The Mandalorian 2: Mando lidera el nuevo camino de Star Wars

Creada por Jon Favreau y protagonizada por Pedro Pascal, la serie original de Disney+ reivindica la senda de unas bulladas cintas que prometían conservar la magia de una historia creada por allá en los 70 por George Lucas. En un universo ya conocido, nos presentaron nuevos personajes que supieron volar más allá del parecido con Boba Fett o la ternura que provocó ‘The Child’ a.k.a. Baby Yoda en su estreno. En su segundo ciclo, The Mandalorian se da el lujo de recurrir a más elementos de la trilogía original, pero sin abusar nunca de ellos.


The Mandalorian, la serie que Disney+ debutó en noviembre de 2019, esperó menos de un año para regresar con su segunda temporada.

Mientras la primera cautivó con su tono western influenciado por el arte cinematográfico de Akira Kurosawa y Sergio Leonne, revelando a un personaje protagónico sin relación alguna con la familia Skywalker; la segunda vuela de regreso al canon buscando elementos que generan nostalgia entre los fans acérrimos, y nuevos argumentos para los espectadores recién llegados.

A su llegada, The Mandalorian nos presentó los conflictos personales de Mando. Primero, como mercenario que duda de su propósito en la vida al darse cuenta que hay ciertas misiones que no puede simplemente cumplir, cobrar su sueldo y luego desentenderse. Así lo demostró al encontrarse con ‘The Child’, este infante -de 50 años- con poderes extraordinarios, que en manos equivocadas podría ser usado para el mal o sufrir un destino fatal.

A partir de este dilema ético, es que la serie nos explica también la historia de vida de Mando. El mandaloriano se vio reflejado a sí mismo en la pequeña criatura verdosa, recordando la traumática muerte de sus padres cuando su aldea fue devastada, previo a que los mandalorianos lo rescataran a su corta edad prometiendo protegerlo.

Puede que su armadura y entrenamiento tenga su origen en Mandalore, pero bajo el casco sigue siendo aquel niño huérfano que sufrió los destructivos efectos de una guerra superior a ellos.

Cinco años después de la caída del Imperio (El Regreso del Jedi) y veinticinco antes de la formación de la Primera Orden (El despertar de la fuerza), el ambiente político es incierto. Mientras las ex tropas rebeldes trabajan en la consolidación de la Nueva República, los secuaces remanentes del Imperio intentan recuperar desde las sombras el poder que tuvieron.

En tierra de nadie, es mejor valerse por sí mismo.

¿Por qué de vuelta en Tatooine?

Si bien Mando asume el rol protector de ‘The Child’ a.k.a Baby Yoda, tiene claro que no será un vínculo permanente. Debe encontrar a los suyos, es decir, a los Jedi que comparten su poder.  A regañadientes asume que ese es el camino, aunque aquello implique dejar de lado las diferencias que por años enfrentaron a mandalorianos con los jedi.

En busca de pistas, le indican que en Tatooine fue visto un mandaloriano que lo puede ayudar a encontrar a quienes profesan la filosofía basada en la fuerza. Sin embargo, al llegar al desértico planeta, encontrará un pueblo en apuros y un mandaloriano que bajo el casco no es tal.

En el primer episodio de la segunda temporada, no solo reconocemos parajes que se nos presentaron por primera vez en los 70 y que fueron retomados más adelante en el tiempo -siempre ligado a los Skywalker-. También resuena en la memoria la bestia que Jabba The Hutt usaba para sacrificar a sus enemigos: el temible Saarlac.

La misión del mandaloriano se ve interrumpida por la urgencia de una aldea por deshacerse de un gran Dragón Krayt, que destruye y mata todo a su paso. Incluso se ven en la necesidad de solicitar ayuda de las criaturas que Anakin aniquiló sin piedad: los moradores de las arenas.

“En su estómago, encontrarán otra definición de dolor y sufrimiento al ser digeridos durante… más de mil años”, dijo el siempre nervioso C3P0 a Luke y Han en El regreso del Jedi, al describir a Saarlac.

Los fanáticos bien sabrán el desenlace de tal sentencia: lograron escapar exitosamente con la ayuda de Lando Calrissian y Leia, resultando en la caída de algunos guardias de Jabba y el cazarrecompensas Boba Fett.

El falso mandaloriano que nuestro protagonista encuentra, utiliza la armadura que alguna vez perteneció a Boba Fett. Un trofeo que obtuvo de una transacción con los Jawas.

En su momento, lo lógico sería pensar que Saarlac expulsó el traje tras devorar al mercenario. Sin embargo, hacia el final del episodio, un hombre con el rostro desfigurado mira hacia el horizonte con recelo.

Parece que Boba Fett no sucumbió por miles de años al dolor y sufrimiento que provee el tracto digestivo de la feroz criatura.

Luces de una nueva República

Puede que Mando no haya encontrado a un compañero mandaloriano que lo guíe en su propósito de refugiar a ‘The Child’, pero sí pudo recuperar algo que -a su parecer- le pertenecía a su familia protectora.

Pero tal como el mandaloriano lidera la senda de Star Wars, él sigue caminando -y caminando- con tal de hallar un lugar para su protegido.

Y como la galaxia no se puede recorrer a punta de buena disposición y piernas fuertes, en el segundo episodio, Mando consigue una nave. Eso sí, debe llevar consigo a una criatura femenina que necesita -con urgencia- llevar sus huevos donde su marido, de lo contrario, toda su raza se extinguirá.

Ya no es un plano abierto en un paraje soleado lo que predomina, sino no la acción en un pequeño espacio donde nos relatan experiencias de supervivencia, frustración, porfía infantil, y las reglas de una república naciente.

Más allá de las travesuras del denominado Baby Yoda -por redes sociales-, en este episodio llama la atención los intentos desesperados de la criatura femenina por salvar a su especie, aún teniendo todo en contra. Quizás ella no tenga una vida mucho más extensa, pero quiere un futuro para sus descendientes.

Por otro lado, es difícil no sentir un dejo de emoción cuando aparecen dos pilotos de la Alianza Rebelde que insistentemente preguntan a Mando de qué lado de la fuerza está.

The Mandalorian sigue demostrando que continuar un canon con décadas de existencia sin darse vueltas en lo mismo, es posible con el corazón de un fan enamorado de la historia, y la creatividad de las nuevas generaciones.

En Disney Gallery: The Mandalorian -serie documental que muestra el behind the scene de la ficción- lo demuestran a través de entrevistas a los creadores, directores y actores.

Todos ellos crecieron viendo Star Wars y, para ellos, trabajar en un proyecto de la saga era un sueño tal, que no podían sino dar todo de sí mismos para que los fanáticos del mundo fueran tan felices como ellos en el set.

The Mandalorian y Disney Gallery: The Mandalorian están disponibles en Disney Plus.

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