Revista Que Pasa

Sin maquillaje

Sus amigos, padres e intimidad familiar pueblan el primer disco solista de Colombina Parra. En comparación con su trabajo en Los Ex, ésta es música más positiva. "Más bonita", según ella. Colombina a solas es una cantautora delicada y reveladora, aunque también, a estas alturas, una madre dedicada y una arquitecta opinante.

Están las que bordan, las que redecoran metódicamente su casa y las que descubren la meditación. Están, también, las que lloran al menor malentendido y las que leen gruesos manuales de psicología infantil. El embarazo puso a Colombina Parra (40), en cambio, a hacer canciones. Canciones a pura guitarra y voz; llenas de sus propios recuerdos, imágenes y estampas cotidianas. Canciones tan personales que llevan, todas, una dedicatoria con nombre y apellido. Canciones concebidas como regalos musicales para circular sólo entre amigos y parientes, pero que esos mismos amigos y parientes convirtieron en otra cosa.

"No era la idea hacer un disco, en verdad. Me incomodaba al principio mostrar algo tan personal o que pudiera entenderse como el inicio de una carrera solista, que no es para nada mi intención. Pero se lo empecé a regalar a gente que quiero, que admiro, y todos me decían que tenía que editarlo. Como que los propios amigos me impusieron la tarea, casi".

Por eso, Flores como gatos es hoy un CD hecho y derecho, con portada, ocho títulos, créditos - "Canciones: Colombina Parra. Líneas de guitarra: Barak O Parra. Grabación, mezcla percusiones y líneas de bajo: Hernán Edwards"- y distribución y descarga en los lugares detallados en myspace.com/colombinamusica. En la carátula, seis niños miran a la cámara bajo elaborados gorros de fiesta, en lo que parece una tarde de cumpleaños de hace muchos años. Colombina nunca ha querido estar en la portada de ninguno de los álbumes de sus bandas, pero aquí se asoma, a los seis años de edad, rubia y de vestido blanco. Es la primera de muchas concesiones de quien, pese a haber debutado en la música hace casi dos décadas, hasta ahora parecía una cantautora esencialmente distante a compartir datos biográficos en sus versos, fotos o entrevistas.

"Justamente porque nunca pensé en el público, me puse a componer pensando en lo que me estaba pasando, no más. Y en ese proceso se produce algo parecido a cuando vas al psicólogo: lo cuentas, lo sacas y te sientes mejor".

Eso que a Colombina le "estaba pasando" era, hace poco más de un año, la alegría inconmensurable de un embarazo vivido a conciencia, durante el cual la cantautora llegó a creer que era su hija, Julieta, la que cantaba a través suyo.

"No quiero caer en el sentimentalismo, pero sentía una felicidad exorbitante; no sé si a todas las embarazadas les pase lo mismo... Y decidí irme a Las Cruces sola, sin obligaciones, sin hijo grande. Dije: 'Me voy de la ciudad, quiero aprovechar cada segundo de lo que me está pasando dentro de la guata'".

"Este disco está bien producido por él (Nicanor Parra). Un par de cosas que me dijo sobre mi trabajo están, inconscientemente. Él raya harto con la música, es uno de sus temas. Aunque no se sepa, fue una especie de productor de la Violeta".

A metros de la casa de su padre, Nicanor Parra, Colombina encontró a la venta una casa cuya dueña había fallecido recién. Un lugar lleno de flores, que la cantautora rehabitó y convirtió en estudio provisional. Escuchó intensamente a Bob Dylan ("que nunca me había gustado") y al argentino Félix Cristiani. Escribió pensando en sus amigas Jacqueline, Morgana, Chimene y Tere. Le compuso a su padre versos sobre sueños compartidos y respiraciones sincronizadas. Se sorprendió de estar cantando cosas tan amables.

"Era raro, porque mi mirada nunca ha sido muy positiva, la verdad, y estas canciones salían muy bonitas. Por eso creo que era la mirada positiva de la Julieta. Era como si hubiese entrado por un rato en un personaje distinto. Recuerdo que me costaba menos relacionarme con la gente. Andaba más simpática", dice, y ríe.

No es que Flores como gatos sea un disco de revelaciones ni de esa mal llamada cantautoría "confesional". Son historias suyas, sí, pero Colombina cree que una vez que un recuerdo queda inscrito en una canción, por personal que sea, se convierte en otra cosa. La canción se come a la historia, y no hay mucho más que explicar. "Basta con eso", sintetiza.

-Como una foto.

-Sí, este disco es como un álbum de fotos. Me gusta pensar que es como una foto en tu casa sin maquillaje, porque también mantiene esa cosa medio brutal de Los Ex.

-En discos anteriores parecías más enojada. Éste es un disco cariñoso.

-Sí, es cierto. Como que antes no me atrevía a mostrar esa parte cariñosa mía, que yo escondía detrás de ese enojo... que en ese momento existía.

Es evidente, por ejemplo, el cariño hacia Nicanor, un padre de quien la separan más de cinco décadas de edad, pero a quien la unen proyectos, consejos, sensibilidades; incluso, asegura, una comunicación no verbal. "Anoche te pillé durmiendo / no quise molestarte / Las cosas que tú sueñas yo también las sueño / y tus respiraciones yo también las escucho", le canta.

"Este disco está bien producido por él. Un par de cosas que me dijo sobre mi trabajo están, inconscientemente. Él raya harto con la música, es uno de sus temas. Aunque no se sepa, fue una especie de productor de la Violeta, y yo vi cómo transformaba la manera de cantar de Roberto, también, haciéndolo repetir el día entero, trabajando. Como una especie de entrenador. Éste es un disco bien para él... muy para él".

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