El resto es populismo

SEÑOR DIRECTOR:
La nueva metodología para medir la pobreza en Chile hará que esta se triplique. Cambia el termómetro, pero la realidad de las familias seguirá siendo la misma. Esto solo generará presiones políticas en las candidaturas presidenciales y en el Ejecutivo. Debemos ser cuidadosos y abordar el desafío con responsabilidad.
Un error sería caer en la tentación de homologar el “salario vital” con el sueldo mínimo, cuando importa el conjunto de ingresos monetarios del hogar. Otro sería solo considerar los ingresos del trabajo (fuente principal), sin incluir transferencias del Estado -como la PGU- y otras rentas del capital.
Al cierre de 2025, el salario mediano y promedio estará en torno a los $678 mil y $962 mil, respectivamente. Todos queremos que estas remuneraciones mejoren, la pregunta es cómo. La fijación de precios por ley es el camino equivocado. Durante el gobierno del Presidente Boric, el sueldo mínimo habrá más que duplicado en términos reales el incremento de los salarios medios. Este aumento artificial de los salarios -en el contexto de una economía que apenas crece al 2%- ha incrementado los costos del empleo deteriorando seriamente el mercado laboral: 918 mil personas sin trabajo, 10,1% de desempleo en las mujeres (el peor desde la pandemia), y la creación de apenas una décima parte del empleo que necesitamos en los últimos 12 meses. Hoy se pagan cerca de 950 mil salarios mínimos, 75% de ellos en las MiPymes, las cuales se están apretando el cinturón para aplicar las 40 horas, viendo que aumentarán en un 60% sus costos previsionales cuando la reforma de pensiones esté en régimen.
Existe una vía posible, más larga, pero que lleva a resultados duraderos: retomar el crecimiento económico y así mejorar los salarios. Cuando el PIB de Chile crecía un 4,8% promedio anual (2004-2013), los salarios reales crecieron un 2,4% promedio. También se deben focalizar recursos consolidando programas y transferencias del Estado.
No caigamos en la tentación de poner la carreta delante de los bueyes. Seguir subiendo el salario mínimo -a $750 mil, como proponen algunos- solo profundizaría la crisis, afectando especialmente a las mujeres. No podemos tomar el atajo que nos conduce al despeñadero. Tenemos que volver a crecer, recuperar el ahorro, la inversión y el empleo. Es lo único que nos permitirá mejorar los ingresos de las familias en forma sostenible. El resto, es populismo.
Alejandro Weber
Decano Economía Negocios y Gobierno USS
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