Julio Iglesias: "Yo siempre he sido feminista"

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El baladista hispanohablante más exitoso de todos los tiempos habla con Culto de su próxima visita, de por qué ha rechazado hacer una serie con su vida, de su temor a la muerte y se refiere a las acusaciones contra Plácido Domingo: "No me lo imagino violentando a una mujer".


Julio Iglesias podría estar muerto. Julio Iglesias, tal como lo conocemos, podría nunca haber existido. "Yo a los 20 años pensaba que me iba a morir y miraba a los padres con mis ojos bien abiertos para que me dijeran la verdad del accidente. Imagínate qué si yo a los 20 años pensaba que me iba a morir, ¿cómo iba a pensar que a los 76 iba a seguir vivo y cantando?".

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En la madrugada del 22 de septiembre de 1963, quien se perpetuaría como uno de los artistas más exitosos, citados, escuchados y caricaturizados de todos los tiempos iba en un auto por Madrid con un grupo de amigos, cuando tras una mala maniobra se estrellaron contra unos arbustos. Cinco horas después, Iglesias despertó en un hospital y escuchó un parte médico que lo declaraba como semiparalítico, con escasas opciones de volver a caminar y con severas lesiones en la columna, protagonizando en ese instante una de las más sorprendentes historias de metamorfosis del espectáculo global. El joven que despuntaba como arquero promesa del Real Madrid debió renunciar a sus sueños futboleros y tomó una guitarra en plena recuperación para impulsar una trayectoria en la que hoy, a los 76 años, sigue vivo y cantando. La vida sigue igual.

"Hoy me siento, como dicen los gallegos, ¡del carajo! Estoy perfectamente bien y feliz de volver a Chile", dice, al teléfono desde Miami, con respecto al show que dará el 7 de noviembre en el Movistar Arena (Puntoticket). "La espalda me duele desde que tenía 20 años, desde que tuve el accidente en que casi me muero. Pero, hombre, a los 76, levantarse y que no te duela nada es un milagro. Cuando uno empieza a cantar, jamás piensa que va a seguir tantos años. Es impensable, como imagino que Mick Jagger tampoco lo pensó cuando empezó con los Rolling, o McCartney o Tony Bennett".

-¿Existe algo específico que extrañe de cuando era joven?

-Hombre, la nostalgia es muy enemiga mía para empezar, porque la nostalgia es envejecer en vida. Uno tiene que envejecer cuando está muerto, pero no en vida. Entonces, la nostalgia nunca fue amiga mía, ni siquiera el recuerdo. El agradecimiento tiene mucho que ver con el recuerdo, con lo que ha pasado en mi vida. Pero ser nostálgico a los 76 años… ¡hoy en día 76 años no es nada!

-¿Le preocupa cómo se va a contar su legado cuando ya no esté?

-Me preocupa un poco la especulación que pueda haber. Me preocupa no dejar un recuerdo positivo. Es decir, el que sabe la verdad de los seres humanos está en nuestra conciencia. Es evidente que yo tengo una deuda con la gente: contarles un poco cómo ha sido mi vida. Y no quiero que lo cuenten. Lo voy a contar yo, porque debo contarlo. Lo voy a contar de una manera que no esté muy novelizada, que tenga más autenticidad, sin hacer daño por supuesto.

-¿Va a escribir sus memorias?

-Me gustaría hacerlo ya. Ya lo he intentado, hace dos años, y me aburrí.

-¿Se aburrió? ¿Con una vida tan intensa?

-Me aburrió en el sentido de que, cuando empiezas a escribir, empiezas a morirte un poco cuando estás haciendo tus memorias. Me puse a pensar, de pronto me venían ideas y cosas, pero no creo que sea una alternativa escribir aún.

-¿Aceptaría que hicieran una serie sobre su vida, como pasó con Luis Miguel?

-Hace media hora recibí un email de Netflix. Que han hecho la vida de Lady Gaga y tres a cuatro vidas más, proponiéndome una bio con ellos. Pero para hacer capítulos de una biografía me han llamado todos. No voy a presumir, pero me han llamado todos. Y tengo muchas dudas en hacer eso, porque siempre se tiende a novelizar. Ahora, lo de este reportaje (de Netflix), que es una autobiografía de dos horas, a lo mejor la haría. No sé, no sé. Hace media hora exactamente he recibido un email. Es la directora de proyectos especiales de Netflix. Pero no es una serie. La serie me la han ofrecido 20 mil veces y siempre he dicho que no.

-¿Qué reflexión en torno al paso del tiempo le han generado las recientes muertes de sus amigos Camilo Sesto y Charles Aznavour?

-La reflexión es total: nosotros nacemos para vivir y morir. La verdad, la vida no tiene ese secreto para mí de saber que puedo ser eterno, eso para mí no existe y para nadie. Yo me voy a morir como se ha muerto Camilo, como murió Charles, amigos muy grandes a los que he querido muchísimo, y así es la vida, así es la ley natural.

-Tomando en cuenta su experiencia cuando joven, ¿le teme a la muerte?

-Seguramente estoy más preparado, pero aun así, sí, le tengo mucho miedo a la muerte. ¡Hombre, claro! Quien no le tiene miedo a la muerte es un valiente y yo no soy tan valiente. ¡Pero vamos a hablar de la vida, flaco! ¡No me jodas!

-Pero es una reflexión que todos hacemos: qué pasará con los seres que queremos, cómo ha sido la vida que hemos llevado…

-No, no, no, esas son otras cosas. La vitalidad mía, en estos momentos, no me permite estar atento, sin pensar de vez en cuando, a esas circunstancias.

"Además, no me cansa salir de gira. Cómo me voy a cansar yo, cuando hay gente que hace tanto esfuerzo por sobrevivir y no tienen ninguna compensación. Como yo puedo ser tan cretino de decir que estoy cansado. ¡Estoy feliz de la vida! Por eso siempre estoy pensando, cuando estoy hablando, quién me está oyendo, quién me está leyendo. Y gente que va a leer esta entrevista va a decir 'cómo Julio va a decir que se cansa de una cosa tan privilegiada'. No, tiene que cansarse la gente que está haciendo carreteras con 60 años, con el pico y la pala, jodidos, mal cuidados por la vida, esa gente tiene que estar cansada".

-¿Se mantiene en su decisión de no volver al Festival de Viña?

-Al Festival no puedo ir porque yo ya soy el Festival. Y ya no es de dinero, me han ofrecido veinte mil cosas, pero no. Es una vez en la vida. Me lo ofrecen todos los años. ¿Te acuerdas del gol que metió Maradona hace como veinticinco años, que regateó y se metió ti-ti-ti-ti? Es el único gol que ponen de Maradona. Bueno, yo siempre pongo el Festival de Viña.

-¿Viña es su gol de Maradona?

-Exacto. O sea, no un gol. Un amor, una historia irrepetible.

-Además, ha dicho que no es nostálgico.

-No, no, el recuerdo sí que me gusta. El recuerdo es justo para la gente que más te ayuda. Pero la nostalgia no, porque es muy penosa, muy solitaria. La soledad que me gusta es la que yo elijo. Pero cuando te eligen la soledad, es jodido. La nostalgia se acerca mucho a la soledad.

-¿Cuál es la soledad que le gusta?

-La soledad de cuando me estoy bañando en el mar y dejo que los peces anden alrededor (se ríe).

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Esa sonrisa canchera y socarrona es una de las tantas marcas de fábrica de Julio Iglesias, parte de una imagen que lo alzó como sinónimo definitivo del baladista en nuestro idioma y del playboy mediterráneo capaz de seducir al planeta con su aspecto bronceado y con canciones donde derramaba sus penurias amorosas vestido de solemne chaqueta y corbata. Un truhán y un señor.

Ahí por ejemplo estaba La vida sigue igual, con la que sacudió Viña en 1969. O esa oda a los corazones enfrentados en A veces tú, a veces yo, cuando cantaba "A veces tú, a veces yo/ reñimos sin tener razón/ Sin más por qué, sin más error/ que por orgullo de los dos". O ese grandioso himno al hombre atorado de éxito y fama que de pronto ve como todo se ha desvanecido, testimonio autobiográfico que traza en Me olvidé de vivir, cuando herido asume que "de tanto ocultar la verdad con mentiras/ me engañé sin saber que era yo quien perdía/ De tanto esperar lo que nunca ofrecía/ Hoy me toca llorar/ yo que siempre reía".

O también ese retrato del despertar sexual femenino en voz de un varón que hay en Lo mejor de tu vida: "Lo mejor de tu vida/ me lo he llevado yo/Lo mejor de tu vida/ lo he disfrutado yo/ Tu experiencia primera, el despertar de tu carne/ Tu inocencia salvaje, me la he bebido yo".

-Hay cantantes que han comenzado a revisar lo que interpretaban hace 40 o 50 años, para ver qué tanto se adapta a los tiempos actuales. ¿Usted lo ha hecho?

-No, yo no tengo que acomodarme absolutamente a nada. Yo siempre con la mujer he sido un perdedor.

-¿Ha cambiado su trato a la mujer?

-Por el amor de Dios, yo he aprendido de la mujer todo. Todos los sentimientos. Todo. Puedo haber equivocado algunas circunstancias, no quiero decir que el hombre sea inferior, pero yo siempre he entendido a la mujer prioritariamente, en el sentido de que ellas dan vida a la vida.

-¿Qué vínculo tiene con el feminismo?

-El feminismo es una cosa muy antigua en mi corazón, porque yo siempre he sido feminista. Es decir, el poder, la fuerza y la identidad de una mujer para mí siempre han sido superiores a las del hombre. Por muchas razones y la fundamental es por dar vida a la vida. O sea, para mí, cuando me hablan de feminismo, la gente me dice: 'oye, pero si tú has tenido muchos amores'. Sí, pero amores a los que he amado. Yo nunca he amado a quien no me ha amado. Eso está claro en mi vida. Jamás he dejado de respetar a la mujer, porque la amo. Si no, no tendría ocho hijos. Hay que amar mucho para tener ocho hijos. Pero amar con la consciencia, no con la inconsciencia de tener hijos por tener. La mujer para mí siempre ha sido superior al hombre, en todos los sentidos: el amor de la mamá a un hijo no tiene nada que ver con el del papá al hijo. Aunque queramos compararnos.

"No tengo ningún problema en ser feminista actual, porque soy feminista desde que sentí admiración hacia la mujer".

-¿Tiene alguna opinión con lo sucedido con las recientes acusaciones de acoso sexual contra Plácido Domingo?

-Es una pregunta muy personal. Yo a Plácido le amo, le adoro por encima de todas las cosas y no me lo puedo ni imaginar en esas circunstancias, porque le conozco muy bien. No entra en mi cabeza eso. El cariño y el respeto que tengo por Plácido no me acerca a esas circunstancias. Toda la lealtad y el cariño hacia él me separa de esas circunstancias.

-Pero él mismo asumió su responsabilidad y pidió disculpas.

-Sí, yo sé que ha pedido disculpas, pero no me imagino a Plácido violentado a una mujer. No me lo imagino, no me lo puedo imaginar. Entonces, no entra en mi pensamiento. Y no quiero ni siquiera hablar con él de esas cosas. Le amo a Plácido por encima de muchas circunstancias. Eso para mí se llama lealtad. Por supuesto que respeto a las personas que han protestado, como respeto siempre a las personas que protestan. Pero tienen que demostrarlo. Para mí, nadie es culpable hasta que se demuestra. Él puede disculparse de estas circunstancias, pero no no… yo que sé, chiquillo, qué quieres que te diga. Mi lealtad hacia Plácido es total.

"No me quiero contradecir con lo que he dicho sobre la mujer. Y te vuelvo a repetir: yo nunca he amado a quien no me ha amado".

-Lo que me imagino quiere decir es que siempre ha existido un amor recíproco y consensuado con las mujeres que ha estado.

-Pero claro, ¡por el amor de Dios! Yo me he sentido muy amado y yo también he amado. Ahí ya te he resumido mi vida, ahí ya tienes tu título. Amar a quien te ama es una maravilla. Yo lo digo siempre: hay que querer a quien te quiera. Hablo del amor y de la vida: no tratar de convencer a alguien que nunca te ha querido. El otro día leí una entrevista a David Bowie el año 69, donde le decían: "tú eres muy raro David, siempre has sido un hombre muy raro". Una maravilla de artista, un genio, pero rarillo en su vida. Y de pronto le pregunta el periodista: "¿y usted a quién le va a cantar, con esa manera de vivir y de ser?". Y él dice: "yo canto a quien me quiere y me venga a oír".

-Pero en la realidad a veces eso no pasa y el amor es mucho más complejo. Además, es singular que lo diga un baladista: las canciones románticas casi siempre hablan de gente no correspondida en las relaciones.

-No, pero la vida es así. Por eso cuando me invita Chile, después de 40 veces que me invita, voy con un amor profundo, porque sé que me quieren. A lo mejor es inmodesto decirlo, pero yo también los quiero. Yo quiero a quien me quiere. Y yo sé que tú me quieres, se nota en tu entrevista. Te veo en Santiago y si salgo a cenar en la noche con alguien, voy a cenar contigo, ¿ok?

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