Cuentos de sustentabilidad




Inspirado en Cuentos de Navidad de Charles Dickens a petición de mi amigo Álvaro Romo

Juan Pedro Irrigorteia – alias don Juan - era un gran empresario latifundista, reconocido en el ambiente y por los medios como un hombre ejemplar en el plano ético de los negocios. Juan tenía una linda familia; 6 hijos, muchos de ellos profesionales que trabajaban en sus empresas mientras los otros estaban por salir del colegio.

En la casa de Juan trabajaba la Sra. María, quien por más de 20 años había sido su asistente personal. María tenía tres hijos, uno en la universidad, otro en cuarto medio y el "conchito" en básica. María sentía un agradecimiento especial para don Juan, con quien llevaba años trabajando desde sus inicios, recibiendo un sueldo de $800.000 líquidos. María además admiraba sus atributos personales, entre ellos el trato recibido, la cordialidad y la confianza hacia ella. Su trabajo con don Juan le habían permitido ser el gran soporte en la crianza y formación de sus niños.

Cercano a los días de navidad, María como su asistente de confianza, era quien llevaba las cuentas privadas de don Juan, recibiendo y administrando cada semana los bonos que iban llegando de sus múltiples empresas. Siempre, hacia finales del año, María veía llegar muchos bonos por montos cercanos a los $2.000.000. Cada vez que ingresaba uno de estos la Sra. María preguntaba a don Juan qué hacer con ellos; mientras él siempre aconsejaba lo mismo, que a esas alturas de su vida y en agradecimiento a la vida, el dinero no le importaba así que lo depositara como donación de navidad.

Sin embargo, la noche del 23 de diciembre Juan no podía dormir bien. Los acontecimientos vividos en Chile a nivel de movilizaciones el 2011 lo tenían inquieto; su país había cambiado entre tanta movilización e indignación social y ahora además el nuevo gobierno quería subirle los impuestos, eliminar el FUT y quizá que cosas más. Esto no lo entendía, ya que él aportaba socialmente a través del departamento de Responsabilidad Social Corporativo, y que dado los estrechos márgenes futuros debido a la crisis eléctrica, este 2014 quizá tendría que hacer algo que no le había gustado hacer para la crisis del 80 y 98, despedir trabajadores. Inquieto, se fue a dormir.

El espíritu de la Sustentabilidad Pasada

Pasada la media noche, el espíritu de la sustentabilidad pasada llegó a su cama. Extendiendo su mano, lo sacó a través de su ventana tomando rumbo desconocido, pero que en la memoria de Juan le hacía sentido tal ruta. Llegaron al lugar donde puso su primera empresa, la productora de Chanchos Juancho. Al mirar a través de la ventanas de su empresa, apreciaba cuan joven se veía y del cómo trabajaba de sol a sol para forjar su industria.

Su empresa se localizaba en el pueblo de Persianas, quienes estaban felices que por primera vez llegara una empresa a donde ellos vivían y que veían a la empresa de don Juan como motor de desarrollo, progreso, de empleo y de ingresos. La empresa no sólo empleó gran parte de la gente del pueblo, sino que además don Juan apadrinó como sostenedor a un colegio de la zona; el colegio de La Creta, como parte de querer dejar un legado.

Sin embargo, a pesar de la alegría de los inicios, al poco correr de los años la matrícula iba decayendo al igual que los puntajes de evaluación en los test que el gobierno aplicaba; algo que Juan atribuía a la idiosincrasia del chileno, un trabajador mal agradecido, que no aprovechaba lo que se les estaba dando y por el contrario, estos siempre hacían más exigencias en términos de sueldos.

En una de las casas del pueblo veía a la Sra. María, oriunda de Persianas y quien fuera a pedirle trabajo. María era una mujer humilde, honesta y fiel por sobre todo, de campo, haciendo recordar a Juan que fueron esas las razones por la que la había contratado. Juan se sentía feliz, porque al comparar como empezó y el hoy, María era una de las asistentes personales mejor pagadas del mercado a pesar de no tener estudios terciarios con un sueldo de $800.000 líquidos; y que a través de los años, este había aumentado sus ingresos 20 veces!!!. En su primera planta faenadora de Chanchos la Sra. María recibía $40.000 de la fecha y él ganada $400.000; o sea 10 veces la diferencia, una empresa justa.

Continuando con el paseo, el fantasma le mostró otra casa a Juan. En ese instante se dio cuenta que la hermana de la Sra. María, la Sra. Juanita, era una de la agricultoras y temporeras del pueblo quien estaba feliz de mandar a sus hijos a la escuela apadrinada por Chanchos Juancho, viendo una posibilidad que sus hijas dejaran el pueblo para estudiar en la ciudad. Juan se sentía feliz.

La bondad económica y productiva en Persianas se había traducido en 20 plantas de "Chanchos Juancho", razón por la cual la Sra. Juanita alcanzó un salario de $800.000 y Juan de $15.000.000. Tal "desarrollo económico" era sin contar lo que había crecido su patrimonio y lo que recibía por rentabilidad de sus inversiones; que ya para esa fecha este recibía sobre los $35.000.000 mensuales, 45 veces más que su fiel asistente.

Juan orgulloso miraba a sus ejecutivos; sin embargo, el fantasma le mostró la verdadera razón del "desarrollo" de su empresa. Sus primeros ejecutivos se juntaban con otros productores de Chanchos para coludirse en las cantidades a vender y fijar así los precios para con eso hacer el negocio "sustentable" en el tiempo. Abrieron sociedades de inversión triangulando dinero entre sus empresas, haciendo finalmente que el valor de las acciones de Juan se incrementaran…. Juan ahora entendía el por qué de su éxito había sido tan estable. No obstante, el sueño no terminó ahí, el fantasma lo llevó a un lugar mucho más lejano.

Juan tampoco había visto el impacto ambiental de su compañía y que al final causaba un impacto social enorme. "Chanchos Juancho" sentía el orgullo de usar maíz natural de campos aledaños; campos grandes y frondosos para los cuales requería captar agua. Dado los derechos de aguas que este poseía, su éxito empresarial se había traducido en ir dejando en escasez de agua a todos los agricultores río abajo en épocas de sequía cada vez más frecuentes. Uno de los afectados era la Sra. Juanita, quien veía que sus frambuesas ya no estaban dando lo de antes y que tampoco estaban contratando temporeras, razón por la cual decidió sacar a su hijo del colegio para que la ayudara en producir sopaipillas y completos para así aumentar sus ingresos.

Pero no sólo ocurría eso!!! como ni él ni sus ejecutivos entendían nada de medioambiente, no tenían idea lo que ocurría con sus residuos industriales líquidos descargados al río. Sus abogados le decían que "cumplían con la norma", pero no se daban cuenta que río abajo la velocidad del flujo disminuía, al nivel que los sólidos se fueron acumulando formando un sedimento graso el cual fermentó. Esto, causó la pérdida de la calidad del agua, dejando al río no apto para baño, recreación y menos para pesca, en donde ya no se veía mucho la famosa trucha de Persianas.

Finalmente, Juan había sido uno de los grandes apoyadores e inversionistas de la puesta en marcha de una central termoeléctrica a carbón, la cual consideraba motor de desarrollo para bajar los precios de la energía y ser un aporte social a Persianas. Sin embargo, nunca vio las emisiones ni las descargas de agua, porque nunca lo había entendido.

El fantasma le mostró que gran parte del pueblo no entendía mucho lo que ocurría; todos fueron empobreciéndose, dejando la agricultura y la pesca para buscar otras actividades económicas. Por ser un sector rural, muchos de los niños, antes habitantes diarios de la escuela, fueron dejándola para ayudar en sus casas a aumentar sus ingresos. Juan, recién entendía lo que estaba pasando.

El espíritu de la Sustentabilidad Presente

El fantasma de la Sustentabilidad pasada tomó a Juan y lo dejó en su pieza. A los minutos llegó un nuevo fantasma, presentándose como el fantasma de la Sustentabilidad presente… lo llevó a caminar.

Este le mostró su oficina y el círculo social en los cuales se movía. Clubes de empresarios, donde muchos pensaban muy similar a él en términos de no creer en el calentamiento global – un fenómeno moderno de hippies pensaba él- y los efectos de la combustión de combustibles fósiles. Ellos encontraban que eran tonteras y que Chile no podía hipotecar su desarrollo por "hippies de mierda" que querían proteger árboles. En sus círculos, cualquiera que hablase así podía ser catalogado de izquierda o "intelectual". ¿Redistribuir impuestos? No, por favor, eso desincentivaría la inversión, en donde ya muchos pensaban mover sus empresas a Colombia o Perú y dejar atrás el país.

Algunos no entendían eso de la inequidad porque encontraban que pagaban buenos sueldos; por tanto pensaban que todo era un movimiento antigobierno de izquierda, que querían reflotar a Marx y esas ideas añejas. Muchos hacían lobby para que el gobierno no cambiara las reglas del juego. Otros incluso entraban a la política o eran parientes.

Sobre los ejecutivos que trabajaban con él, muchos buscaban complacerlo mostrándole lindas gráficas con tendencia alcista y con ganas de pertenecer a los mismos clubes que Juan frecuentaba. El fantasma le mostró como sus ejecutivos, hombre de MBAs, negociaban duramente con PyMES, sus proveedores quienes siempre estaban a punto de quebrar. Negociaciones, repactaciones, fijación de precios, sueldos al límite del ingreso familiar ético o incluso muchos de ellos pagando a oficinas de abogados para saber cómo contratar y evitar pagar imposiciones o multas ambientales - "saltándose" el sistema de evaluación ambiental - era lo típico… total el viejo ya no se metía en los negocios.

¿Sobre Persianas? El fantasma lo llevó a la zona. El colegio que apadrinaba había aparecido en las noticias. Exámenes de sangre habían mostrado la presencia de Arsénico y Plomo en niños correlacionado con peaks de contaminación de la termoeléctrica que él mismo impulsó; y que producto de su postura, había favorecido la puesta de una fundición al costado de la primera. La agricultura no existía, la pesca tampoco y el turismo menos. Juan no veía el impacto, ya no tenia campos de maíz porque compraba granos al extranjero y a otros productores del sur, quienes tenían maíz súper poderoso de marca Fonsanto.

Sobre el colegio, uno de los niños más afectados por enfermedades cardio respiratorias era el hijo menor de la Sra. Juanita, el sobrino de la Sra. María. La Sra. María enviaba la mitad de su sueldo para apoyar económicamente a su hermana dado que estaba hace años sin trabajo como agricultora, temporera y sin su puesto de completos. Sus otros hijos estaban cesantes, porque dejaron de ir al colegio hace años. Todo eso causaba que la Sra. María viviera en condiciones precarias en Santiago, preocupada de responderse cómo iba a pagar los estudios del hijo que iba a egresar del colegio y de cuanto tendría que pagar para que el "conchito" fuera a un colegio subvencionado mejor que un municipal.

Juan sólo quería despertar.

El espíritu de la Sustentabilidad Futura

El fantasma de la Sustentabilidad presente dejó a Juan en su pieza. A los minutos llegó un nuevo fantasma, presentándose como el fantasma de la Sustentabilidad futura… y lo llevó a caminar…

Juan se veía viviendo bien, con una gran jubilación, viviendo de sus rentas. Sus empresas ya no eran "chancheras", ahora eran financieras y del retail, nada productivo, sólo servicios. Chanchos Juancho ya no existía, ahora eran Inversiones BlueJohn. Sobre su familia, muchos de sus hijos vivían fuera de Chile, gracias a su desarrollo como empresario, parte de ellos se doctoraron a fuera y otros se ligaron a la política.

El calentamiento global generaba grandes sequías, en espcial en el sector de Persianas. Persianas era un pueblo fantasma, se había sido evacuado y declarado sitio en rehabilitación.

La Sra. Juanita vivía de allegada en casa de la Sra. María en una comuna segregada de Santiago; quien sufría día a día porque su jubilación no le alcanzaba para mantenerlos a todos. Es más, uno de sus sobrinos no estudió, se dedicó a la calle y se convirtió en delincuente, traficante…. Juan no quería ver más, sólo quería despertar….

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