SEÑOR DIRECTOR:

Valparaíso se ha transformado en sinónimo de una ciudad decadente y abandonada, donde siempre hay señales de urgencia y desprotección, y en la que las crisis parecen eternas. Las diversas noticias de los últimos días convocaron nuevamente a los permanentes fantasmas del declive y la postergación.

Sin desconocer que la ciudad enfrenta una realidad compleja, con múltiples desafíos que requieren atención urgente y soluciones sostenidas, hay que decir que Valparaíso nunca se aborda desde su potencialidad: es el principal polo cultural regional de Chile; como ciudad universitaria permite impulsar proyectos de investigación situada, innovación social y vinculación con el medio; el turismo sigue siendo convocante, dinámico y generador de empleos.

A diferencia de otros sitios patrimoniales, en Valparaíso la vida cotidiana permanece sin ocultarse. Los problemas son muchos, es indudable, pero uno de los mayores valores de la ciudad son las comunidades que permanecen activas. Es urgente que aprendamos a ver lo que se mueve, lo que se cuida y lo que se construye cada día en sus cerros, más allá del paralizante discurso de la ruina.

Valparaíso no es solo abandono ni deterioro, como las visiones más paternalistas han buscado instalar desde hace décadas. Toda ciudad es un espacio de múltiples realidades, pero nunca puede reducirse únicamente al declive. Reconocer esta complejidad es fundamental para que las autoridades pertinentes diseñen políticas públicas integrales que busquen, una vez más, revitalizar la ciudad.

Magdalena Dardel C.

Dpto. Artes Integradas UPLA