AMIA y el terrorismo en la región

SEÑOR DIRECTOR:
Quienes han participado en un acto conmemorativo del atentado de la AMIA, como el que tendrá lugar hoy 18 de julio, se conmueven con la alta convocatoria. Seguramente, también les llaman la atención las estrictas medidas de seguridad. ¿Sería alguien capaz de atentar contra los familiares de las víctimas de un ataque que sigue impune?
Si comprendemos que la AMIA es uno de los hitos del terrorismo contra los judíos iniciado por la Revolución Islámica (1979), lo anterior no nos sorprendería tanto. De hecho, dos años antes fue la Embajada de Israel en Buenos Aires: el primer objetivo de los que importaron el terrorismo a nuestro continente.
Treinta y un años después, los familiares de las 85 personas masacradas en la AMIA aún no encuentran la justicia, entre ellos, la del chileno Carlos Avendaño y la de la mujer avecindada en Chile Susana Wolynsky.
Responsables, en la práctica, siguen conspirando para matar judíos. Sin ir más lejos, Ahmed Vahidi, un alto funcionario del régimen es señalado como uno de los culpables del atentado. Irán, además, cuenta con una milicia para atentar contra blancos alrededor del mundo, la Fuerza Quds. La amenaza nuclear iraní, aunque sufrió un revés, sigue latente. A su vez, extrañas cosas ocurren en nuestro continente: la embajada iraní en Bolivia tendría 600 diplomáticos acreditados. ¿Para qué necesitan tantos?
La reciente decisión de la justicia federal argentina de iniciar el juicio in abstentia a ciudadanos libaneses e iraníes implicados es solo una medida simbólica. Tampoco es esperable que, tras tres décadas de investigación, dicho juicio aporte nuevas pistas de lo que actualmente ya se sabe. La herida de AMIA sigue siendo una herida abierta.
Eduardo Guerra
Abogado
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