La serie de Selena Quintanilla: negocios de familia

Selena, encarnada consistentemente por Christian Serratos, se retrata como una chica carismática, talentosa y risueña, a quien seduce tanto el canto como el vestuario, a la vez víctima de un conflicto cultural, uno de los ejes más interesantes de la trama.


Transcurrieron apenas dos años desde la muerte de Selena en marzo de 1995, la estrella más grande de la cultura tex-mex, cuando Jennifer Lopez encarnó el rol en el filme que la lanzó a la fama donde el padre de la cantante asesinada, Abraham Quintanilla, ofició como productor ejecutivo. Desde entonces han aparecido libros, reportajes e incontables entrevistas a la familia y Yolanda Saldívar, la presidenta del fan club que arrebató de un disparo la vida a Selena en la habitación de un motel.

A diferencia de El secreto de Selena, la serie de 2018 desacreditada por el clan Quintanilla al concentrarse en la relación entre la intérprete y Saldívar, este proyecto de Netflix tiene la venia familiar con el patriarca y la hermana Suzette en labores ejecutivas. La fuerte presencia de los Quintanilla no solo se percibe en los créditos, sino en el enfoque de la historia.

Más que plasmar la vida de una mujer que cantó desde los diez años posponiendo infancia y juventud, la serie se inclina por reivindicar a la familia como un equipo cohesionado al mando de Abraham, quien tempranamente se propuso convertir a Selena en una estrella involucrando a la esposa y los restantes hijos. El patriarca decide conquistar la fama mediante la pequeña, frustrado ante la falta de éxito como artista musical en los años 60.

Al protagonismo de Abraham se suma el de Suzette, baterista de la banda de apoyo Los Dinos. Más que una hermana, es la bestie de Selena arrastrando sus propios demonios, insegura de sus habilidades como percusionista. Para efectos del relato, su presencia resulta algo sobredimensionada.

Con la familia como protagonista en este primer ciclo de nueve capítulos (el segundo consta de once), Selena: la serie contiene el valor de desentrañar las complejidades del camino al estrellato. En ese sentido, acierta al reflejar que los grandes astros del entretenimiento son la cara visible de un proceso artístico e industrial, con la creatividad y el marketing en permanente fricción. Los sellos pretenden imponer su método de control para recuperar la inversión y maximizar las ganancias, mientras los músicos batallan por la libertad para desarrollar cancionero e imagen.

La serie reivindica también el lugar de A.B., el hermano que además de tocar el bajo en Los Dinos, componía para Selena. A.B. es un personaje triste y angustiado. Así como Whiplash (2014) plantea que convertirse en baterista profesional es una tortura (una película odiada por famosos bateristas), acá la tarea de escribir canciones se presenta como un suplicio. Al menos en esta temporada, los Quintanilla nunca disfrutan la misión impuesta por Abraham, reiterando el cliché del padre-manager más cerca de la explotación que preocupado del beneficio de sus vástagos.

Abraham no es exactamente igual a Luisito Rey manejando a Luis Miguel, ni Joseph Jackson explotando a The Jacksons 5, o el abusador patriarca de los Beach Boys, Murry Wilson, pero tampoco está a mucha distancia. Su personalidad contiene la mayoría de los vicios del machismo de raíz latina.

Selena, encarnada consistentemente por Christian Serratos, se retrata como una chica carismática, talentosa y risueña, a quien seduce tanto el canto como el vestuario, a la vez víctima de un conflicto cultural, uno de los ejes más interesantes de la trama. A pesar del origen mexicano, los Quintanilla son estadounidenses y manejan el inglés como lengua madre. Selena sólo aprende a hablar un rústico castellano en la adolescencia. Una vez contratada, se empeña en grabar pop en su primera lengua bajo la influencia de Whitney Houston, Paula Abdul y Madonna, mientras el tex-mex y las cumbias asoman por imposición paterna.

Una década antes que Ricky Martin y Shakira, Selena emprendió el crossover pero desde la orilla norte del Río Grande, una gringa mandatada sin apelación por el padre para conquistar al humilde público hispano de EE.UU. y el mercado mexicano. Una vida intensa y efímera a disposición del negocio de la familia.

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