Editorial

Responsabilidad de los partidos en candidaturas parlamentarias

Señal del mal estado en que se encuentra nuestra política es que los partidos se vean en la necesidad de nominar a candidatos tránsfugas o con líos judiciales. Los casos de la FRVS o del diputado Calisto ilustran a su vez los riesgos de consentir la falta de consecuencia.

Luego de que el lunes concluyera el proceso para que los partidos inscribieran ante el Servel sus listas parlamentarias, ha quedado un sabor particularmente amargo, al constatar que tanto en la oposición como también en el oficialismo abundan los casos de candidatos que han sido inscritos simplemente porque se trata de figuras del mundo del espectáculo, sin importar si acaso tienen apego con los idearios que los partidos dicen sustentar. Todavía más inquietante es que en la nómina figuren candidatos que enfrentan procesos judiciales -tal es el caso del militante comunista Daniel Jadue, o del diputado Miguel Ángel Calisto-; tampoco faltan los casos de personas que pese a poseer polémicos historiales, aun así han sido designados simplemente porque se trata de personalidades “carismáticas”. Pero no solo eso. También se cuentan varios ejemplos de parlamentarios que, pese a su transfuguismo político, aun así han sido acogidos en una lista.

Es ciertamente razonable que de cara a una elección los partidos busquen apostar por aquellas candidaturas que tengan las mejores chances de ser elegidas, y en ello es legítimo que se pueda recurrir a figuras independientes o que no siendo parte de la política tradicional, posean credenciales suficientes para detentar un cargo parlamentario y cuenten además con alguna cercanía ideológica. Pero los casos antes reseñados dan cuenta de que varios partidos -y también las coaliciones a las que pertenecen- han renunciado a llevar a cabo este control básico.

Se trata ciertamente de un fenómeno muy preocupante, porque con esa forma de actuar -que solo privilegia los interese electorales cortoplacistas- los partidos están renunciando a una de sus misiones más relevantes, que es suministrar personas capaces de desempeñar razonablemente cargos públicos y asegurar el buen funcionamiento de las instituciones, en este caso del Congreso. La inmensa mayoría de los candidatos por los cuales votarán los chilenos pertenece a partidos políticos, por lo que en la medida que la calidad de las candidaturas decae no solo se amplifica el riesgo de elegir parlamentarios incompetentes -dañando así la solvencia del trabajo legislativo-, sino que al mostrar tan poco apego por las instituciones a la larga también se resiente la propia calidad de la democracia.

La proliferación de candidaturas que no representan los idearios de los partidos o que son ejemplos de mero transfuguismo parece ser el síntoma de algo más profundo, revelando el mal estado en que se encuentra nuestra política. Si antaño los partidos eran capaces de generar importantes cuadros con potencial electoral, hoy esa capacidad claramente se está perdiendo y entonces se ven en la necesidad de recurrir a figuras tránsfugas o sin apego doctrinario, como forma de asegurar su propia supervivencia o dar la impresión de que cuentan con un mayor peso electoral. Esta forma de actuar se ve potenciada porque en la práctica los partidos raramente enfrentan consecuencias, pues la ciudadanía no los penaliza y tampoco el propio sistema político.

Si bien casi todos los partidos han recurrido al expediente de incluir este tipo de candidaturas, es un hecho que el ejemplo más ominoso corre por cuenta de la Federación Regionalista Verde Social (FRVS), colectividad que al final decidió no ir en la lista del oficialismo -formó un pacto con otras fuerzas políticas-, y cuya nómina parlamentaria es el perfecto resumidero de los vicios señalados. Entre los 120 candidatos que presentó a la Cámara, figuran actuales diputados que buscan la reelección y que no encontraron respaldo en sus actuales bloques -es el caso de René Alinco, o el ex PS Jaime Naranjo-, la “Tía Pikachu” o el exalcalde Valparaíso Jorge Sharp, quien hace tiempo había tomado distancia del oficialismo.

Pero ciertamente haber incluido en su nómina de senadores al diputado Calisto -quien no solo formaba parte de la bancada de Demócratas, sino que había manifestado simpatía por la candidatura de Evelyn Matthei- demuestra hasta qué punto un partido puede estar dispuesto a aceptar cualquier tipo de candidato con tal de sobrevivir, aun a sabiendas de que en el futuro no tiene ninguna certeza de que podrá contar con ellos, convirtiéndose en la práctica en una montonera.

El caso de Miguel Ángel Calisto, por su parte, sin duda grafica con nitidez los riesgos de que los propios partidos alienten que figuras de tal nivel de inconsecuencia y con pretensiones caudillistas puedan seguir en un cargo de representación política. Desde luego, Calisto ha pretendido presentar su caso como una suerte de épica, acusando de que con el pretexto de su situación judicial fue vetado por Chile Vamos (ChV) y ante ello es justo buscar otra estrategia, sin reconocer que las acusaciones por las cuales fue desaforado -petición que por lo demás fue formulada por el Consejo de Defensa del Estado- son en sí graves y no pueden ser pasadas por alto sin más.

Aunque finalmente anunció que competiría como independiente, para lo cual recolectó las firmas, súbitamente fichó por el pacto de la FRVS, previsiblemente porque de esa forma asegura que en caso de que su situación judicial se complique pueda a su vez asegurar un sucesor, considerando que en caso de que un independiente elegido que no integre una lista renuncie o sea cesado no está contemplado su reemplazo. Esto abre espacio para interrogarse si no sería razonable que en estos casos exista un mecanismo de reemplazo y que ello sea a través de una nueva elección, lo que quizás ayudaría a desincentivar maniobras encubiertas que no prestigian a la política.

Más allá de las razones que haya tenido Calisto para integrarse a la lista de la FRVS, es inexplicable que ahora señale que no tiene decidido si votará por Matthei o Jeannette Jara, y aun así no haya sido apartado de ese pacto ni tampoco sea objeto de críticas por parte de los partidos de ChV o Demócratas, seguramente porque estiman que en caso de que logre llegar al Senado les será funcional. Con todo, al menos es una señal bienvenida que la UDI y RN hayan procurado no llevar candidatos que enfrenten líos judiciales, pero es claro que la condescendencia frente a la deslealtad que ha mostrado Calisto sienta un mal precedente.

Sorprendentemente, ha sido el Presidente Gabriel Boric quien dio un golpe de timón, al remover del cargo al ministro de Agricultura y al subsecretario de Ciencia, ambos militantes de la FRVS, como respuesta al hecho de que su tienda quebró el pacto oficialista y que decidió llevar como candidato a Calisto, un opositor al gobierno, haciendo pagar el costo al partido por sus inconsecuencias y falta de lealtad.

Más sobre:partidoscandidatoscongresoElecciones

Contenido exclusivo y análisis: suscríbete al periodismo que te ayuda a tomar mejores decisiones

Oferta Plan Digital$990/mes por 3 meses SUSCRÍBETE