El nuevo Congreso




La nueva composición del Congreso, que según veremos se carga a la izquierda más por intensidad que por número de parlamentarios, es un argumento adicional para sostener que la elección presidencial la debe ganar Sebastián Piñera. Y es que la izquierda que reniega de la socialdemocracia, esa que se lamenta cuando hay que llegar a acuerdos o que frunce el ceño cuando se oye hablar de Aylwin y la transición, obtuvo un resultado lo suficientemente fuerte para absorber, por su ímpetu, a la izquierda moderada.

Veamos primero los números en un Congreso que tiene más parlamentarios. En la Cámara de Diputados serán 155 diputados. Chile Vamos (ChV) obtiene una buena cifra, 73 diputados, siendo RN el partido que más crece (36) y consolidando la posición de Evópoli (6). En la otra vereda, lo que hoy es la Nueva Mayoría (NM) llega a 43 siendo el PS el partido más fuerte de la coalición (19) y luego el PC (que va en constante alza). Si a eso sumamos la DC (13) quedan en 56. El Frente Amplio (FA) sumó la inesperada cifra de 20 diputados. Los restantes son de las más variadas procedencias.  

En el Senado habrá 43 senadores. Las cifras son menos favorables para ChV: en total suman 19 senadores. La NM quedará con 21, de los cuales seis son DC. Los otros tres se ubican más a la izquierda (Navarro y Latorre) o se alinean con ella (Bianchi).

¿Qué significa esto en términos legislativos? Que ninguna coalición alcanza por sí sola la mayoría. A ChV, para la mayoría absoluta, le faltan seis en la Cámara y tres en el Senado. La NM, por su parte, requiere unir a casi todas las demás fuerzas para obtener la mayoría en la Cámara. Y respecto a los otros quórums la distancia es mucho mayor.

Los números muestran entonces que cualquier reforma que intente llevar adelante un futuro gobierno del expresidente Piñera requerirá sumar apoyos de otras coaliciones. Eso asegura, al menos, contrapesos y negociación.

El problema se presenta si, aunque menos probable, es Guillier quien llega al gobierno. Él también tendría que negociar para conseguir mayorías; pero es poco probable que lo haga con ChV y regularmente preferirá hacerlo con su izquierda, el Frente Amplio. Éste, como sabemos, es más duro y purista. Entonces, ¿quién será el contrapeso? ¿Quién moderará los sueños sesenteros que predica el FA? La DC ya no jugará ese rol al perder a figuras históricas que encarnaron en estos años la moderación. ¿Y el PS? Es probable que el PS, al romper la alianza con la DC, abandone lentamente la socialdemocracia para retomar posiciones neomarxistas que encarna hoy el PC. Resucita así una alianza histórica que solo la transición había dejado atrás. Y a todo ello se suma la presión del nuevo FA que, con esa autodeclarada superioridad moral, tironeará insistentemente a la centroizquierda hacia posiciones más extremas. Así las cosas, es difícil ver espacios de moderación en una alianza como ésa.

Por eso es que, si se buscan gobiernos moderados y cambios paulatinos, a mi juicio es Piñera quien debe gobernar.

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