Cumbre de izquierda

SEÑOR DIRECTOR:
En la recta final de su mandato y sumido el país en un profundo déficit fiscal, Gabriel Boric organiza una costosa cumbre de izquierda. Los presidentes Pedro Sánchez, Lula da Silva, Gustavo Petro y Yamandú Orsi vendrán a Chile a reflexionar sobre el “multilateralismo basado en la justicia social”. La cumbre se suma a una larga lista de desaciertos en la conducción internacional de Boric. Estamos ya acostumbrados a las destempladas declaraciones del Presidente difundidas por redes solo segundos después de conocerse una noticia, o a su incontinencia mediática como cuando asiste a BRICS sin un objetivo claro de bien común.
El problema de Boric no es su antipatía por Trump o su cercanía con la causa palestina. El primer inconveniente es que Boric se comporta en el plano internacional como si fuese un ciudadano común sin serlo. Lo que diga o haga el Presidente en esta esfera, es lo que dice y hace Chile en el mundo, y su imprudencia, es claro, ha arriesgado irresponsable e innecesariamente represalias arancelarias para Chile.
Pero en una segunda dimensión, la opción de Boric por organizar una cumbre ideológica al terminar su mandato raya verdaderamente en el desprecio institucional. Invocar la espontaneidad del Presidente, o la coherencia de su proyecto político es una falacia. Al organizar la cumbre, el Presidente Boric no ejerce el poder con transparencia, sino que abusa del poder. Al valerse de la visibilidad del cargo y emplear los recursos fiscales para potenciar su propia agenda ideológica, Boric instrumentaliza la política internacional del Estado para proyectar su liderazgo político personal en Chile, en la región y en el mundo.
Fernanda García
Faro UDD
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