La nueva estrategia de Trump para Ucrania
El mandatario de Estados Unidos, que apostaba a un rápido fin del conflicto, endureció el tono sobre Putin y redobló su apoyo militar a Ucrania en un claro giro de su posición frente al tema, cuya consistencia está por verse.

Durante la pasada campaña presidencial Donald Trump afirmó en más de una ocasión que de ganar acabaría con la guerra en Ucrania en 24 horas y que si él hubiera estado en la Casa Blanca esa guerra nunca habría comenzado. Si bien es imposible comprobar esta última afirmación, lo que sí está claro, a seis meses de asumir su segundo gobierno, es que el primer compromiso sigue sin alcanzarse. El conflicto ha continuado inalterable y los intentos iniciales por instalar una mesa de negociaciones resultaron infructuosos.
Pese a ello, lo que sí ha cambiado es la posición del mandatario frente al tema. Los elogiosos comentarios de las primeras semanas de su gobierno a su par ruso y las acusaciones contra el presidente de Ucrania, Volodimyr Zelensky, de ser el principal responsable de la guerra, olvidando que esta se inició tras la invasión rusa a ese país en abierta violación del derecho internacional, han dado paso en los últimos días a duras críticas a Vladimir Putin. Trump no solo reconoció estar decepcionado de Putin sino también aseguró que la palabra de su par ruso perdió todo valor.
Un giro retórico que ha ido de la mano de un cambio en las acciones adoptadas para hacer frente al conflicto. A comienzos de la semana pasada, y durante una reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Trump anunció un plan para dotar de misiles Patriot y otros equipos militares a las fuerzas ucranianas, a través de un acuerdo con los países europeos de la Alianza Atlántica. El pacto contemplaría la venta de nuevo material militar de EE.UU. a algunos países europeos, los que a su vez enviarían a Kiev los sistemas Patriot que hoy tienen disponibles.
El envío de los sistemas de misiles Patriot responde a un antiguo anhelo de Kiev, que considera que contar con esos equipos es fundamental para poder defenderse de los bombardeos con misiles balísticos por parte de Rusia, que se intensificaron en las últimas semanas. Además, el acuerdo contemplaría dotar también a las fuerzas ucranianas de nuevas municiones y equipamientos, que permitirían un importante mejoramiento de la debilitada capacidad militar ucraniana.
A ello se sumó además una dura advertencia de parte del mandatario estadounidense a su par ruso de que si en el plazo de 50 días no aceptaba iniciar un proceso de negociaciones para acabar con el conflicto aplicaría aranceles de 100% a los productos rusos y “aranceles secundarios” a los países que comercian con Moscú. Si bien aún no quedan claras las razones del plazo establecido -considerado por algunos demasiado extenso- y cómo se aplicarían los “aranceles secundarios”, tomando en cuenta que China es uno de los principales socios comerciales de Rusia, se trata en todo caso de un evidente giro en la posición de Washington hacia Moscú.
La clave ahora será ver si este cambio del presidente de EE.UU. será consistente y da cuenta de un reconocimiento real de la nula disposición de Putin por alcanzar un alto al fuego y abrir un proceso de negociaciones que asegure una paz duradera o se trata solo de un movimiento táctico sujeto a otras consideraciones. A la espera de conocer la respuesta y saber el camino que seguirá la nueva estrategia de Washington, lo que sí queda claro es que la aspiración inicial de Trump de lograr un rápido fin al conflicto ha demostrado ser una mera fantasía.
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