Francisco y su estrecha relación con la literatura: "El Papa es fanático de Borges"

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La obra del cuentista y ensayista argentino nunca fue ajena al Papa Francisco, quien lo llevó ante sus estudiantes cuando impartía clases de literatura.


El calendario marcaba agosto de 1965 cuando el profesor de literatura Jorge Mario Bergoglio sorprendió a sus alumnos del Colegio Inmaculada Concepción de la provincia argentina de Santa Fe. El futuro Papa Francisco dijo a sus alumnos: "Les traigo al escritor que no necesita presentación". Allí, apoyado en su bastón, entró el hombre que figuraba como candidato al Nobel de Literatura y a quien los estudiantes conocían bien: leían sus cuentos y poemas en clase, según relató el entonces cardenal Bergoglio al prologar el libro De la edad feliz, que evoca momentos de su vida como aquel y está escrito por uno de esos afortunados alumnos, el hoy periodista Jorge Milia.

"Como ejercicio literario les pedía que escribieran cuentos; me impresionó su capacidad narrativa. De los cuentos escritos seleccioné algunos y los escuchó Borges", recordaba el Papa Francisco en el texto fechado el 1 de mayo de 2006.

"Él también quedó impactado y alentó la publicación; además quiso prologarla", dice el Pontífice, en un texto que parece dialogar con aquel prólogo de Borges al introducir el libro de los alumnos, llamado Cuentos originales.

"Este prólogo no solamente lo es de este libro, sino de cada una de las aún indefinidas series posibles de obras que los jóvenes aquí congregados pueden, en el porvenir, redactar", apuntó Borges.

"Es verosímil que alguno de los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces, los bibliófilos buscarán este breve volumen en busca de tal o cual firma que no me atrevo a profetizar", escribió el hombre de El Aleph, el 7 de octubre de 1965.

"Borges era un viejo zorro sumamente seductor. Cuando lo dejabas articular dos palabras el mundo cambiaba y era todo magia", rememora Milia.

"Este Papa es fanático de Borges", diría la viuda del escritor, María Kodama, cincuenta años después, invitada por el colegio para recordar aquel encuentro.

La religión nunca fue ajena al cuentista, poeta y ensayista argentino. Hasta el final de sus días nunca dejó de preguntarse sobre el misterio de la trascendencia.

Poco antes de morir en junio de 1986, Borges hablaba con Kodama de estos asuntos. "Le dije que yo no podía responder estas preguntas, porque también era agnóstica, y que era mejor que hablase con un teólogo", evoca en una entrevista con El País. "Él me dijo que hablaría con un sacerdote católico y un pastor protestante, en homenaje a su abuela inglesa".

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