Metallica 72 Seasons: los reyes del thrash retienen la corona

72 Seasons no solo repite la moral de los dos últimos trabajos, sino que reitera la intención de desterrar las novedades o alterar su sonido, como lo hicieron entre Load (1996) y St. Anger (2003), los trabajos más resistidos por contener un desvío de su propia visión sobre el thrash y el metal en general.


Los 110 dólares australianos que Camila Guerrero pagó esta mañana en la tienda JB HI-FI de Adelaida -59.192 pesos chilenos- por la versión red marble del vinilo de 72 Seasons de Metallica, no es precisamente barato.

“Me rajaron”, cuenta esta porteña testigo de 122 conciertos de los reyes del thrash metal, incluido el show en la Antártica de 2013, y que planea verlos unas cuantas veces más este año por distintos países, reconocida por la banda de San Francisco como una fan realmente singular entre millones de fieles de una institución que cambió las reglas de la industria, al conquistar multitudes en los ochentas al margen de MTV, un fenómeno planetario de boca en boca.

Camila registró en un breve video la compra hasta que el disco gira en su tornamesa, y sigue en guitarra sin chapucerías el corte que abre y bautiza a este undécimo título.

“Es de mis favoritas del álbum porque encapsula muy bien lo que es Metallica”, sentencia.

Absolutamente cierto. La canción es 100% representativa, una tarjeta de identidad con los rasgos originales del grupo, sin pérdida alguna de potencia y ferocidad.

Este Metallica casi sexagenario repite en 72 Seasons la moral de Death Magnetic (2008) y Hardwired... to self-destruct (2016): volver a las raíces, al ataque sin contemplaciones mediante canciones dinámicas y musculares que, esta vez, resuenan como ecos del último proceso de terapia del cantante y guitarrista James Hetfield.

El título alude a los 72 ciclos estacionales hasta llegar a la mayoría de edad. “Los primeros 18 años de nuestras vidas”, declaró, “que forman nuestro verdadero o falso yo... Gran parte de nuestra experiencia adulta es una recreación o reacción a esas experiencias de la infancia”.

(Photo by Evan Agostini/Invision/AP, File)

72 Seasons no solo repite la moral de los dos últimos trabajos, sino que reitera superar cualquier intención de experimentar con las novedades o alterar su sonido, como lo hicieron entre Load (1996) y St. Anger (2003), los trabajos más resistidos por contener un desvío de su propia visión sobre el thrash y el metal en general.

Esta versión focalizada de Metallica producida nuevamente por Greg Fidelman, responsable tras Hardwired... to self-destruct y colaborador desde Death Magnetic pasando por Lulu (2011) con Lou Reed, excluye la faceta más progresiva donde la artillería del riff alternaba con secciones acústicas entre pastorales y emotivas, un punto distintivo con sus contemporáneos.

72 Seasons no ofrece descanso alguno, en una exhibición de ganchos guitarreros y acentos que remontan desde Kill ‘em all (1983) hasta el Black album (1991), cuando Metallica articuló hacia un rock más clásico, pausado y monumental. You must burn!, uno de los tres cortes donde Robert Trujillo se une como compositor a James Hetfield y Lars Ulrich, bebe de las aguas de Sad but true.

Kirk Hammett, que no compuso absolutamente nada en el disco previo (la disculpa fue la pérdida de un celular colmado de ideas musicales en Dinamarca en 2015), se reivindica como coautor en Crown of a barbed wire, Chasing light y If darkness had a son.

Una de las claves de este rejuvenecimiento de Metallica radica en la voz de James Hetfield. “Salió de su zona de confort”, asegura Camila, ejemplificando con canciones como Too far gone? y Inamorata, que se explaya por 11 minutos y 10 segundos.

El entusiasmo por el regreso de Metallica ha menguado ligeramente según Metacritic, sitio que tabula las reseñas de los principales medios anglo. Ayer marcaba 80 puntos, hoy 76.

Uno de los reparos es precisamente el exceso de duración de algunos cortes, siete de once temas superan los seis minutos. “Canciones largas con riffs copiosos”, observó Consequence of sound, que a su vez también cree que es lo más satisfactorio que han hecho en más de dos décadas. “Si no el mejor álbum de Metallica del siglo XXI, el mejor álbum thrash de Metallica del siglo XXI (...) el sonido de una banda divirtiéndose, lanzando toneladas de riffs y abrazando su propio legado como maestros del metal”.

“Con más de 40 años de experiencia, tocan con más propósito que en sus días de demonios de la velocidad”, apuntó Rolling Stone.

“Es un álbum intenso”, describió Classic Rock, “que va duro durante prácticamente cada segundo de sus 77 minutos de duración”. Para el medio, han quedado atrás “los días en que Metallica subía el listón con cada nuevo lanzamiento”, en tanto la única preocupación del cuarteto “es hacer el mejor álbum de Metallica posible, independientemente de lo que ocurra a su alrededor”.

“En ese sentido”, concluye, “72 Seasons es un éxito rotundo”.

Menos entusiasta es el juicio de Clash Music. Lo considera un álbum “sólido” pero “demasiado seguro”, y que “no consigue encender el corazón”.

El exigente Pitchfork proclama que el disco y sus generosos 77 minutos “ofrece todo lo que podrías desear de un álbum de Metallica en 2023, y mucho más. Demasiado más”.

El entusiasmo se matiza con algunas dudas sobre la legitimidad de la performance de Lars Ulrich, demasiado metronómica para un baterista habitualmente vapuleado por los yerros en vivo y sus limitaciones técnicas. Aún cuando la reseña reconoce no contar con más pruebas que indagar en Reddit, la batería suena “demasiado bien”, “demasiado precisa”, con “cada caja y cada bombo golpeando exactamente al mismo volumen”.

“Parece inhumano”, sugiere el texto.

Metallica nos dio el mejor disco que nos pueden dar a estas alturas”, sintetiza Camila Guerrero desde Adelaida, sabiendo que en los próximos meses los verá en el Download Festival, otras fechas en Suecia y, probablemente, Estados Unidos.

Una gira donde Metallica, si quisiera, podría tocar íntegramente el nuevo álbum, sin perder la atención del público.

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