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No hay mejor manera de retratar esa época que con alegría y desenfado. En ese sentido, Kirill Serebrennikov es un fiel rockero cinematográfico.



Ver una película como Leto (Verano en ruso) es un ejercicio saludable para alentar la apertura de mente y combatir los prejuicios. La película es un formidable ejercicio de estilo y agilidad narrativa que nos hace olvidar por un par de horas el cine de memorables vacas sagradas como Andrei Tarkovsky y su discípulo Alexander Sokurov, cineastas rusos que hablan en mayúsculas y cuyos temas nunca dejan de ser importantes, definitivos, enciclopédicos y, algunas veces, soporíferos.

Por el contrario, Kirill Serebrennikov (1969) filma con el pulso de un guitarrista eléctrico, no con el de un secretario de biblioteca soviética.

Para empezar, Leto transcurre en Leningrado (actual San Petersburgo), la más occidental y hipster de las ciudades de Rusia. En segundo término, está filtrada de un blanco y negro que parece comunicar más que mil colores. En tercera instancia, es la historia de un rockero. Es más, es una clásica historia de iniciación. La del artista joven e ingenuo que toma la posta del veterano, ya cansado, con cosas que legar y con una chica bella que lo persigue a todas partes.

La película, en cuya banda sonora se cuela música de grupos como T. Rex, Talking Heads, David Bowie o Lou Reed, utiliza aquel soporte dramático para contar la historia de dos figuras históricas del rock en la era soviética: Mike Naumenko (Roman Bilyk), líder de la banda Zoopark, y Viktor Tsoi (Teo Yoo), vocalista del grupo Kino.

Los años coinciden con los del ascenso al poder de Mijail Gorbachov en 1985, cuando sus políticas reformistas allanaron el camino a una pequeña revolución de cantantes con guitarra eléctrica, amplificadores y baterías. O, con "cuerdas, gargantes y cables", aludiendo al tema del grupo Sumo, contemporáneo a los rusos.

No hay mejor manera de retratar esa época que con alegría y desenfado. En ese sentido, Kirill Serebrennikov es un fiel rockero cinematográfico. Artista crítico del autoritarismo del gobierno de Vladimir Putin, el cineasta fue condenado a arresto domiciliario en agosto del 2017 por supuesta malversación de fondos públicos y debió terminar esta película en su casa, supervisando muchas escenas desde su computador. Que haya sido capaz de crear una obra tan luminosa es su mejor venganza.

https://www.youtube.com/watch?v=xPvOHHZPgUE

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