Obama y Springsteen: la inevitable unión de dos renegados

(AP Photo/Carolyn Kaster)

El músico y el expresidente de los Estados Unidos se sentaron a conversar en una serie de podcast durante el 2020. En esas conversaciones, ancladas en sus recuerdos de juventud, reflexionaron sobre su país y las problemáticas que lo han cruzado, como la guerra o el racismo. Hoy esos diálogos se encuentran en castellano en un libro que acaba de llegar al país.


Fue en el verano boreal de 2020 cuando tuvo lugar un encuentro tan sorpresivo como improbable. De un lado, un expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama (60); del otro, uno de los cantautores fundamentales de los últimos tiempos, Bruce Springsteen (72). Ambos decidieron comenzar una serie de conversaciones en formato podcast y que subirían a Spotify. Le pusieron un nombre sugerente: Renegados.

Ahora Renegados no solo es un podcast, también un libro que acaba de llegar a Chile vía Debate, y que reúne –en castellano– las conversaciones que el músico y el político mantuvieron en ese año. El libro contiene anécdotas inéditas de ambos, más de 350 ilustraciones, fotografías y documentos como las letras escritas a mano de Springsteen y borradores de los discursos de Obama.

“Cuando Bruce y yo nos sentamos por primera vez a grabar Renegades: Born in the USA, en el verano de 2020, no sabíamos cómo resultarían nuestras conversaciones. Lo que sí sabía era que Bruce es un magnífico narrador, un bardo de la experiencia estadounidense”, recuerda Obama en las primeras páginas del volumen.

Vietnam y los 60

En el transcurso de las charlas, hablan de temáticas como la historia de los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX, desde sus diferentes miradas y ángulos. Cada uno se da maña de apelar a la memoria y recordar anécdotas de esos tiempos de juventud en que todo estaba cambiando.

“Yo era joven, tenía quince años en 1965 y dieciséis en 1966. Me sentía como un outsider por la vida que había elegido. Pero era una especie de falso hippie. No era un hippie de verdad. Siempre tuve un pie en el mundo obrero y otro en el de la contracultura, y nunca pertenecí del todo a ninguno de los dos. Pero tenía la sensación de que el sistema estaba amañado y tenía prejuicios hacia muchos de sus ciudadanos”, recuerda el hombre de Born in the U.S.A.

Obama, 12 años más joven que Springsteen, también rememora esos años: “Aquí es donde hay una cierta diferencia generacional entre los dos, porque a mí me tocó la contracultura hacia el final. De alguna manera ya estaba desapareciendo. Pero, en 1967 y 1968, cuando comenzaron las protestas por Vietnam y el movimiento por los derechos civiles, hubo un gran cambio”.

Incluso, Springsteen cuenta que en 1968 fue llamado para ir a Vietnam, como ocurría con los jóvenes de la época. Ni corto ni perezoso, y sin ganas de tomar un fusil, al músico se le ocurrió decir en la oficina de reclutamiento que tenía un retraso mental producto de una supuesta lesión cerebral. Hasta inventó un pretexto: “Había tenido un accidente terrible en la moto unos siete meses antes que me había producido una conmoción cerebral”. El truco funcionó.

“Vietnam fue la primera vez en mi vida en que sentí que el país había perdido el rumbo. Que había perdido el norte por completo. Debido a la muerte de mis amigos y a lo que viví entonces... perdí la inocencia”, recuerda “El jefe”.

Bruce Springsteen, left, appears with former President Barack Obama during their podcast of conversations recorded at Springsteen's home studio in New Jersey. The eight-episode series covers their upbringings, racism, fatherhood and even recall a White House singalong around a piano. (Rob DeMartin/Spotify via AP)

El racismo

También pasan por un tema ineludible para la realidad del gigante del norte: las tensiones raciales. Springsteen de hecho cita un hecho reciente al respecto: “Después del asesinato de George Floyd, empecé a leer a James Baldwin, y este pasaje se quedó conmigo: ‘A los blancos de este país les falta mucho para aprender a aceptarse y amarse a sí mismos y a los demás, y cuando lo hayan logrado —que no será mañana e incluso puede que nunca ocurra—el problema de los negros se acabará porque ya no será necesario”.

Obama, como estadista, piensa en una política de reparación al respecto. “Es cierto que, incluso después del fin de la esclavitud oficial, y de la vigencia de las leyes Jim Crow, la opresión y la discriminación sistemáticas de los negros estadounidenses hicieron que las familias negras no pudieran generar riqueza ni competir, y eso tuvo repercusiones generacionales. Así que, si se piensa en lo que es justo, miraría hacia atrás y diría: ‘Los descendientes de quienes sufrieron ese tipo de injusticias terribles, crueles y a menudo arbitrarias merecen algún tipo de reparación, algún tipo de compensación, una retribución’”.

Pandemia y actualidad

El político demócrata reflexiona que aunque la pandemia parece una eternidad, ha hecho que el mundo no sea el mismo respecto de hace solo un año atrás. “Casi un año después, el mundo tiene mejores bríos. Gracias a los asombrosos avances científicos y al esfuerzo incansable de todos los trabajadores de la salud en primera línea, la pandemia ha cedido (aunque no se ha acabado) y la economía experimenta una recuperación estable aunque desigual. El asesino de George Floyd ha sido declarado culpable y condenado”. Sin embargo, todos los temas que golpean al país del Tío Sam siguen latientes.

“Estados Unidos permanece más polarizado que en cualquier otro momento que podamos recordar –agrega Obama-, no solo en torno a temas como el control policial, el cambio climático, los impuestos y la inmigración, sino acerca de las definiciones mismas de la fe y la familia, sobre qué constituye la justicia y qué voces merecen ser escuchadas”.

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