El observatorio de Fútbol CIES, con sede en Suiza, elaboró una lista con los diez jugadores más caros del momento (y de la historia casi). A la cabeza está Mbappé, con una tasación de 296 millones de dólares; segundo Sterling, con 294 millones, y tercero, muy lejos, pero también muy caro, y el mejor de los tres, Mohamed Salah, con 194 millones. De los diez, la gran mayoría son de la Premier, y solo uno, Lautaro Martínez proviene del fútbol sudamericano. Porque el otro de este continente, Messi, se formó en Barcelona desde niño. Es un jugador español, salvo el pasaporte, a toda regla.

Pero vamos al meollo del cuento. Y este es evidente: lo sobrevalorados que están los jugadores en la actualidad. Una verdadera locura inflacionaria, o burbuja, que no se detiene desde que el AC Milan rompió el mercado comprando al inflado Gianluigi Lentini por 18 millones de dólares en 1992. Fue tan escandaloso su pase, que hasta el Vaticano protestó. Se trataba de un delantero de buena zancada, tenía gambeta, ganaba línea de fondo y se movía por las dos puntas. Pero que la embocaba poco.Un choque violentísimo en su Porsche en la carretera Piacenza- Turín en 1993 lo dejó dos días en coma y le hirió de muerte la carrera como futbolista.

El Vaticano entonces podía reclamar por los derroches de la católica y dominante Serie A de Italia, pero hoy poco puede decir, ni ganas le quedan, de los números descomunales de la muy anglicana Premier League. Más allá de si estos jugadores son rentables con respecto a sus tasaciones y que las cosas valen lo que un tonto esté dispuesto a pagar, no parece un buen negocio desembolsar casi 300 millones de dólares por el correcto Sterling, tampoco por Mbappé por muy bueno que sea. En verdad, por nadie. No sé, veo al inconsistente Marcus Rashford valorado en 149 millones de dólares y no me parece que haya tantos interesados. Incluso un jugador tan desequilibrante como Salah parece clavado para siempre en el Liverpool si el precio es US$ 194 millones.

Es difícil desentrañar la contabilidad del fútbol actual y las razones de las alzas persistentes y empinadas. Los derechos de televisión y la venta de entradas o merchandising no alcanzan a cubrir los números. Hay mucho capital oscuro y demasiados inversionistas exóticos y dudosos sobre el ruedo. No es aventurado pensar en blanqueo de capitales. Como ocurre en México y su compra desaforada de cuanto jugador sudamericano más o menos presentable aparezca. En fin, efectos de la economía global.

El tema para nosotros es que, si los precios suben en las ligas europeas, por arrastre suben en todos lados. Y, en el último rincón del mundo, también suben en la liga chilena. No hay cómo competir, ni siquiera asomarse al mercado. Entonces a la hora de los refuerzos para los torneos internacionales hay que ser creativos. Los que significa traer jugadores libres que nadie quiere, con problemas disciplinarios, saliendo de graves lesiones, veteranos quemando aceite o que en la última temporada no la embocaron ni con viento a favor. Y lo mejor de todo es que con eso alcanza para ser figura en nuestro campeonato.

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