Culto

El Esquema Fenicio: un magnate en apuros

Benicio del Toro es un millonario con miles de enemigos en El Esquema Fenicio, la nueva película de Wes Anderson recién llegada a cines chilenos. Pintoresca y lúdica en fondo y forma, la cinta es un Anderson de buena cepa, mejor que el promedio, pero sin llegar a los niveles de Los Excéntricos Tenenbaum o El Gran Hotel Budapest.

El empresario Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro) y la novicia Liesl (Mia Threapleton).

Una nueva película de Wes Anderson siempre es un alivio, una salida a superficie cuando el tanque de oxígeno se acaba. Cierto es que a estas alturas parece cada vez más difícil que Anderson se supere a sí mismo y vaya más lejos que lo que hizo en Los Excéntricos Tenenbaum o El Gran Hotel Budapest, pero el hombre nunca defrauda. Hay un dominio del estilo y el contenido que lo han transformado en una marca registrada, mil veces imitado, pero jamás superado.

En El Esquema Fenicio otra vez reúne a un grupo imposible de actores, cada cual más famoso que el otro, casi siempre en pequeños roles y con líneas su clásico e impasible humor. En algún momento sólo Woody Allen era capaz de reunir tamaña constelación de estrellas en sus películas. Ahora ese lugar le corresponde al realizador de Isla de Perros.

Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro), Liesl (Mia Threapleton) y Björn Lund (Michael Cera).

El protagonista acá es Benicio del Toro en el rol de Zsa-zsa Korda, un empresario agresivo e inescrupuloso apodado “el señor 5%” por su capacidad para quedarse con una buena tajada de ganancias en sus operaciones comerciales. Odiado por sus colegas en los negocios y padre de 10 hijos a los que no presta casi atención, Korda ha escapado a seis intentos de asesinatos perpetrados por sus enemigos y decide que es hora de planificar su herencia. No vaya a ser que el séptimo funcione.

La elegida para quedarse con su fortuna y para ejecutar lo que él llama “el esquema fenicio” (la sumatoria de sus esfuerzos financieros durante toda su vida) es Liesl (Mia Threapleton), su única hija mujer. Pero la muchacha es una novicia próxima por tomar los votos religiosos y en su estricto código moral no cabe la posibilidad de recibir la herencia de Korda, alguien al que pocas veces ha visto en su vida y que además de traficar armas también ejerce la esclavitud en sus empresas.

Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro) en el baño de su mansión.

En esta dinámica a lo bella y la bestia, entre pureza y villanía, la película avanza intercalando escenas en blanco y negro que muestran a Korda sucesivamente hablando con ángeles y seres del más allá. Los alados personajes aconsejan al magnate o simplemente se burlan de él. Acá abajo, en la Tierra, Liesl se abre a la posibilidad de encontrarle un fin ético a la propuesta de su padre.

Entre ambos personajes media un tal Björn Lund (Michael Cera), entomólogo noruego que al mismo tiempo es tutor de los otros hijos de Korda y que parece ir abrigando un particular interés en Liesl, la novicia algo rebelde de esta historia.

Como es usual en las películas de Anderson, la historia se desarrolla a modo de viñetas con sus propias escenografías y personajes extravagantes, cada uno con una razón de ser en la atribulada existencia de Zsa-zsa Korda. Están sus socios comerciales Leland (Tom Hanks) y Reagan (Bryan Cranston), dos gruñones hermanos que preferirían verlo arruinado. También aparece su prima lejana y eventual próxima esposa Hilda (Scarlett Johansson) y hasta el mismísimo Dios (Bill Murray).

Björn (Michael Cera), Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro) y Liesl (Mia Threapleton).

Por sobre todo destaca el tío Nubar (Benedict Cumberbatch), su medio hermano, también hombre de negocios y némesis total de Korda. Al menos sabemos que éste último alberga la posibilidad de cierta redención tras sus continuas y surrealistas visitas al más allá.

También sabemos que el personaje de Benicio del Toro se basa lejanamente en el magnate del petróleo armenio Calouste Gulbenkian (1869-1955), el hombre al que originalmente bautizaron como “señor 5%” y que tras amasar una fortuna infinita dejó todo su dinero a la Fundación Gulbenkian de Portugal, una de las instituciones culturales y científicas más importantes del mundo. Si él pudo ver más allá de su cinco por ciento, tal vez Korda tenga un Plan B para el esquema fenicio.

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