto inicial de levantar un centro más bajo terminó convertido en un rascacielos?
-Cuando comenzamos a trabajar en 1989, nuestro proyecto incluía un centro comercial con esa altura porque la normativa no permitía edificios más altos. Entonces proyectamos además cuatro torres de oficinas. Pero la iniciativa, por diversas razones, se paralizó tres veces. En el 2004 revisamos los planos y nos dimos cuenta de los cambios en la regulación: nos permitían hacer un rascacielos. Le propusimos a Horst Paulmann hacer la torre más alta de Sudamérica, aceptó y nos propuso trabajar con el arquitecto César Pelli. Aceptamos gustosos.
-¿Era necesario para Santiago un rascacielos así?
-Las ciudades como Santiago deben densificarse. No pueden seguir extendiéndose. Cuando uno quiere concentrar actividades para evitar el movimiento de las personas por toda la ciudad en auto o transporte público la mejor manera de hacerlo es densificar.
-¿Incluso en una zona saturada?
-En Santiago no existe otro lugar en el que se pueda hacer una torre así. Casi todas las comunas fijaron su altura máxima. Si podíamos hacer en el centro neurálgico de Providencia y Las Condes una obra emblemática como ésta, que además marcara la postal de la ciudad, ¿por qué no íbamos a hacerlo?
"La gente no soporta ideas que salgan de lo común, siempre son criticadas. Yo les pregunto a mis colegas qué habrían contestado ellos si les hubieran ofrecido este proyecto. Dudo que habrían dicho 'no, fíjese que yo quiero hacerlo más chico'".
-Podría transformarse en un símbolo del colapso vial…
-Todos somos responsables de nuestros actos. La gente que pretende que la ciudad debe terminar de crecer, no se cómo va resolver el problema de los nuevos habitantes de Santiago. Chile es un país donde más del 82% de la población se instala en ciudades. ¿La gente es tonta? No. La gente quiere vivir en ciudades porque se vive mejor.
-¿Han analizado bien las mitigaciones viales?
-Realizamos dos estudios de impacto vial y Paulmann quiere cumplir con todas esas exigencias. No entiendo a la gente que quiere que estén construidas hoy todas las etapas de mitigación. Ese impacto debe paliarse con obras que construye el propietario, pero una vez que esté funcionando el Costanera Center, no antes.
"El diseño no es caprichoso"
-¿A qué atribuye la visión negativa de los ciudadanos?
-Creo que el Costanera Center va a producir un impacto amable. Tenemos que aprender a movernos en ciudades apretadas, tumultuosas, densas. Lo veo en Nueva York, donde nadie molesta al resto a la hora de almuerzo cuando todos salen. No veo que vaya a haber problemas: este es un centro comercial donde van a relacionarse 12 mil personas, pero en un gran espacio.
-Pero las críticas son bastante transversales, desde expertos y arquitectos, pasando por los propios vecinos…
-Se lo atribuyo al chaqueteo nacional, que es el deporte número uno del país. La gente no soporta ideas que salgan de lo común siempre son criticadas. Me quedo con lo que el otro día me dijo un obrero del Costanera: que se sentía orgulloso porque estaba haciendo historia con el proyecto más grande y alto de Sudamérica. Yo les pregunto a mis colegas qué habrían contestado ellos si les hubieran ofrecido este proyecto. Dudo que habrían dicho "no, fíjese que yo quiero hacerlo más chico".
-¿Es posible cambiar esa percepciónentre la gente?
-Es cuestión de ver cómo se habla en Nueva York del Empire State, ese edificio es un emblema de la ciudad, pese a estar en un lugar denso. Lo único que viene a demostrar el Costanera Center es que Chile es un país que está en la vanguardia arquitectónica de los grandes proyectos del mundo.
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