Gloria Bell y Gloria: semejanzas y diferencias

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Este jueves llega a cartelera la nueva película de Sebastián Lelio, remake de su cinta de 2013 protagonizada por Paulina García. Esta vez, el protagonismo recae en la oscarizada Julianne Moore, y Lelio asegura que lo suyo fue hacer, no rehacer.


Desde que existen las historias, las que han dejado alguna huella se vuelven a contar. Así ha terminado pasando con Gloria, dirigida y coescrita por Sebastián Lelio, que arrancó su recorrido hace 6 años y dos meses en la Berlinale. Eso sí, dado que las películas pueden y deben ser mucho más que una historia, para el cineasta no hay dudas, ahora que llega a salas chilenas Gloria Bell (2018), respecto de las distancias entre ambas.

Antes siquiera de considerar que hay dos ciudades, dos películas y dos idiomas distintos entre uno y otro filme, plantea Lelio que cuando se trabaja con otra actriz, "si bien no cambia la historia, el ADN de la película cambia. Y así como la primera película era una carta de amor a Paulina García, la segunda versión tiene mucho de carta de amor a Julianne Moore".

El director, en declaraciones a Culto, deja claro que el tema va mucho más allá de andar comparando. Y si bien entiende que habrá en el público quienes quieran jugar a las siete diferencias, el ejercicio no tiene para él gran interés. Agrega que no hubo siquiera un día en que llegara al set en Los Ángeles, California, con la idea de "rehacer" cosa alguna. Iba a rodar, más bien, con el propósito de "hacer que las escenas funcionaran. A ordenar todo ese caos e intentar salir de ahí con escenas que tuvieran vida, que fueran vibrantes. Yo había visitado esa historia, pero eso solo me daba mayor conocimiento de ella y de los personajes: no garantizaba en nada que la película fuese a estar viva. Cuando cambias los actores, los lugares, la paleta de colores, ya no estás rehaciendo. Es la idea de que no puedes bañarte dos veces en el mismo río".

Distintas e iguales según qué se les vea, hay acá dos películas hechas y derechas.

La una y la otra

El Oso de Plata a Paulina García como mejor actriz en 2013, fusionó el acuerdo del jurado con el favor entusiasta que el público berlinés manifestó por la actriz chilena: Gloria fue la primera cinta de la competencia oficial en ofrecer, para decirlo en chileno, un final tira p'arriba (al compás del hit homónimo de Umberto Tozzi); también, la primera en mucho tiempo, al decir de los visitantes frecuentes al Festival de Berlín, en ver una ovación de la envergadura que allí se constató.

Así fue como Gloria Cumplido -58 años, oficinista separada, madre de dos adultos, deseosa de bailar y de vivir- fue generando identificaciones y empatías de modo transversal, cuando no universal. Tanto así, que hizo posible un remake en inglés: una práctica hollywoodense tradicional respecto de filmes en "lengua extranjera", pero poco común cuando el director del original queda a cargo de la reversión. Y ese fue el caso de Lelio, a quien Julianne Moore, siempre atenta a correr el cerco cuando se trata de sus roles, esperó pacientemente hasta que se dio la ocasión de ser la protagonista (además de la productora ejecutiva).

Cual cover de canción chilena por una banda extranjera, para usar un símil del propio Lelio, Gloria Bell tiene a una protagonista que en lo esencial sigue los pasos de su tocaya chilena: es empleada en una aseguradora, su hijo (Michael Cera) es padre de una guagua cuya madre anda buscándose a sí misma, y su hija (Caren Pistorius) enseña yoga y está emparejada con un deportista europeo. Igualmente, conoce en un club senior al dueño de un parque de entretención con paintball (John Turturro en vez de Sergio Hernández), quien se revelará como un pusilánime, tal como en la cinta original.

Dicho esto, hay múltiples diferencias, algunas más significativas que otras. Entre las primeras, el propio Lelio destaca la inclusión de la banda sonora original, a cargo de Matthew Herbert, allí donde Gloria solo incluía canciones preexistentes. Y hablando de canciones, importantes como son para definir a la película y a su personaje principal, se repite en los créditos la consultoría musical de Marisol García y varía la oferta de títulos: si la película de 2013 arrancaba en un salón de baile con "Duele, duele", en las voces de Frecuencia Mod, la de 2018 lo hace en una locación análoga, pero con "Never can say goodbye", de Gloria Gaynor; si Gloria Cumplido canta "Eres", de Massiel, en el auto camino al trabajo, Gloria Bell hace lo propio con "All out of love", el clásico ochentero de Air Supply. Y la "Gloria" que se escucha al final no es la de Tozzi, sino la versión de Laura Branigan, mucho más familiar en EEUU.

No menos visible, asimismo, es el factor geográfico: si el carácter precordillerano de Santiago hacía atendible que el novio de la hija de Gloria Cumplido fuese un montañista, a su equivalente en Gloria Bell le viene bien andar surfeando. Y si la "arrancada" de los personajes de García y Hernández tuvo como destino la turística Viña del Mar, Arnold no puede ahora menos que reconquistar a Gloria –o intentarlo, aunque sea- con los placeres lúdicos de Las Vegas. Finalmente, si los ecos del crispado 2011 se colaban en el almuerzo de Gloria con sus amigos, en la situación equivalente de Gloria Bell el gran tema es el de las armas de fuego y cómo controlar su tenencia.

Cuenta Lelio que en un principio, cuando se presentó la opción cierta de hacer una película basada en Gloria, tuvo la idea de “cambiar muchas cosas”. Sin embargo, advirtió luego que “no tenía sentido deformar la historia original para intentar contar otra historia, sino que se trataba de honrar los hallazgos de la primera historia, tratando de encontrar en esta versión nuevos destellos. Una vibración distinta”. Después de todo, remata, “el misterio de Paulina García es muy distinto al misterio de Julianne Moore. Y la película se trata, en buena parte, de ese misterio. De dos realidades históricas, políticas, que se impregnan en la piel”.

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