Andrés Neuman, escritor: “Lorca es una presencia inmensa, y a la vez un fantasma sin cuerpo ni voz”

Con una serie biográfica en proceso y con su obra en el dominio público, la figura del poeta andaluz ganará notoriedad, dice el escritor argentino. Radicado en Granada, la ciudad donde vivió y donde fue fusilado el autor de Romancero gitano, Neuman ofrecerá una conferencia sobre García Lorca, el próximo martes, en el ciclo La Ciudad y las Palabras de la UC.


En su libro Anatomía sensible, Andrés Neuman hace una celebración del cuerpo. Una reivindicación cariñosa y con humor, tal vez de las partes menos celebradas de la anatomía. Por ejemplo, el codo. “Hay un elogio del codo donde se dice que el codo es el paria de la belleza, que nunca nadie lo ha valorado como merece, que los codos no merecen piropos y que algún día el codo hará su propia revolución sensual”, cuenta.

Lo curioso es que Neuman, ganador del Premio Alfaguara de Novela 2009, lo escribió antes de que la pandemia apareciera en el horizonte. “Y meses después eso dejó de ser un chiste. Entonces me pareció que las esquinas de la realidad, tomando nuestro cuerpo como la realidad, y que antes las subestimábamos, de pronto se volvieron desesperadamente necesarias. Comenzamos a saludarnos con el codo y cuando la OMS dijo mejor el codo no, cuando entramos en esta especie de paranoia final donde te podías contagiar hasta de las maneras más fantasiosas, hubo una reacción de ‘ah no, mi codo’. Por un lado queremos volver a la vida de antes, pero la pandemia nos hace releer lo anterior”, dice.

Nacido en Buenos Aires en 1977, Neuman habla por Zoom desde Granada, la ciudad donde reside desde que sus padres se trasladaron a ella cuando él tenía 14 años. El próximo martes ofrecerá una conferencia virtual en el ciclo La Ciudad y las Palabras de la UC, titulada “Conversación sobre Lorca, su poesía y la ciudad de Granada”, la que se transmitirá a las 18 horas a través del canal de YouTube del Doctorado en Arquitectura UC (doctoradofadeu.uc.cl). “Antes de la pandemia, iba una vez al año a Santiago, espero volver una vez pase todo esto”, dice.

Poeta, novelista y ensayista, un escritor “tocado por la gracia”, como sostuvo Roberto Bolaño, Neuman tiene una conexión profunda con Lorca, que proviene de su abuela: ella lo vio en Buenos Aires durante su gira sudamericana de los años 30. Y que se renovó durante la residencia del autor en Granada, la ciudad que acogió y donde encontró la muerte el poeta de Romancero gitano.

Tras vivir sus primeros 11 años en Fuente Vaqueros, la familia de Federico García Lorca se estableció en Granada. El poeta estudió en la universidad de la ciudad y se trasladó luego a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a poetas y artistas fundamentales, como Salvador Dalí, Luis Buñuel y Rafael Alberti. De regreso en Granada, con Manuel de Falla exploró en la música y en las raíces culturales del cante jondo. Tras su viaje a Nueva York en 1929 y su gira sudamericana de 1933, el poeta era una de las voces más brillantes de la poesía hispanoamericana.

Cuando comenzó la Guerra Civil, y luego de adherir a la República española, Lorca regresó a Granada. Esperaba refugiarse en la ciudad. Pero en ella fue fusilado el 8 de agosto de 1936, junto a un grupo de ciudadanos que apoyaban al bando republicano.

Desde luego, la ciudad y sus culturas dejaron profunda huella en el poeta. “Granada se puede ver en la idiosincrasia de Lorca, en su obra dramatúrgica La casa de Bernarda Alba, y en la poesía, sobre todo en el Poema del cante jondo, el Romancero gitano y El diván del Tamarit, una obra de sus últimos años donde dialoga con la poesía árabe y que se publicó póstumamente”, dice Neuman. “En Granada convivieron la cultura musulmana, la judía y la cristiana, era un gran centro de traducción, y se dio una alquimia poética muy peculiar. Lorca se abreva de toda esta tradición y la traduce a la poesía de vanguardia”.

Federico García Lorca llegó con 11 años a Granada, ciudad donde murió fusilado el 8 de agosto de 1936.

¿Cómo es la presencia de Lorca en Granada?

Ubicua y hasta cierto punto conflictiva. El hecho de que Lorca sea un desaparecido hasta el día de hoy, aunque no se lo llame así, es un trauma. Se sabe lo que pasó, se cree saber dónde y cómo lo mataron y su cuerpo nunca apareció. Lorca es un mito fantasmagórico, es una de las razones por las que no me puedo ir de aquí, porque me fascina. Nada de su cuerpo permanece, ni siquiera su voz. ¿No es notable que un tipo al que lo entrevistaron miles de veces, que dio recitales y conferencias en España, América, EE.UU., que siendo una celebridad llevó su teatro a Buenos Aires y nunca se ha encontrado algunas de las cintas con su voz? Quedan pocos minutos de él con La Barraca, el proyecto precioso que hizo en La República de llevar teatro a los pueblos, pero son imágenes mudas. Es curioso, porque Lorca es una presencia inmensa y a la vez es un fantasma sin cuerpo ni voz. ¿Cómo alguien que en vida era tan escandaloso, muy andaluz, muy sociable, muy divertido, que él mismo era músico, que cuando no estaba hablando estaba cantando, y no queda un segundo de su voz? Es la ironía final de Lorca: tan inmenso y sin cuerpo, con semejante voz y sin sonido. Creo que esa esencia paradójica está en cómo la ciudad venera a Lorca, depende de él y también se avergüenza y está incómoda con su final.

Andrés Neuman recuerda que en la época que llegó con su familia a Granada, no había siquiera un monumento al poeta. “Recién se había inaugurado un parque junto a la casa de veraneo de su familia, que hoy es un museo precioso. Ahora, el Centro Cultural Lorca conserva su legado, pero esos papeles llegaron hace un par de años. Esa lentitud y esa especie de dificultad traumática tiene que ver con la digestión incompleta que se ha hecho de su asesinato. Los políticos de turno darían otras razones, pero yo creo que no es casualidad. La historia de la ciudad con Lorca es un poco la historia de Saturno: cómo la ciudad engendró a su hijo favorito y lo devoró”.

De las muchas teorías en torno a su asesinato, ¿cuál le hace más sentido?

La verdad tiene que ser multifactorial. Hay un error de cálculo de Lorca cuando decide volver, pensó que regresando al vientre materno se protegía, y Granada fue una de las primeras ciudades que cayó y donde se produjo una represión brutal. Esa primera oleada fue muy caótica y sangrienta, se tomaban decisiones de fusilar a gente sin que el mando central lo decidiera. Acá Lorca tenía familia, ocupaban cargos públicos, eran del bando republicano. Si Lorca se quedaba en Madrid, probablemente no habría muerto, ni hablar si se hubiera exiliado, como lo hizo Alberti. Ese verano del 36, cuando decide volver a casa, como en una especie de maldición gitana, escribe su destino. Su familia era de mucho dinero, pertenecía a la oligarquía. Entiendo que la izquierda necesite que él fuera un militante, pero Lorca no era un militante, era un hombre progresista, apoyaba a La República, pero no era comunista, para nada. Su familia era rica y eso lo volvía una especie de anfibio, pertenecía a una clase conservadora, pero él y su familia no lo eran. La familia tenía cuentas pendientes por todas partes. Ni hablar de su homosexualidad y su notoriedad pública. Lorca no encajaba en ningún estereotipo. Una vez que estalla el golpe y caen sus familiares, no hay nadie que se identifique con Lorca y su familia. La casa en que se refugia, la familia Rosales, tenía vínculos con el falangismo, pero adoraban a Federico, y de allí se lo llevan. Me pregunto hasta qué punto fue una decisión centralizada y hasta qué punto a las fuerzas golpistas les interesaba matar a Lorca de manera estratégica, si podían fusilar a Lorca podían fusilar a cualquiera.

¿Qué repercusión y qué resonancia tuvo su asesinato?

La fuerza de la muerte de Lorca es que visualiza la memoria histórica. Lorca se ha convertido en una metonimia, cuando se nombra a Lorca se nombra a toda la gente que murió, incluyendo las personas que fueron fusiladas con él. Creo que es un trauma del que la cultura poética no se ha recuperado. Para la poesía, la muerte de Lorca tiene un impacto emocional, guardando las distancias, similar al asesinato de Lennon. Para sus compañeros y compañeras de generación las consecuencias fueron infinitas: ahí están los poemas de Alberti, Machado, Neruda. Mucha gente lo lloró mucho tiempo. Y la llamada Generación del 27 queda fulminada con el asesinato de Lorca. Aunque el final de la guerra hubiera sido distinto, esa generación no podía seguir como tal después de esa pérdida en esas circunstancias.

¿Por qué no se han encontrado sus restos?

Es un tema delicadísimo en la ciudad. Se ha buscado varias veces, pero la familia Lorca no desea exhumarlo; es una decisión discutible, pero muy respetable. La familia Lorca, después de todo lo que pasaron, solo merece cariño y apoyo. Ellos han esgrimido que si se lo saca de ahí toda la zona perderá ese valor de mausoleo. Pero confirmar que sus restos están ahí no implica arrancarlos. Luego hay teorías que dicen que el cuerpo fue retirado hace tiempo, secretamente, para darle digna sepultura, en negociación con el franquismo, y otra que dice que en los 80 se estaba construyendo un polideportivo y encontraron unos huesos: ¡Imagínate la tragedia o la farsa de un gobierno socialista destruyendo con una excavadora toda esa memoria para construir un campo de fútbol! Y la otra teoría es que él sigue ahí y no lo han buscado en el cuadrante exacto. Para lograrlo se necesita voluntad política, recursos técnicos y decisión de la familia. Hasta ahora, en realidad no se ha buscado a Lorca, se han buscado los restos de las otras personas, y si se los encuentra, eso confirmaría que él está allí. Se necesita la voluntad de la familia. Es complejo y es parte de las secuelas de una transición a la democracia que se hizo sin sangre, pero sin los ejercicios de memoria profundos que se hicieron en otros países.

En 1933 Lorca realizó una gira teatral por Buenos Aires y Montevideo.

Probablemente su figura gane nueva notoriedad con la serie que se prepara sobre su viaje a Nueva York.

De Lorca se han hecho películas, La luz prodigiosa, donde pierde la memoria pero no muere, sigue viviendo en Granada como un viejo loco. También aparece en un capítulo de El ministerio del tiempo. Lorca es un ícono pop, está en Leonard Cohen, en Patti Smith. Yo creo que ahora se va a intensificar su aparición por la caducidad de los derechos (su obra es de dominio público desde 2017). Pero Lorca nunca desapareció de la memoria, ha sido ininterrumpidamente leído y admirado. Ni siquiera la autoestima lorquiana hubiera podido imaginar hasta qué punto lo queremos.

¿El tamaño de esa autoestima habría chocado con la autoestima de Borges?

He pensado mucho de dónde proviene la antipatía de Borges. Se me ocurren varias razones, ninguna demasiado noble. No podemos descartar la homofobia. Lorca no solo era homosexual, era evidentemente homosexual, salió del armario rápido y ya en Nueva York alcanzó su madurez sexual e ideológica. No era un gay que disimulaba. Eso tuvo que desagradarle a Borges, más si le añadimos la represión sexual de Borges, una sexualidad más parecida a la de Dalí. Ahora Borges no se quedaba atrás en la insoportable certeza de su propia genialidad. Los dos eran muy alfas, a Lorca le gustaba liderar, era un líder ruidoso; a Borges le gustaba llamar la atención de manera más astuta, más oblicua, pero los dos eran alfas. Y después, creo que Lorca hizo algo que Borges trató de hacer y no le salió bien: Lorca era el maestro de la vanguardia de lo folk, el ultraísmo llevado a los mitos atávicos, eso no estaba muy lejos de lo que Borges trató de hacer con los compadritos, los cuchilleros y los gauchos. En Borges la vanguardia es un pecado de juventud, pero en Lorca fue una identidad. Lorca dio en una tecla de sofisticar el folk que a Borges le interesó mucho en un momento, que desprecia después y se convierte en el escritor globalizante. Lorca era un tipo feliz, que había tenido éxito en la vanguardia, y el pobre Borges se lo perdió: Borges fue uno de los pocos escritores del siglo XX que no disfrutó de la poesía de Lorca.

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