Black Sabbath y Led Zeppelin: qué pesados tus amigos

Se enfrentaban en ránkings, pero bajo el escenario dos de las mayores bandas de los 70 cultivaron una relación fraternal con visitas hogareñas, parrandas, grabaciones conjuntas, y un intento por unir fuerzas bajo un mismo sello


Cuando bebo toco mejor

Bill Ward vio por primera vez a John Bonham en vivo a mediados de los 60 cuando ambos eran adolescentes. A Ward le llamó la atención que Bonzo le daba con todo a la batería bebiendo una cerveza tras otra sin perder jamás el ritmo. Tanto Bonham como Robert Plant rondaban la escena de Birmingham, la cuna de Black Sabbath, y se conocían entre todos. Fue así como Plant le comentó a Tony Iommi sobre la oferta de unirse a una nueva encarnación de The Yardbirds liderada por Jimmy Page.

Cuando The New Yardbirds arrasó en el club Henry’s Blues House and Mothers de Birmingham, Tony se animó y pidió una oportunidad para su banda, que por entonces se hacía llamar Earth. Tras la audición de rigor fueron confirmados como acompañantes de Ten Years After. Su guitarrista Alvin Lee quedó tan impresionado por los futuros Black Sabbath, que los invitó a telonear un show en el reputado club Marquee de Londres.

En aquellos primeros días de ambas bandas, Bonham solía aparecer en las presentaciones de Black Sabbath rogando que le dejaran tocar un rato. Según Tony Iommi, la primera vez que accedieron Bonzo hizo picadillo la batería rajando los parches. “Bill se enfadó mucho así que después de eso, cada vez que John venía y decía: ‘¿Puedo tocar?’ Bill decía ‘No’”.

Ladrón que roba a ladrón

Las sesiones del primer álbum de Black Sabbath estuvieron bajo la influencia de la marihuana y el repaso incesante del debut de Led Zeppelin (1969). La ópera prima de Sabbath entró derecho al top 30 de EE.UU.. Para montar la gira trasatlántica ficharon a Frank Barsalona, el agente que meses antes había abierto paso a la banda de Jimmy Page por las principales ciudades estadounidenses. Black Sabbath tuvo un itinerario prácticamente calcado, incluyendo tres shows en el Fillmore West de San Francisco.

Para el siguiente álbum, el clásico Paranoid (1970), hicieron retoques y mezcla en una mesa de 16 pistas de Island Records que recién había utilizado Led Zeppelin para su cuarto título. “Después de este disco nadie más nos va a comparar con Black Sabbath otra vez”, había declarado John Paul Jones.

La última canción de aquellas sesiones, Paranoid, provocó incomodidad en Geezer Butler. Le dijo a Iommi que no la grabaran porque “es un remake de Communication Breakdown”. El bajista ya recelaba del parecido entre Rat Salad y Moby Dick, incluyendo el solo de batería. “Por aquel entonces eran nuestro grupo favorito. Era lo único que escuchábamos”, diría Geezer.

A Tony Iommi le tenían sin cuidado las similitudes con Led Zeppelin, al tanto de la costumbre de Jimmy Page por copiar el trabajo de otros. La amistad entre ambos genios de la guitarra sólo surgiría años después.

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El Padrino

Susan Snowdon era una chica acomodada con pretensiones artísticas amiga del manager de Black Sabbath, Patrick Meehan. Tony Iommi se ofreció como compositor, pero tras una primera reunión lo único que sacaron en limpio fue una cita para cenar. En noviembre de 1973 se casaron y Iommi eligió a John Bonham como padrino. Era la clase de amigo con quien compartía el origen provinciano y obrero, la afición por beber en clubes, y visitarse en sus respectivas mansiones. En una ocasión a la salida de un bar, Bonham le mostró a Iommi su nuevo Maserati. Ebrio como de costumbre, lo puso en marcha hasta que Iommi se dio cuenta que iban en sentido contrario. Al rato el lujoso auto quedó atascado en un montículo.

La ceremonia matrimonial tuvo un traspié cuando el baterista descubrió que el champán solo era para el brindis en honor a los novios y que no había más alcohol. La madre del zurdo guitarrista salvó la situación invitando a Bonzo a tomar unas copas en su casa en compañía de Ozzy, que también estaba en shock por la falta de bebida.

Juguemos cartas

El Príncipe de las tinieblas y el Dios dorado del rock, las voces de Black Sabbath y Led Zeppelin respectivamente, solían reunirse en sus mansiones. “Recuerdo que una noche en casa de Plant -no mucho después de que volviéramos de Bel Air- le enseñé a jugar al Seven Card Stud. Fue un gran error”, contó Ozzy en sus memorias. “Mientras le explicaba las reglas, dijo que quería hacer apuestas -’sólo para ver cómo funciona, ¿sabes?’- y luego siguió subiendo las apuestas. Estaba empezando a pensar en lo jodidamente idiota que debía ser cuando sacó un flash real y tuve que darle cincuenta libras. Me desplumó, el bastardo descarado”.

Ozzy también se llevaba bien con Bonzo. “Estaba tan jodidamente loco como yo, así que nos pasamos la mayor parte del tiempo tratando de superar la locura del otro”. Tras la juerga y las tonterías del baterista, Ozzy se veía a sí mismo. “Intentaba ganarme a la gente con mis locuras (...) Pero, por supuesto, detrás de la máscara había un viejo y triste payaso la mayor parte del tiempo. Bonham era igual, creo”.

En una ocasión se reunieron para ir a un club a beber. Ozzy ponía el auto y Matthew, un asistente de Bonham, manejaba. Cuando salieron borrachos del local, el baterista se subió al vehículo y bloqueó las puertas. Ozzy le pidió que abriera pero se llevó un “vete a la mierda”. El cantante se paró frente al auto gritando. Nada. De pronto Bonham tuvo un segundo de lucidez ante los ruegos. “Bueno, entonces deberías entrar, ¿no?”.

Toquemos esa que me gusta

En 1975 Black Sabbath grababa Sabotage, el último gran álbum de la era dorada junto a Ozzy, en los Morgan Studios de Londres, cuando John Bonham apareció junto a Robert Plant y John Paul Jones. Bonzo quería tocar Supernaut de Vol. 4 (1972), su favorita. Esta vez Ward cedió la batería aunque, según los recuerdos de Tony Iommi, Bonham no dominaba la canción. Ozzy recuerda que el interés de Led Zeppelin en aquel tiempo era que ellos firmaran por el sello Swan Song que Led Zeppelin había puesto en marcha el año anterior, pero no había ánimo de iniciar una mudanza tras un periodo de graves enfrentamientos con el management.

Improvisaron un rato “totalmente al garete”, en palabras de Iommi. “Las cintas están probablemente en algún lugar, pero no sé dónde”. Los recuerdos de Ward difieren. “Hubo un momento durante esa improvisación en el que se nos ocurrió una especie de locura y dijimos: ‘Vamos a grabar algo’, pero no ocurrió nada y no se grabó nada”.

Estoy justo detrás de ti

En 1980 Black Sabbath se reciclaba tras rematar los 70 en franca decadencia. Ozzy había sido despedido el año anterior y el nuevo álbum Heaven and Hell, con Ronnie James Dio como vocalista y compositor, era su mejor lanzamiento en un lustro. A pesar del éxito y las posibilidades de un cantante con más recursos que acompañar los riffs como hacía Ozzy, Bill Ward sentía que la banda ya no era la misma. Alcohólico y heroinómano, recelaba de una versión de Sabbath donde Geezer no escribía las letras y sin Ozzy en la voz.

En mayo el grupo retornó por cuatro noches a uno de sus reductos habituales, el Hammersmith Odeon de Londres. Llegaron músicos de Thin Lizzy, Pink Floyd, Rainbow y su viejo amigo Bonzo, con quien solía reunirse junto a otros bateros como Cozy Powell y Bev Beval de ELO, en una tienda de baterías en Birmingham. Bonham, a esas alturas totalmente embrutecido por el alcohol, pidió instalarse detrás de Bill como su asistente. Inspirado, Ward tocó de maravilla hasta que a mitad del set Bonham empezó a tirarle las piernas. Lo movieron a un costado del escenario lo suficientemente cerca como para que Ronnie James Dio le escuchara decir “es un cantante realmente bueno a pesar de ser un puto enano”. Dio lo maldijo de vuelta, Tony Iommi intervino, y mandaron a Bonzo al backstage con la esperanza de distraerlo con bebidas. Craso error. Cuando terminó el show, Bill le preguntó su opinión. “Fue una puta mierda”, bramó Bonham. Geezer Butler dio la orden y lo echaron.

Cuatro meses después Black Sabbath estaba de gira por Estados Unidos cuando fueron informados en un camerino de la muerte de John Bonham. “Bien”, comentó Geezer.

En el intertanto, Bill Ward había abandonado a Black Sabbath. Abatido, se enteró por una dealer de la muerte de su amigo. “Estaba absolutamente destrozada, llorando a mares, porque era una gran fan de Led Zeppelin (...) Ella dijo: ‘Bonham está muerto’. El primer pensamiento que tuve fue egoísta. ‘Yo seré el siguiente’ (...) ‘Estoy justo detrás de ti, Johnny. Estoy justo detrás de ti’”.

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