Alan Pauls: “Tengo la relación con la tecnología que necesito: acotada”

Alan Pauls (c) Alejandra López.

Acaba de publicar en Chile su última novela, La mitad fantasma, que llegó vía Literatura Random House. En charla con Culto, el destacado autor argentino se explaya sobre el libro, que junta a un cincuentón anacrónico con una treintañera vivida. Además, habla de la tecnología y la literatura latinoamericana.


Savoy, un cincuentón algo anacrónico, estructurado, desconfiado de las cosas modernas, de repente se ve envuelto en una relación con una treintañera, Carla. Es una mujer que viaja de un lado a otro del mundo cuidando casas, metida a concho en el mundo digital y que no se complica con nada. De hecho, la relación en gran medida transcurre vía Skype, donde Savoy demuestra sus (nulas) habilidades con el programa, al contrario de Carla, quien se desenvuelve con claridad.

Pareciera que ambos son agua y aceite, dado que son modos diferentes de habitar el mundo, pero aparece un vínculo invisible que los une. Ese nexo es lo que el destacado escritor argentino Alan Pauls (62) usó para titular su última novela, llegada a Chile vía Literatura Random House, La mitad fantasma.

“En ningún momento me sentí obligado a explicar o justificar el vínculo que a priori podía parecer incongruente -señala Pauls a Culto vía Zoom-. En realidad, la novela lo que hace es explorar el modo en que una parte piensa la relación, que es la de Savoy. La novela es muy mental -como todas las que escribo- y sigue muy de cerca toda ese especie de imaginario romántico que se enciende en Savoy cuando descubre que está enamorado de Carla. No importa mucho si la relación tiene asidero o no”.

¿Cómo nació la idea de escribirla?

Creo que el núcleo originario es la experiencia de tener una relación afectiva fuerte mediada por la virtualidad, esa es la matriz de la novela. Lo que pasa en esa situación hoy parece natural, porque implica una cantidad de experiencias, sentimientos, acciones, especulaciones, sospechas. Quise desovillar ese ovillo.

Venías de publicar una trilogía de novelas dedicada a los años 70: Historia del llanto, Historia del pelo e Historia del dinero, ¿qué te impulsó a volver ahora a la ficción?

Yo todo el tiempo pienso en términos de ficción, simplemente estuve un tiempo sin publicar novelas, dedicado a otras cosas. Publiqué un libro de ensayos sobre la lectura (Trance, 2019), después estuve ocupado criando un hijo. En realidad, la ficción estuvo ahí todo el tiempo esperándome.

¿Qué fue lo que mas te costó de la novela?

La parte de la pileta (piscina), una sección bastante larga de la novela, cuando Savoy acepta el regalo que Carla le deja antes de irse de viaje. La empecé a escribir con la forma de un diario íntimo, mi idea original era que Savoy escribiera él un diario donde consignara día por día toda la experiencia que hiciera en la pileta con la intención de mándaselo a Carla, como una especie de folletín mientras ella estuviera de viaje. Me di cuenta muy rápido que aunque como texto funcionaba bien, no encajaba dentro de la estructura y el registro general de la novela, y me obligaba a convertir a Savoy en un escritor. Me parecía que no era interesante y Savoy no podía ser un escritor. Por eso lo convertí en prosa en tercera persona, Fue una cosa de trabajo, de corrección.

Alan Pauls

“Un cáncer encantador”

¿Cómo llevas la relación con la tecnología?

Tengo la relación con la tecnología que necesito, trato de mantenerla así, acotada. Trato de no dejarme seducir por desafíos paralizantes que se que no voy a poder abarcar. Soy un poco más grande que Savoy, o sea que soy más anacrónico que Savoy. No me expongo a las redes sociales, tengo solamente Instagram y lo uso de una manera homeopática, muy a cuentagotas solo para ciertas cosas.

¿Hay alguno de los aparatos que te sea particularmente dificultoso?

El teléfono, es el cáncer encantador que sufrimos todos. Realmente el monstruo. Hace 10 pensábamos que era la computadora. El otro día acá en Berlín salí a ver una obra de danza, y cuando estaba punto de salir, me di cuenta que no tenía batería en el celular, y dije bueno no llevo el celular, qué me importa, y cuando estaba en el subte yendo al teatro me di cuenta que en el celular tenía el QR que probaba que estoy vacunado. Sin eso no podía entrar. El teléfono es una especie de caja fuerte donde están todas las pruebas de existencia, los salvoconductos que nos permiten vivir la vida cotidiana, y me di cuenta que eso es el camino mas corto al suicidio, ¿no?

Latinoamérica y Proust

En el listado del Granta publicado con los mejores narradores jóvenes en español, no solo hay originarios de España, sino muchos latinoamericanos. Además, Mariana Enriquez estuvo seleccionada en la lista final del Booker Prize, crees que en el mundo existe una mayor valoración por la literatura de esta parte del globo?

No, me parece que son olas, flujos y reflujos. Me parece que habría que en los casos de Mariana Enriquez, así como el de Samanta Schwelin, Ariana Harwicz o Lina Meruane, muchas narradoras que suenan muy fuerte en el mundo no me parece que vengan como representantes de la literatura latinoamericana, mas bien, vienen en el movimiento de la literatura de mujeres, que es verdaderamente fuerte, mucho más que la literatura latinoamericana. Me parece que la presencia de la la literatura latinoamericana en el mundo tiene que ver con el grado de interés que tenga España, que es la industria editorial que decide hasta qué punto es digna de interés o no. Nos guste o no, sigue siendo importante que haya algún tipo de eco en la plataforma España para que de ahí la cosa se expanda.

¿Qué es lo que viene?

Terminé de traducir un libro muy complejo, que se llama Los 75 folios, que son los pliegos que dieron origen a En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Lo traduje para Lumen España, es un texto complejo porque está lleno de borradores y manuscritos. Tiene un aparato critico importante. Esas 75 páginas son geniales, y ahora estoy trabajando en un proyecto que tiene que ver con mi vida aquí en Berlín, que es rastrear mi apellido, soy de origen alemán, mi padre era de acá. Estoy haciendo una especie de ensayo autobiográfico, los rastros del apellido paterno.

¿Qué relación tienes con Proust?

Soy muy fan, leí En busca del tiempo perdido más o menos a los 30, me dediqué casi un año a leer solamente eso, fue una experiencia radical, transformadora. De todo lo que he leído en mi vida, me parece que el golpe de ese libro fue mayúsculo. Es un libro que inventa una manera de articular vida y literatura, vida y arte, que hace que cuando terminás de leerlo no solo tu relación con el arte cambia, también con la vida, el amor, la memoria, el tiempo. Soy una especie de devoto, cristiano. Antes traduje El remitente misterioso y otros relatos inéditos (Lumen, 2019) que fue otro conjunto de inéditos que se descubrieron, me estoy convirtiendo en el traductor de los inéditos póstumos de Proust, lo cual me parece un honor inmerecido, pero honor al fin.

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