Thelma y Louise: el feminismo en Hollywood y la revolución que no fue

A 30 años del estreno de la película de Susan Saradon y Geena Davis, su impacto e influencia conviven con la sensación de que se trató de un chispazo, una oportunidad perdida para la equidad de género en la industria del cine estadounidense, que hoy tiene el mismo 29% de protagonistas femeninas en pantalla que hace tres décadas. Según Sarandon, “no hubo epifanía entre los estudios porque ni les interesó".


Mucho antes del #MeToo y del #TimeIsUp, de la versión femenina de Los Cazafantasmas, del Oscar de Kathryn Bigelow y de la Mujer Maravilla de Patty Jenkins, dos mujeres de un pueblo de Arkansas con jeans polvorientos y botas tejanas aceleraron a fondo, escaparon del aburrimiento y a punta de pistola se enfrentaron a la ley, a los abusos y al machismo imperante en Hollywood. Era mayo de 1991 y el estreno de Thelma y Louise, la cinta protagonizada por Susan Sarandon y Geena Davis, auguraba una transformación total en la industria del cine y en las historias de la gran pantalla. 30 años después las mismas heroínas ponen en duda esa creencia.

“Estaba emocionada y esperé con todo el resto del mundo que esto pasara. Y esperé. Y esperé”, contó Davis a The Hollywood Reporter, cuando se cumplieron 25 años del estreno de la película (que inicialmente protagonizarían Michelle Pfeiffer y Jodie Foster). “No soy tan tonta como para creer lo que los medios están proclamando, que las cosas han cambiado, cuando no lo hicieron en el cuarto de siglo pasado”, sentenció la actriz.

Torciendo la historia de las películas de forajidos y rebeldes lanzados a la ruta (Busco mi destino, Bonnie & Clyde, Butch Cassidy), la guionista debutante Callie Khouri plasmó sus propias experiencias y las de sus amigas para escribir la aventura de Thelma Dickinson (Geena Davis) y Louise Sawyer (Susan Sarandon), una dueña de casa y una mesera hastiadas de su rutina y de sus parejas, que escapan por el fin de semana a bordo de un descapotable. Cuando la primera es violada afuera de un bar y Louise responde disparando al agresor, el paseo se transforma en fuga con dirección a México.

La cinta dirigida por Ridley Scott -coprotagonizada por Harvey Keitel y que marcó el debut oficial de Brad Pitt en la pantalla grande- fue un éxito de taquilla, recibió seis nominaciones a los Oscar y abrió debates en torno al feminismo y los “roles” de las mujeres en pantalla, tras una década de músculo y testosterona en el cine de la era Reagan, que relegó a las actrices a comedias y romances.

Tras su estreno, algunos críticos plantearon que el filme era “degradante para los hombres”, “más preocupado por la venganza y la violencia que por los valores feministas” (Los Angeles Times), incluso “una historia misógina sobre mujeres increíblemente tontas que pierden lo que queda de su razón bajo presión y sufren el castigo final” (New York Post). Para otros, era el inicio de una revolución femenina en la cultura popular, un punto de inflexión hacia una nueva etapa que, finalmente, no llegó. Al menos no en lo inmediato.

Porque si bien el impacto del filme fue y ha sido indiscutible, con eco en diversas latitudes -su trama inspiró a Fito Páez a componer Dos días en la vida (1992), la obra de teatro chilena Nómadas: no caminamos solas (2018) y el último clip de la cantante argentina Tini, por citar sólo algunos ejemplos cercanos-, a la luz del tiempo se trató de una oportunidad perdida para emparejar la cancha en Hollywood.

Bajo esos mismos términos lo plantea la periodista Becky Aikman en su libro Off the cliff, donde asegura que la equidad de género que se profetizaba tras el debut de Thelma y Louise, tanto delante y detrás de pantalla, simplemente se quedó en las buenas intenciones. Un dato: si en 1989 las mujeres representaban sólo el 29% de los protagonistas de las grandes producciones de Hollywood, esa cifra en 2020 fue exactamente la misma, según un reciente informe del Centro de Estudios de Mujeres en TV y Cine de la Universidad de San Diego. Un drástico retroceso en la proporción, luego que esta se elevara considerablemente luego del auge del movimiento #MeToo en 2017 (en 2019 el porcentaje fue de 40%).

Khouri, que finalmente ganó el Oscar a Mejor Guión, se demoró una década en debutar en la dirección. Geena Davis se hastió de los abusos y terminó fundando en 2004 el Institute on Gender in Media, organización pionera en investigar la representación de género en los medios y la representación equitativa de las mujeres. “No hubo epifanía entre los estudios porque ni les interesó. Y eso que el filme ganó un montón de dinero”, dijo Sarandon hace unos años, advirtiendo que queda mucho por avanzar.

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