Culto

Ernesto Cardenal y los poetas chilenos

El autor de Canto cósmico, quien murió el domingo a los 95 años en Nicaragua, visitó Chile en numerosas ocasiones. Amigo de Jaime Quezada y Raúl Zurita, mantuvo relaciones distantes con Nicanor Parra y los poetas jóvenes.

Marxista y cristiano, Cardenal visitó Chile por primera vez en 1971 y se reunión con Salvador Allende.

La Plaza de la Constitución se cubrió de poesía. La noche del 23 de marzo de 2001, una docena de autores internacionales leyó sus poemas desde un balcón del palacio de gobierno, invitados por el Festival ChilePoesía. Ahí estaban la norteamericana Adrianne Rich, el ruso Yevgueni Yevtuchenko, el alemán Hans Magnus Enzensberger, el argentino Juan Gelman y los chilenos Gonzalo Rojas, Raúl Zurita y Nicanor Parra, quien cerró la noche con una lectura de Defensa de Violeta Parra que emocionó a las 5 mil personas presentes. Una de las lecturas más políticas de la jornada fue la del nicaragüense Ernesto Cardenal, quien leyó un poema dedicado a Salvador Allende.

Poeta y sacerdote marxista, el autor de Oración por Marilyn Monroe murió el domingo, a los 95 años. Fundador de la comunidad artística de Solentiname, Cardenal visitó Chile en 1971 y se entrevistó con Salvador Allende, a quien admiraba. "Leer en La Moneda, 30 años después, frente a esa muchedumbre, a él lo emocionó mucho", recuerda su amigo Jaime Quezada.

Tal vez aún estaba emocionado al día siguiente, cuando subió a un barco dispuesto por la organización de ChilePoesía que iba de San Antonio a Valparaíso. En la nave estaban los mismos autores y algunos poetas jóvenes. "Cardenal iba sentado en la parte delantera del barco, con su boina y sus sandalias", recuerda el poeta y librero Sergio Parra. "Nos acercamos con Leonardo Sanhueza y le dijimos que queríamos conversar con él. Cardenal levantó la cabeza y nos dijo 'estoy ocupado'. Nos miramos con Sanhueza y le dijimos que quedaba mucho viaje, que solo queríamos hablar de poesía. 'Estaré ocupado todo el viaje', respondió", cuenta Parra.

"Era un gran poeta, con un ego gigantesco", agrega el dueño de librería Metales Pesados.

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El poeta regresó varias veces: aquí con Jaime Quezada en 1994.[/caption]

Uno de los invitados que prefirió no subir al barco fue Nicanor Parra, quien mantenía relaciones distantes con Cardenal. Si bien ambos desarrollaron una poesía del habla cotidiana, con sentido narrativo, muy ligada a la tradición anglosajona, Parra cultivaba la ironía, el sarcasmo y el escepticismo ante los discursos ideológicos. Cardenal, en cambio, tenía una voz solemne, mesiánica y desprovista de humor.

Entre ambos había respeto, y una rivalidad no declarada. En privado el antipoeta hablaba de "Cardenal y sus guerrilleros", así como el autor de Canto cósmico se refería a "Parra y sus hippies". "Son rivalidades propias de nuestros poetas, pero ambos se tenían respeto y admiración mutua", dice Jaime Quezada.

El poeta Raúl Zurita conoció a Cardenal y guarda un gran recuerdo de él: "Cardenal fue uno de los mayores íconos culturales de hoy y entendió la poesía como un diálogo con los más humildes y desposeídos, de allí su claridad y su transparencia, y poemas como Oración por Marilyn Monroe y los Epigramas, son después de los Veinte poemas de amor de Neruda, los poemas más leídos y famosos de la poesía en castellano. En lo personal me honro de haber sido su amigo, puede que haya sido un ser algo huraño, pero conmigo jamás lo fue".

Lector de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, el poeta nacido en 1925, que combatió a la dictadura de Anastasio Somoza y fue ministro de Cultura del gobierno sandinista, mantuvo una relación cercana con Chile.

"Era desconfiado"

Tras su primera visita de 1971, Cardenal regresó al país invitado a la Feria del Libro de Santiago en 1994. Por entonces se había alejado del Frente Sandinista y llevaba 10 años de suspensión como sacerdote por su adhesión a la Teología de la Liberación.

Aquella vez declaró: "Después de la visita a Cuba y a Chile me hice marxista y fui cristiano marxista y tuve una teología marxista que me permitió hacer una poesía religiosa mística y moderna".

Premio Pablo Neruda 2009, en uno de sus viajes visitó La Serena y compartió con el poeta Tomás Harris. "Lo acompañaba Jaime Quezada y tuvimos una conversación breve. El escuchó mi lectura. Yo leí poemas de Cipango (1992) y me preguntó por la experiencia de escribir en dictadura", recuerda el actual jefe de Ediciones de la Biblioteca Nacional. "Era el poeta vivo más grande de la lengua", afirma Harris."Tal vez por motivos políticos no le dieron el Nobel", agrega.

En Chile su más cercano era Jaime Quezada, quien vivió con él en Solentiname a inicios de los 70. "Fue una de las grandes experiencias de mi vida. Me marcó profundamente", dice.

De ello dejó registro en Viaje literario a Solentiname, así como en las antologías que editó de Cardenal. Quezada relativiza el carácter difícil del vate: "Era desconfiado, le gustaba tener a alguien cercano a su lado por sentir confianza. Pero él realmente se sintió muy cerca de Chile".

"Su poesía es indispensable para conocer la Revolución Sandinista, y sus poemas nos impactaron mucho en los 80. Pero era muy poco generoso, muy poco interesado en los poetas jóvenes", concluye Sergio Parra.

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