Cómo quedaron las pandillas después de 3 años del régimen de excepción de Bukele
El régimen de excepción de Nayib Bukele ha transformado barrios peligrosos de El Salvador en zonas percibidas como seguras, gracias a la reducción drástica de la presencia de pandillas peligrosas, como la Mara Salvatrucha.
Antes, se ocultaban en sus casas y temían caminar por las calles. Pero hoy, los habitantes de distintos barrios en El Salvador pasean con libertad y sin miedo.
Este es el resultado de más de tres años del régimen de excepción de Nayib Bukele, que habría terminado por destrozar a los pandilleros más peligrosos, como la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18.
Un periodista de la BBC visitó algunas de estas colonias que, en su momento, fueron las más peligrosas del país y en las que hoy prevalece una fuerte percepción de seguridad, según evidencia el informe Situación actual de las pandillas en El Salvador, escrito por la Subdirección de Inteligencia de la Policía Nacional Civil (PNC).
“¿Hay zonas por las que me recomiendan no pasear?”, le preguntó a una salvadoreña.
“Ahora puede ir adonde quiera, gracias a Dios”.
El estado de las pandillas en El Salvador tras el régimen de excepción
En la colonia 10 de octubre, la que antes era el escenario del líder de la MS-13, Élmer Canales Rivera, alias El Crook, hoy hay un aire de tranquilidad.
Aunque todavía yacen grafitis en la pared que recuerdan quién era el que mandaba allí antes, habitantes como Rosa Amelia Mejía, una mujer que tiene una tienda de alimentos, se sienten en paz, porque “a todos los muchachos (pandilleros) se los llevaron cuando empezó el régimen”.
En conversación con la BBC, la mujer contó que nunca tuvo que pagar a las pandillas para poder conservar su negocio, pero “lo que sí hacía es que si venían a mí y me decían ‘véndenos tortillas’, yo les decía ‘tomen, llévenselas gratis’”.
Y es que el temor estaba latente: en la Navidad de 1995, la Mara Salvatrucha mató a su hermano; tres años después, balearon a su sobrino y lo dejaron con una discapacidad, y en febrero de 2024, la policía detuvo a su nieto y no lo vio más.
En otra colonia, llamada San José del Pino, donde antes reinaba el miedo, el narcotráfico y el crimen, los vecinos ahora se sientan en la puerta de sus casas. Juegan naipes, mientras los niños corren por las calles.
Hay grafitis mal borrados de la Teclas Locos, una facción de la MS-13 que hizo que esta comunidad fuera una de las más peligrosas del país en el pasado.
En Valle Nuevo, otra colonia marcada por las maras, una lugareña asegura que “hoy se puede salir más con confianza y andar a media noche en la calle”.
No obstante, un efecto colateral del régimen es que, con más seguridad, también le subió el arriendo, tomando en cuenta el salario mínimo salvadoreño, que asciende a US$365 al mes.
“Cuando nos vinimos a esta casita, antes del régimen, pagaba US$100; después me subieron a US$115; de ahí a US$120; y le han ido aumentando poquito a poquito, hasta los US$220 que pago ahora”.
La percepción de seguridad en El Salvador por el régimen de Bukele
Para Luis Enrique Amaya, consultor internacional y experto en el fenómeno de las pandillas, “de la MS-13 no quedan más que sus restos, sus vestigios, sus cenizas”.
En conversación con BBC Mundo, aseguró que, sin duda, Bukele resolvió el problema de las pandillas. Rompió sus estructuras.
Una encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) mostró que, en enero de 2025, solo el 9,8% de los salvadoreños se siente “inseguro o muy inseguro” en la colonia en la que viven.
En 2018, esa era la respuesta del 44,4%.
No obstante, la hazaña de Bukele “la ha conseguido con un altísimo costo, como encarcelar a miles de inocentes, irrespetar el debido proceso o la independencia de los jueces, pero hay que admitir que lo ha resuelto”.
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