A ver. Ordenemos los cruces para entender un poco las cosas:

a) La Segunda Profesional está a un pelo de desaparecer por no tener manera alguna de financiarse. Esta división, una barrera artificial para evitar que los equipos accedan al dinero del CDF, ha rebotado una y otra vez con la sordera del Consejo de Presidentes al que no le interesa su futuro. Mientras, Gabriel Artigues deja botado Deportes Linares, no sin antes llevarse con él el aporte que la Conmebol dio a los clubes para ayudar en sus gastos operativos

b) Los jugadores tienen su propia guerra civil: los que se retiraron desde el 2016 contra los que se retiraron antes debido al bono generado por la venta del CDF. Los que cobran dicen que el Sifup hizo una gran labor, los que no cobran apuntan el egoísmo del sindicato por elegir una fecha arbitraria para pagar el bendito bono. Mientras, un grupo grandes de ex jugadores pasa terribles penurias económicas y otros de larga y provechosa carrera en el extranjero reciben un bono que no necesitan ¿No se pudo hacer un catastro para entregar la ayuda a quienes realmente lo necesitaban?

c) Los disparos cruzados entre ambas listas que postular a la presidencia de la ANFP llevan a cotas de guerra sucia, destapándose viejos Whatsapp y turbiedades. Mientras los dos candidatos, Lorenzo Antillo y Pablo Milad, niegan su cercanía e influencia de Sergio Jadue, el hecho es que ellos o sus equipos de trabajo, estuvieron con el defenestrado y caricaturizado ex presidente de la ANFP hasta después de huido a Miami.

d) Relacionado con lo anterior: Sergio Jadue cometió varios delitos y transfirió dineros de los derechos de televisión del fútbol chileno directamente a una cuenta en el extranjero. Un pillastre. Pero era un personaje menor, sin vuelo, que vio plata arriba de la mesa y salió corriendo. Un don nadie ¿Cómo es posible que todavía sea un ente relevante en la ANFP, que siga maniobrando desde Miami mandando mensajes e influyendo en las futuras elecciones? Es Jadue no Napoleón exiliado en la isla de Elba.

e) La fecha de retorno del fútbol chileno, 31 de julio, no pasó de ser un número en un papel debido a la profundización y agravamiento de la pandemia de Covid-19. A esta altura nadie sabe cuándo se volverá a jugar y con las cuarentenas móviles la gran mayoría de los equipos apenas puede entrenar en casa. José Luis Navarrete dijo hace un tiempo que la actividad no aguanta seis meses detenida sin ir a la quiebra. Serán cinco por lo bajo. El asunto está llegando al límite.

f) La situación de la selección chilena es de incertidumbre total, no solo porque no juega desde antes del estallido social, sino que, además, su entrenador no sabe con quién hablar, no sabe si sigue o no, no sabe si es del gusto de alguno de los candidatos.

g) Misma cosa, y peor, para el fútbol de cadetes y el fútbol femenino. Sin actividad desde octubre pasado y con la temporada suspendida por completo, las inferiores y las mujeres volverán a jugar recién en marzo del 2021. Serán 18 meses de para total. Un hándicap que difícilmente se podrá atenuar a corto plazo.

Este sería un resumen superficial. Todos los estamentos en abierto conflicto, escasa visión de futuro y ninguna noción de unidad en el momento más complicado de la historia del fútbol chileno. Una bolsa de gatos, donde la única noticia buena fue que el CDF depositó los dineros de junio. Al final toda la actividad se ha reducido a eso: esperar el vale vista de los derechos de televisión. Increíble.

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