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(Crédito foto: @ddu_10)

Columna de Sismología: La larga pausa del Osorno

El Osorno es una de las postales del sur de Chile, pero ya van 150 años desde su última erupción, por lo que nos hemos olvidado un poco de su vida. ¿Qué ha hecho, y qué puede hacer? Veámoslo en esta columna.


Si hay un volcán lindo en Chile es el Osorno. La simetría de su cono lo pone, incluso, a pelearle el puesto de la hermosura al Monte Fuji de Japón, o al volcán Mayon, en las Filipinas. Es el estratovolcán perfecto. Pero eso no pasa de la noche a la mañana, ya que el Osorno se ha ido construyendo sobre sí mismo a lo largo de muchas erupciones, aunque la mayoría de ellas han sido no muy explosivas. Y hace tanto tiempo que no hace nada, que nos hemos ido acostumbrado a su presencia calma y majestuosa, que domina las postales del Lago Llanquihue y sus alrededores.

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(Crédito foto: @ddu_10)[/caption]

Pero el Osorno no es tan perfecto, y tiene fracturas. De hecho, ha hecho erupción a través de fisuras antes, y también tiene varios conos secundarios que ha usado el magma para ascender en el pasado. Y más aún, al ver alguna imagen de él cuando casi no tiene su gran cubierta glacial característica, este volcán muestra sus cicatrices, que se han formado a través de sus erupciones. Erupciones, claro está, que no hemos visto en los últimos 150 años. El problema es que, como la mayoría del desarrollo urbano de esa zona ha ocurrido en los últimos 150 años, nos faltan relatos que nos hablen de la fuerza de este volcán. ¿Saben quién, eso sí, vio una erupción del Osorno en vivo, y logró hacer un reporte? Charles Darwin. Sí, el de la ranita. Y el de la teoría de la evolución. El mismo.

Darwin andaba por Chile en el HMS Beagle cuando vio al Osorno hacer erupción en 1835. Lo que describió fue una erupción no muy potente, que se parece a las que a veces tienen el Llaima y el Villarrica, con explosiones seguidas, columnas de tefra de menos de 5 km de altura, y ríos de lava poco viscosa. Describió muy bien como esta actividad duró algunos meses al principio, para después tener un periodo de calma, seguido de una nueva fase eruptiva, donde el Osorno se mostró muy despierto. Pero hay algo interesante sobre varios de los ríos de lava del volcán, y sobre toda esa erupción en particular: nacieron de una fisura. Verán, ocurre con el Osorno que es parte de una cadena de volcanes que siguen una línea hacia el Noreste, que lo incluye a él, al Puntiagudo, y al Cordón los Cenizos. Y además, una buena parte los conos secundarios que tiene el Osorno en sus flancos y faldeos están alineados hacia el Noreste. Esto implica que existe lo que los científicos llamamos un "control estructural", donde la forma en que se mueve la corteza en esa zona termina definiendo mucho de como el volcán se comporta. Durante su erupción de 1835, el Osorno abrió nuevas fisuras en esa dirección, a través de las cuales fluyó la lava. No siempre hizo erupción por el cráter principal este volcán. Además, también hay evidencia de más fracturas en los flancos del volcán , que van hacia el Noroeste.

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El Osorno está lejos de ser un cono perfecto

Un detalle muy interesante de este volcán está en su registro de erupciones. Entre 1790 y 1869 tuvo 6 erupciones, lo que lo hacía uno de los volcanes más activos de todo Chile. ¡Incluso hoy lo tendría dentro de los más activos! Sin embargo, desde allí hemos tenido 150 años de calma. ¿Significa que el Osorno nos está "debiendo" una erupción, y que cada día que pasa el volcán se atrasa más con la siguiente que vaya a tener? La verdad es que no, porque los volcanes ante todo son sistemas muy complejos, que se rigen bajo su propia dinámica. A veces pueden tener años con muchas erupciones seguidas, y otras veces estar mucho tiempo sin hacer nada. Por eso mismo la idea de que las erupciones son cíclicas, o que existe una especie de recurrencia en ellas es simplemente una mentira. De partida, si es que las erupciones fueran completamente cíclicas, sabríamos qué hacer, y cuando hacerlo. Pero no es el caso. De hecho, no es posible llegar y predecir cómo va a ser la siguiente erupción de un volcán, a menos que tengamos una idea de lo que está pasando debajo de él. Además, pese a que ya llevamos más de 10 años monitoreando consistentemente a los volcanes más activos de Chile, ese tiempo es un pestañeo para los cientos de miles de años de vida que varios de ellos tienen. Por lo tanto, no tenemos una gran noción sobre cómo se comportan los volcanes en el largo plazo, y se pueden dar diferentes comportamientos: a veces un volcán puede tener erupciones seguidas, y otras veces pausas largas. Y el Osorno hoy mismo nos está mostrando esto, con una pausa muy notoria en lo superficial, que lamentablemente suele ir acompañada del olvido de nuestra parte respecto a que estamos frente a un volcán activo. En efecto, la zona en torno al volcán se ha ido llenando de pueblos y casas de veraneo, junto a diversos emprendimientos. Esto, por supuesto, ha generado una exposición al peligro volcánico, que no está completamente entendida por todos. Sin ir más lejos, una buena parte de la estrategia turística de la zona se ha armado casi que asumiendo que el volcán es un adorno del paisaje, que está allí, imperturbable, y que seguirá allí.

Pero afortunadamente no ha sido así en todos lados. El peligro más grande del Osorno está en la generación de lahares, dada la gran cubierta glacial del volcán, y sus erupciones poco explosivas, con grandes ríos de lava. De hecho, la mayoría de las zonas rojas del mapa de peligro volcánico del Osorno están ligadas a estos aluviones volcánicos que han pasado por allí antes, y que seguramente pasarán por allí de nuevo en caso de una nueva erupción. Uno de los pueblos que está en el paso de un antiguo lahar es Las Cascadas, que fue reconocido hace tiempo como uno de los que está en una zona con muy alto riesgo. Así que se armó un plan de emergencia volcánica, donde la comunidad está muy empoderada respecto a lo que puede hacer el volcán, y se han establecido medidas de mitigación, para poder desviar los futuros lahares en el futuro. Eso ayuda a mitigar el potencial impacto de una erupción del volcán, pero no debemos olvidar que no sabemos por completo como sería una futura erupción del Osorno. También parte del plan de emergencia involucra a simulacros de erupciones, donde la comunidad así también se prepara. Todas buenas medidas, sin duda, que debemos replicar en más partes del país. La prueba de fuego, empero, será una futura erupción del Osorno: ¿será explosiva, a través del cráter? ¿fisural, con grandes ríos de lava, como las del volcán Bardarbunga en Islandia? Volviendo al comienzo de esta historia, hasta el día de hoy podemos ver una fisura por la cual salió la lava de la erupción de 1835, de una manera fluida, avanzando varios kilómetros. El Osorno, ciertamente, nos puede sorprender.

Y más aún, el Osorno está lejos de estar dormido. Es un volcán bastante activo. Uno que tiene bastantes sismos, y estuvo incluso en alerta amarilla hace pocos meses. Los dos tipos de sismos más típicos que hay en una zona volcánica son los llamados Volcano-Tectónicos (les decimos VT para simplificar), que ocurren cuando la roca bajo nuestros pies se fractura de alguna forma, y los de Largo Período (LP, en corto), que están ligados al movimiento de fluidos. En un volcán activo suele haber fluidos moviéndose, por lo que los sismos de tipo LP son algo normal. Además, y ya que suele haber fallas locales, los sismos VT tampoco son raros. Lo complicado es cuando el número de estos sismos aumenta, y sobre todo cuando van teniendo mucha energía. Acá les muestro el conteo de estos sismos entre Mayo de 2015 y Marzo del 2019, en barras de colores, junto a una medida del tamaño de ambos, en la líneas de colores. La línea roja muestra la energía acumulada por los sismos más grandes, y la línea azul muestra una medida que se llama Desplazamiento Reducido, que ayuda a ver cuan grandes son los sismos LP. Para poder entender mejor el gráfico, los colores de fondo indican la alerta en la que estaba el volcán.

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Durante los meses del 2018 en los que estuvo en alerta amarilla el Osorno mostró dos cosas importantes: una cantidad importante de sismos tipo LP, y varios sismos bastante superficiales, que mostraban que la roca se estaba rompiendo a pocos kilómetros del flanco Noroeste. La magnitud de estos sismos también era alta, lo que podemos ver por el gran salto en la energía acumulada que ocurre en esos meses. Un escenario que se manejaba era que había un fluido (quizás magma) que estaba comenzando a abrirse camino. Pero con el pasar del tiempo los sismos fueron liberando menos energía, aunque estos últimos meses sí hemos visto un aumento en la cantidad de sismos ligados al movimiento de fluidos. Uno bastante marcado. Ahora, también podrían estar ligados a las vibraciones que se generan por el retroceso del glaciar que cubre al volcán, que ocurre durante estos meses. Pero, si se fijan en el número de sismos tipo LP en el tiempo, no hemos visto este número de sismos en los últimos 4 años. Seguramente hay fluido moviéndose, pero no lo hace de forma tan vigorosa aún. Y tampoco hemos tenido rupturas fuertes, por lo que incluso si se está moviendo mucho, está retenido, sin mucha posibilidad de subir aún. Por eso la alerta del volcán aún está en verde, aunque claro, si es que volvemos a tener sismos más fuertes, y en mayor número, no duden que la alerta va a cambiar nuevamente. Eso sí, y hay que remarcar esto, no hay nada que indique que el volcán vaya a entrar en erupción pronto.

Así que ya ven, el Osorno está lejos de estar dormido. Quizás tiene una pausa en su rutina de erupciones, pero está activo. Bastante activo.

Cristian Farías Vega es doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania, y además profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco. Semanalmente estará colaborando con La Tercera aportando contenidos relacionados a su área de especialización, de gran importancia en el país dada su condición sísmica.

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