Política y música: un matrimonio por conveniencia




Música, publicidad y política han estado estrechamente entrelazadas gran parte de la historia política de Chile y el mundo, desde el surgimiento de la radiodifusión por allá en los años veinte. Primero, creando los patrones de consumo en el país conjuntamente con la gráfica publicitaria, y posteriormente en la comunicación política, por tratarse de una poderosa herramienta emocional  tanto para los partidos como campañas políticas. Evidencia lo señalado,  el himno "Venceremos" de Quilapayún, que le otorgó una lírica refundacional a la campaña de Salvador Allende G. en 1970, o los seguidores de Jorge Alessandri R., que emocionaban a los electores cantando megáfono en mano el jingle de campaña del candidato presidencial en los campos de Colchagua.

Venceremos, Quilapayún

Jingle presidencial de J. Alessandri R.

De alguna forma, la música es parte de nuestra vida desde que nacemos, activando los momentos más felices y memorables, lo que tenía claro Charles Darwin cuando decía  que "la música despierta en nosotros diversas emociones, pero no las más terribles, sino más bien los sentimientos más dulces de ternura y amor".

Esencialmente la música estimula emociones. La letra, la melodía, el ritmo y la armonía van llegando a lo más profundo de nuestros sentimientos, lo que incentiva acciones. Predisponiendo así estados de ánimo profundamente emocionales, tal como ocurrió con "Strange Fruit" cuando la cantó Billie Holiday como una forma de protesta, intentando impactar al mundo del espectáculo sobre el racismo en EE.UU.,  lo que logró con creces. Así era su letra:

"De los árboles del sur cuelga una fruta extraña. / Sangre en las hojas, y sangre en la raíz. / Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña. / Extraña fruta cuelga de los álamos./Escena pastoral del valiente sur. / Los ojos saltones y la boca retorcida. / Aroma de las magnolias, dulce y fresco. / Y el repentino olor a carne quemada. Aquí está la fruta para que la arranquen los cuervos. / Para que la lluvia la tome, para que el viento la aspire, para que el sol la pudra, para que los árboles lo dejen caer./ Esta es una extraña y amarga cosecha".

Billie Holiday, solo de piano y voz. Desgarradora.

Como vemos, la relación de la política con la música posee variadas dimensiones, desde  un jingle de campaña,  hasta un himno de partido o canción de protesta. Sin ir muy lejos, en su estilo irónico de siempre, Woody Allen caricaturiza esta relación diciendo que "cuando escucho a Wagner, me dan ganas de invadir Polonia", refiriéndose a las tendencias musicales de Adolf Hitler y los jerarcas del Tercer Reich. Al respecto, el politólogo Gutiérrez-Rubí precisa que "La utilización de la música en la política (sobre todo en campaña electoral), ayuda a la conexión emocional con el ciudadano, a la identificación de un partido, de un candidato…de manera muy efectiva". El mejor ejemplo es la canción Nacional de Chile o la Internacional para los socialistas, que junto a banderas y símbolos estimulan una gran cantidad de sentimientos cargados de emoción, usados en política frecuentemente.

Así, se puede verificar que existen muchísimos ejemplos de utilización de la música para tratar de convencer a ciudadanos acerca de una política pública como también para movilizar al electorado. Al respecto, T. Brader dice que la música "ni completa o substituye el mensaje verbal, pero afila su efectividad alterando como se recibe el mensaje"  Es así como  los spots electorales han sido uno de los soportes en que la música ha desarrollado toda su eficacia. Como prueba están los jingles de la Campaña del No "La alegría ya viene"  y del Sí "Dale, dale Pinochet" para el plebiscito de 1988, en que ambos conglomerados emplearon la emoción desde una perspectiva positiva, alegre y optimista, mirando hacia el Chile futuro, más que el pasado funesto, divisorio y cargado de negatividad.

Otro buen ejemplo en EE.UU., es la campaña de reelección de Ronald Reagan en 1984 con "It's morning again in America",  combinando a la perfección lenguaje verbal, uso de imágenes y colores, y por sobre todo, la música. Las orquestas, con toques militares, son un modo muy eficaz de dar ritualidad solemne a un mensaje. Pero no sólo existe esta relación en los spots, las campañas electorales norteamericanas suelen tener una canción de campaña que va más allá de crear una relación emocional, sino que adquiere auténtica significación por sí misma. Tal como en el caso del presidente Obama, que recurrió a los irlandeses U2 para convertir la canción "City of blinding lights" en su canción de campaña, o Clinton que utilizó en 1992 el tema "Don't stop" de Fletwood Mac, una declaración de deseos para dejar atrás 12 años republicanos. O Ronald Reagan, que no dudó en hacer del hit "Born in the USA", de Bruce Springsteen, su himno; o en tono más freak,  la burda copia del "Yes we can" por parte del presidente Rouhani de Irán.

Versión "Yes we can" iraní:

Versión "Yes we can" original de campaña Obama:

Finalmente,  las canciones y la música son espejo de la época que les toca vivir, al igual que cualquier disciplina artística. Hablo de coyuntura y de grupos pop, como también de los más militantes; aquellos que escapan de la instrumentalización política en función de un objetivo comunicacional, que es lo revisado en esta columna. Me refiero más bien a esa canción "seudopolítica",  no de protesta, sino de "téngase presente musical", que vigila los pasos de los políticos y gobiernos de turno atacándolos sutilmente o directamente en función de un malestar popular contingente.

Algunos casos actuales destacados,  son grupos como Calle 13 con "Latinoamérica" o Amaral en "Ratonera",  golpeando en forma brutal a la oligarquía política española. A continuación, aprovechando un listado generado por el comunicador  Martín Granados, va un listado de canciones políticas publicadas en los últimos años,  deseo que las disfruten.

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