Culto

Hasta la raíz

No es que alguien como Natalia Lafourcade trabaje escondida del mundo digital. Es que su persistencia en hacer dialogar su música con mundos previos (o alejados) de la lógica de su-like-es-mi-sueldo está enriqueciendo ese trabajo de un modo tan refrescante como inspirador.

Cómo es el último disco de Natalia Lafourcade

Haberlo sabido antes: “La contralgoritmia es la nueva contracultura”, dicta el editorial de una revista cultural española. Nuevos tiempos, otras formas de resistencia. Los cambios en los hábitos de escucha moldeados por las plataformas de música se asientan sobre playlists y canciones virales que van a la segura, estandarizando sonidos y ritmos que ingenuamente creemos se han adaptado a nuestro gusto particular. No son sugerencias desinteresadas: follow the money.

Forjar una identidad distintiva siempre fue importante en el pop, pero nunca como ahora esta se ve obligada a nutrirse de espalda a los conteos, en sintonía con tradiciones de ideas ajenas al desfile de reels y selfies que las redes sociales fomentan como (vana) autopromoción. No es que alguien como Natalia Lafourcade trabaje escondida del mundo digital. Es que su persistencia en hacer dialogar su música con mundos previos (o alejados) de la lógica de su-like-es-mi-sueldo está enriqueciendo ese trabajo de un modo tan refrescante como inspirador.

Natalia Lafourcade en Chile la-tercera

Tómese, por ejemplo, su nuevo disco y todas las claves alrededor. Cancionera se presenta en letras, sonido y complementos visuales como la obra de una cantautora que es ella sin serlo realmente. Una alter-ego. “Cancionera, no dejes de sorprenderme / […] Cántame bonito, y yo siempre te voy a amar / Cancionera, canta libre al viento / Canta siempre tu verdad”. ¿A quién le canta Lafourcade en el single que le da título al álbum? Es como si ella misma se separara de su oficio y pudiera tenerlo al frente para alentarlo. A su lado, veintiséis músicos (más coro), invitados de prestigio (Hermanos Gutiérrez, El David Aguilar y Soundwalk Collective, entre otros) y el productor, cocompositor y coarreglador Adan Jodorowsky se someten al cuidado que exige la grabación en vivo sobre cinta analógica. En estos catorce títulos de extrema elegancia no hay época reconocible ni urgencia competitiva. Son tan de ahora como de siempre, a la vez suyos y de la historia musical veracruzana. En YouTube, cada canción tiene un video asociado, pero de una estética retro y rugosa que nada tiene que ver con los videoclips al uso. Es como la invitación a escuchar y mirar desde un sendero paralelo a la gran ruta de la cantautoría femenina latinoamericana vigente; a veces, tan ansiosa por atención.

Es un dato importante el involucramiento estrecho que Natalia Lafourcade mantiene hace años con el Centro de Documentación del Son Jarocho, una iniciativa cultural en Jáltipan de Morelos dedicada al reguardo y divulgación de ese género musical asociado a la región de Veracruz, y al cual la cantautora ha contribuido con financiamiento, actividades a beneficio e incluso un disco suyo de invitados estelares y ventas dedicadas (Un canto a México, en dos volúmenes). La suya es música atenta a las fuentes, en una perspectiva de largo alcance a la que ninguna luz pasajera puede encandilar.

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