Los otros chilenos del streaming

De izq. a der. y de arriba a abajo: Andrea Fernández, Víctor Paredes, Soledad Salfate, Felipe Criado, Frances Cabezas-Miller y Sebastián Sepúlveda.

Las plataformas han impuesto una serie de cambios impensados para espectadores y cineastas del mundo. También han gatillado que realizadores locales que ocupan puestos claves detrás de las cámaras empiecen a trabajar en proyectos con una potencial audiencia mundial, ya sea desde Chile o el extranjero. Aquí, sus historias.


La arremetida de las plataformas de streaming generó un efecto dominó. Primero, estrellas que jamás harían televisión empezaron a hacer la fila para protagonizar series costosas y ambiciosas. Luego, cineastas que sólo pensaban en ver su trabajo proyectado en la pantalla grande, de pronto le vieron algo bueno a hacer películas para servicios digitales. No mucho después los guionistas y directores europeos, latinos y asiáticos comenzaron a contar historias para una audiencia internacional a la que jamás sospecharon tendrían acceso.

Ya sea como una causa natural de los cambios de la industria (los más) o como una búsqueda deliberada (los menos), un grupo de artistas chilenos que trabajan detrás de cámara se abren paso en el streaming. Una realidad antes insospechada –trabajar para compañías extranjeras que garantizan estreno simultáneo en decenas de países– hoy es parte de una tendencia al alza entre vestuaristas, animadores y montajistas. Aquí, sus historias.

Frances Cabezas-Miller

Residente en Canadá desde mediados de los 90 –luego de egresar de Periodismo–, la vestuarista chilena ha desarrollado toda su carrera en Toronto, participando en sus primeros años en cintas protagonizadas por Robert De Niro (El enviado del mal, 2004) y Lucy Liu (Cypher, 2002), así como en varios telefilmes.

Ahora está inmersa en los últimos días de rodaje de su tercer proyecto para un servicio de streaming, Five days at Memorial (Apple TV+), miniserie protagonizada por Vera Farmiga (El conjuro) que cuenta la dramática realidad de un hospital de Nueva Orleans tras la llegada del Huracán Katrina en 2005.

En esa producción Cabezas-Miller oficia como compradora de vestuario, labor en la que se especializó y que viene de desempeñar en Orphan black, Schitt’s Creek –la última comedia ganadora del Emmy–, Tiny pretty things (Netflix) y la cuarta temporada de The handmaid’s tale (Hulu, en Chile en Paramount+). Desde ese lugar es testigo de cómo la vertiginosa era del streaming ha ido de la mano del incremento de los presupuestos y una factura superior.

“Cada episodio ahora cuesta lo que costaba hace diez años una película entera. La televisión se ha transformado en el nuevo cine en cuanto a lo que es presupuesto”, plantea la profesional, consciente de los cambios que viven las ficciones de ese calibre.

No termina de imaginar, admite, cómo habría sido su trayectoria si hubiera intentado iniciar una carrera similar en Chile, pese a que en el último tiempo las plataformas han multiplicado sus proyectos fuera del inglés. En la industria norteamericana, “hay una estructura que ha sido probada y estudiada, y funciona. Se mueve al minuto, todo lo necesitan para ayer. Para aprender eso de la nada, hay que pasar por varios golpes y estar expuesto a cómo se encuentran soluciones rápidas”.

Víctor Paredes

Wolfwalkers se erigió como una de las mayores luces de la animación del último año, llegando a los Oscar, los Globos de Oro y los principales premios de la industria. Esa mágica historia sobre dos niñas producida por el estudio irlandés Cartoon Saloon, y estrenada en la plataforma Apple TV+, tuvo a un chileno en su equipo.

El animador Víctor Paredes se sumó a la realización del proyecto a fines de 2018, luego de trabajar desde Chile para DreamWorks (The Boss Baby: Back in business) y mudarse a Kilkenny, ciudad que se encuentra a hora y media de Dublín, en la que aún vive. Desde ahí cuenta que es parte del equipo de la primera película original de la firma irlandesa para Netflix, My father’s dragon, bajo la dirección de Nora Twomey (The breadwinner).

Una nueva prueba de fuego para él –que aquí asume una responsabilidad mayor que en Wolfwalkers– pero también para la compañía en la que se desempeña, caracterizada por una mirada autoral. “El estudio vivió un crecimiento explosivo, pero intentan mantener una línea, tanto en lo que producen como en el trato hacia sus trabajadores”, sostiene.

En el nuevo largometraje Paredes ejerce como supervisor de su área, en la que se ocupa el programa de animación del que es dueño desde diciembre pasado, Moho, tras finalizar una extensa negociación que contó con el respaldo de Cartoon Saloon. “El reto es mucho más grande para nuestro departamento. Tenemos más planos que animar, más tareas que cumplir, más personajes de los que estamos a cargo. Y estamos desarrollando herramientas nuevas para la película”, señala.

Personalmente, no se considera un espectador habitual de los servicios de streaming, pero valora que han contribuido a darle nuevos bríos a la animación 2D, la técnica en la que él se ha especializado y que históricamente ha dado vida a clásicos como Pinocho o El rey león. “Luego de que un momento estuvo en una caída libre, casi muerta, está resurgiendo en gran medida gracias a plataformas como Netflix, que están dispuestas de nuevo a financiar proyectos 2D”, opina.

Y no pierde de vista el alcance del streaming. “Lo bonito de estar trabajando para Netflix es que yo sé que la película la van a ver todos mis primos chicos y los hijos de mis amigas, por la masividad y lo simple que es acceder”, concluye.

Sebastián Sepúlveda

Repitiendo la lógica de su estrecha colaboración, el director y montajista Sebastián Sepúlveda estuvo en Nueva York desde el primer día del rodaje de Lisey’s story, la miniserie que Pablo Larraín filmó a partir de la novela de Stephen King, estrenada en junio pasado en la plataforma Apple TV+.

Esa experiencia implicó algo nuevo para la dupla: el cineasta de Tony Manero (2008) fue productor ejecutivo de su ópera prima, Las niñas Quispe (2013), y él ha sido quien ha editado casi todos sus filmes desde El club (2015) hasta Spencer (2021), pero nunca habían trabajado juntos ni en una serie ni en un proyecto para un servicio de streaming.

“La mayor parte de la gente que estaba en ese proyecto provenía del cine. Ese movimiento está sucediendo y yo creo que es bueno para las series y para el cine, porque es un oficio. Yo aprendí mucho dentro de este proceso que es más largo, seriado”, señala el realizador sobre la producción liderada por Julianne More como la viuda de un escritor (Clive Owen), y en la que pudo conocer a uno de sus ídolos de juventud: el director de fotografía Darius Khondji (Siete pecados capitales, Delicatessen).

Formado en escuelas de cine de Francia (La Fémis) y Cuba (San Antonio de los Baños), Sepúlveda fija sus preferencias en la pantalla grande, donde se le abrieron puertas tras el debut de Jackie (2016), la película de Larraín sobre Jackie Kennedy. Desde ahí se explica que hoy cuenta con representantes en Europa y Estados Unidos, con quienes tiene conversado que prioricen filmes por sobre producciones televisivas.

Aunque antes de Lisey’s story estuvo cerca de abrir una excepción: la serie The OA (Netflix), de los estadounidenses Brit Marling y Zal Batmanglij, que no pudo realizar debido a topes de agenda. “Fue una pena no trabajar con ellos, como creadores son muy interesantes, talentosos, y la serie era muy buena”, indica, junto con agregar que vio The Crown para prepararse antes de montar Spencer, la versión de Larraín sobre los días en que Lady Di se separó del príncipe Carlos, que se exhibe la próxima semana en el Festival de Venecia. “Siempre es importante analizar la mirada sobre los temas y la manera de contar. La forma en que se cuentan las cosas es lo que más me apasiona”, define.

Andrea Fernández

Una impredecible criatura rosada mezcla de gato y unicornio era la protagonista de Unikitty!, la serie de animación de Lego y Warner Bros. que estuvo al aire entre 2017 y 2020 en Cartoon Network y hoy es parte del catálogo de HBO Max. En el salto del personaje a la pantalla chica –su introducción fue a través de la película La gran aventura Lego (2014)– fue clave Andrea Fernández, artista chilena que contribuyó a definir la visualidad de los capítulos desde sus funciones como directora de arte.

Nacida en Viña del Mar, la también ilustradora comenzó su carrera en Toronto y después se movió a Los Angeles, Estados Unidos, desde donde ha realizado sus trabajos más importantes. Allí completó su labor en su primer proyecto original para una plataforma de streaming: The Cuphead Show!, serie que Netflix lanzará durante los próximos meses y donde vuelve a desempeñarse como directora de arte. El estreno acumula altas expectativas, porque es la adaptación de Cuphead (2017), popular videojuego inspirado en las producciones animadas de los años 30.

“He podido trabajar en muchas industrias diferentes. Empecé en la animación en un tiempo en que no había tantos proyectos. Después que salió Netflix todo explotó”, dijo en un conversatorio de FAN CHILE Festival Audiovisual para Niños en 2019, en referencia a una trayectoria que incluye pasos por jugueterías, videojuegos y libros.

Fernández vivió en Chile hasta los cuatro años y luego, a su regreso a los siete desde Canadá, estudió en el país hasta ser adolescente. Posteriormente, toda su carrera profesional la ha desarrollado en Norteamérica, pero no pierde de vista sus orígenes. “Una de las cosas más interesantes para mí a futuro sería hacer proyectos latinoamericanos, pero con la calidad de Hollywood”, aseguró a La Tercera en 2017. Su primera incursión de la mano de la principal plataforma de streaming del mundo podría hacer más palpable ese objetivo.

Soledad Salfate

Este año la montajista de Una mujer fantástica (2017) y Gloria Bell (2018) acumula dos estrenos en Netflix, ambos grabados en México: El baile de los 41, película recientemente nominada a 11 categorías de los Premios Ariel, y Somos., serie inspirada en las vidas de las víctimas de la Masacre de Allende.

Esta última, concebida como una especie de “anti Narcos”, le permitió encabezar un equipo editorial de cinco personas y compartir por primera vez junto al productor y guionista estadounidense James Schamus (Secreto en la montaña, El tigre y el dragón), creador de la ficción de seis capítulos. “Tiene un oficio en el cuerpo que es incalculable. Fue un intercambio creativo muy rico”, indica Salfate sobre un proyecto al que llegó mediante la cineasta mexicana Natalia Beristáin (El presidente). “Me di cuenta que los americanos cuando te contratan confían en tus capacidades creativas y técnicas, no las cuestionan, y eso te da una seguridad que te hace trabajar mucho mejor. Eso en Chile y en Latinoamérica sí está en cuestión”, apunta.

“Empecé a colaborar con México antes de Una mujer fantástica, supongo que les habrán gustado algunas películas que hice y que se mueven en festivales”, explica sobre un vínculo que acaba de sumar el filme El comediante (Netflix), dirigido por Gabriel Nuncio y Rodrigo Guardiola.

“El cine a través de las plataformas también ha botado todos los muros respecto a poder hacer proyectos multiculturales. Y yo tengo abiertas las puertas para todo lo que me seduzca a nivel creativo y que me interpele y me conecte con las realidades sociales de las que quiero hablar. Eso puede ser en Estados Unidos, en India o en Chile”.

Sus últimos meses también los ha dedicado al trabajo de un documental de origen mexicano y estadounidense para Netflix, realizado por el director de Las tres muertes de Marisela Escobedo (2020), y a la serie de Los Prisioneros de Movistar y la productora Parox. “Las plataformas dan para mucho, es como ir a un supermercado gigantesco, uno decide lo que va tomando. Pero creo que cada vez se están dando más cuenta de que necesitan contar historias más relevantes en términos sociales y artísticos”, cierra.

Felipe Criado

Especializado en vestuario y con orígenes en el teatro, Felipe Criado completa cerca de un año experimentando el vértigo de la industria audiovisual mexicana. Luego de casi una década de trayectoria en Chile (fue parte de Prófugos, Neruda y Una mujer fantástica, y se encargó del codiseño de vestuario en Tarde para morir joven y Ema), se instaló a vivir en México a días de que la pandemia decretara el cierre de fronteras.

Su debut en ese país –demorado hasta agosto por el Covid– fue una participación como asistente de diseño en la primera etapa del rodaje de Dale gas (Netflix), serie de acción creada y dirigida por Alejandro Fernández Almendras, con quien nunca había colaborado en proyectos locales.

Hace unas semanas completó su labor en Ámsterdam, serie de comedia de HBO sobre los vaivenes de una pareja, donde se encargó del diseño en las grabaciones que se realizaron en México. Y entre ambas producción trabajó en una etapa de las filmaciones de Limbo, la nueva película de Alejandro González Iñárritu, que inicialmente será un estreno de cines.

“No tengo el contraste de cómo era antes (de las plataformas en México) y cómo es ahora. Pero sí se están haciendo muchas cosas. Yo, que no conozco a mucha gente, he logrado sostener bastante bien un flujo de trabajo durante un año”, explica sobre sus últimos meses profesionales.

Antes de emigrar alcanzó a realizar el diseño de vestuario de Nadie sabe que estoy aquí, el primer largometraje chileno de Netflix, y de Distancia de rescate, cinta de la peruana Claudia Llosa que se filmó en el sur a comienzos de 2019 y que debutará en octubre en el mismo servicio de streaming. “Por la dirección, por el arte, por la delicadeza del guión, no sentí que estaba haciendo una película para una plataforma”.

Su interés principal, dice, está menos en las posibilidades que brinda el streaming que en la historia que le presenta cada proyecto. Con ese eje, por el momento, persistirá en su carrera en Ciudad de México. De hecho, desistió de venir a Chile a hacer una nueva cinta. “Después de varias conversaciones, concluí que necesito dar más pasos acá. El guión que leí estaba increíble, pero tenía ofertas laborales en México”, define.

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