Cura español que compuso las canciones de misa más famosas del mundo es acusado de abuso de menores

Cesáreo Gabaráin nació en Hernani, en el País Vasco, en 1936, y fue ordenado sacerdote en 1959.

El diario El País dio a conocer el testimonio de cuatro exalumnos del colegio de los maristas de Chamberí en Madrid, que acusan al sacerdote por abusos que se remontan a la década de 1970. El autor de temas como “Pescador de hombres”, “Vienen con alegría” y "Juntos como hermanos", quien murió en 1991, incluso fue nombrado prelado personal por Juan Pablo II tras las denuncias.


El 2008, el portal Religión Digital se refería a Cesáreo Gabaráin como “posiblemente el compositor de música litúrgica en lengua española del siglo XX más cantado y conocido”. Y no podía ser de otra forma. “Pescador de hombres”, “Una espiga dorada por el sol”, “Vienen con alegría”, “Ven, ven, Señor”, “Juntos como hermanos” o “La paz esté con vosotros” son algunas de las casi 500 canciones que componen su repertorio, las mismas que lo convirtieron en el único artista de Iglesia que ha recibido un Disco de Oro en España.

Y pudieron ser muchas más, ya que comenzó a componer recién a partir de los 30 años. La versión en polaco de “Pescador de hombres”, con su inconfundible frase “Tú has venido a la orilla...”, era la canción favorita del Papa San Juan Pablo II. Varios de sus temas incluso son populares en Estados Unidos, no solo en inglés, sino en sus versiones bilingües.

Y es que Gabaráin fue un incansable cultivador de la música religiosa al servicio de una liturgia renovada. Una de sus preocupaciones era que la melodía fuera “oreja”, es decir, que se entendiera fácilmente para que todos y todas pudieran cantarla. Como escribía su amigo Carmelo González Velasco, Gabaráin “vivió en constante captación de situaciones de necesidades humanas, que traducía en cantos de ayuda para los momentos de oración personal o comunitaria”. “Todos ellos son vehículos de acercamiento al mundo trascendente, manifestaciones de alabanza a Dios y a la Virgen, expresiones del celo litúrgico-musical que le consumía”, asegura.

Gabaráin era también un gran deportista, se le conocía como el “cura ciclista”, fue capellán del equipo ciclista Fagor y “pater” de la Vuelta Ciclista a España. Amigo de futbolistas del Real Madrid, además poseía el título de entrenador de básquetbol.

Toda una institución en la Iglesia católica española, según el diario El País, que llegó a ser nombrado prelado personal por Juan Pablo II en 1979. “Lamentablemente murió de forma inesperada antes de cumplir 55 años, en 1991, cuando estaba en plena madurez”, apuntó Religión Digital en 2008.

Cesáreo Gabaráin, junto a Juan Pablo II.

Pero como escribió José Manuel Vidal, vaticanista español y director de Religión Digital, Gabaráin “ya murió con la sombra de la pederastia pegada a la piel”. La misma “cara oculta” que El País desveló este domingo, tras dar a conocer el testimonio de cuatro exalumnos del colegio de los maristas de Chamberí en Madrid, que acusan al cura por abusos que se remontan a la década de 1970, cuando era capellán y director espiritual del establecimiento.

“Era como el doctor Jekyll y mister Hyde; por un lado, un cura carismático, popular, amigo de deportistas famosos y del Papa, y por otro, un pederasta. Algo inimaginable para todos los que le admiran”, acusa Eduardo Mendoza, de 57 años. Él fue quien lo denunció ante su tutor en 1978, una decisión que, según estos testimonios, acarreó la expulsión de Gabaráin del centro.

El episodio que, según los exalumnos, desencadenó su marcha del colegio sucedió en diciembre de 1978, en unos ejercicios espirituales en Los Molinos, una residencia de los maristas en la sierra de Madrid. “Dormíamos cada uno en una habitación. Tras la primera noche, mi compañero de al lado vino muy asustado a contarme que Cesáreo se le había metido en la cama y le había metido mano. Había abusado de él. Aún recuerdo su cara de terror”, declaró Mendoza, quien agradece el rol que jugó su tutor, el hermano Aniceto Abad, a partir de ese incidente.

“Entonces se lo conté y se puso muy serio, dijo que era algo muy grave, y nos preguntó si le había pasado a más chicos. Salieron, que yo sepa, dos más. A partir de ese momento, el hermano Aniceto se ocupó del tema y habló con las familias de los chavales. Cuando volvimos al colegio en enero de 1979, Cesáreo ya no estaba”, señaló Mendoza, quien recuerda que Gabaráin “era un depredador”. “Cuando nos duchábamos, bajaba a los vestuarios a mirar”, acusa.

Otro de los menores que habría sido víctima de Gabaráin fue César Aguilera, ya fallecido. Su hermano Manuel se refirió así al incidente que vivió en Los Molinos: “Mi hermano volvía a su cuarto de ducharse y el padre Cesáreo entró y empezó a decirle mientras intentaba abusar de él: ‘Eres un bichito malo’. Pero llegaron sus compañeros y le salvaron”, relata.

Días después César Aguilera reveló el episodio a su familia. Manuel cuenta que su padre descolgó el teléfono y llamó a los padres de las otras víctimas para ir a hablar con el director, el hermano Aquileo Manciles Bañuelos, también fallecido. “Para su sorpresa, no se lo negó. Les dijo: ‘Lo sabemos. Está muy arrepentido y quiere hablar con ustedes, porque lo ha pasado muy mal y dice que ha pensado en suicidarse”, detalla.

No obstante, la salida del colegio de Gabaráin no sirvió de nada. No solo fue reubicado en otro, el de San Fernando, en Madrid, gestionado por los salesianos, sino que, a los dos meses del suceso, Juan Pablo II lo nombró prelado de Su Santidad, un título honorífico que el Pontífice concede a personas de especial relevancia, por decisión propia o a propuesta del obispo de su diócesis, señala El País. “A los dos meses le hicieron prelado de Su Santidad, nos quedamos helados”, recuerda Mendoza. En varias entrevistas, Juan Pablo II confesó que, en el momento de su elección como Pontífice en octubre de 1978, los versos de la canción “Pescador de hombres” sonaban en su cabeza, apunta el periódico español.

En el año de 1982, con la primera visita del Papa a España, Gabaráin dirigió la orquesta que cantó, entre otras muchas la de “Pescador de hombres” en un multitudinario encuentro con jóvenes en el estadio de Santiago Bernabéu.

Maristas abren investigación

Según la agencia ACI Prensa, la Congregación de los Maristas en España ha confirmado haber recibido acusaciones creíbles de abuso de menores contra el compositor católico contemporáneo más importante en lengua española. De hecho, el 28 de julio pasado la Provincia Marista Ibérica publicó un comunicado en el que manifiesta su “dolor y pesar por los hechos publicados en los medios de comunicación estos últimos días, en los que se detallan abusos sexuales sufridos por varios alumnos hace décadas en algunos de nuestros colegios”.

“Condenamos estos hechos y pedimos perdón a las víctimas por no haber sido capaces de protegerles, de cuidarles, y por no haber gestionado de manera adecuada esas situaciones”, agregan.

Los maristas explican que están “realizando una investigación interna para esclarecer los hechos ocurridos. Para nuestra institución, la prioridad son las víctimas, creemos en su palabra y nos ponemos a su disposición para todo aquello que necesiten”. La arquidiócesis de Madrid también informó de la apertura de una investigación sobre el cura compositor.

“A pesar de que el acusado Cesáreo Gabaráin murió hace 30 años, el impacto de las acusaciones es enorme en la Iglesia española e imagino que en la de todo el mundo. Por la carga simbólica que presenta su figura de ícono musical de canciones emblemáticas que se siguen cantando a diario en las iglesias de todo el planeta”, comenta José Manuel Vidal a La Tercera. “Es verdad que las obras están por encima de sus autores, pero habrá mucha gente a la que se le atraganten las estrofas de ‘El pescador’ y de sus demás canciones, al pensar que las compuso un pederasta y un depredador de menores consumado”, señala.

Pese a ello, el vaticanista español no imagina que las composiciones de Gabaráin sean vetadas tras conocerse las acusaciones de abuso. “No creo que el Vaticano prohíba las canciones de Gabaráin, pero quizás lo hagan por vergüenza torera los curas y los fieles en solidaridad silenciosa y simbólica con sus víctimas”, afirma. “Éstas se lo merecen”, concluye.

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