La columna de Guarello: Azerbaiyán

Universidad de Chile enfrentó a Coquimbo Unido en Valparaíso y el encuentro terminó 0-0.
Universidad de Chile enfrentó a Coquimbo Unido en Valparaíso y el encuentro terminó 0-0. Foto: Marco Muga/AgenciaUno

"Cierro con esa garantía que da Clark de que la U no desciende ¿Ya habló con los rivales directos que está tan seguro? ¿La bruja le tiró las cartas? ¿Basualto se lo firmó a Etcheverry en la apretada del ex asesor de Jadue a los árbitros? Yo ya no entiendo nada"



El miércoles, mientras Universidad de Chile era “local” ante Coquimbo Unido en un horario tan inapropiado como las tres y media de la tarde, desde distintos lugares, incluido el estadio Elías Figueroa, y en varios grupos de WhatsApp, iba comentando el partido. Como impone la plataforma, frases cortas, que no interrumpieran la atención sobre lo que ocurría en la cancha de Valparaíso.

Voy al archivo y busco, sin dar nombres porque, entre ellos, hay ex jugadores, entrenadores, comentaristas destacados… tiro algunas sobre la mesa: “No recuerdo un partido más malo”, “El peor partido de la era de Diego López”, “Es un partido vergonzoso para nuestro torneo”, “Había visto partidos malos y este de la U-Coquimbo”, “Todo muy pobre”… Lanzo la mía: “Primera B de Azerbaiyán”.

El ejercicio no es complejo ni novedoso: poner un extracto de media del partido, cambiarles la camiseta a los veintidós jugadores por otras menos cualquiera (listadas rojas y blancas para la U, verde pálido para Coquimbo) y que el partido se juegue en una canchita barrial, con tribunas de madera, sin galería tras los arcos, sólo árboles. Si alguien decía “Mira, están jugando el Moik contra el Energetik de la Birinci Dasta (el ascenso azerí)”, no parecería raro. Nadie acierta tres pases, balones rifados, cambios de frente que se van la línea lateral, pases en profundidad desmedidos, mucho roce en las divididas, manotazos en los balones aéreos, arqueros que no reciben un tiro directo, remates al arco diez metros sobre el travesaño, centros gualeteados sin intención. Punta para arriba. Dolían los ojos.

Cristóbal Campos ataja un balón sobre la hora para mantener su arco en cero.
Cristóbal Campos ataja un balón sobre la hora para mantener su arco en cero. Foto: Marco Muga/AgenciaUno

Fernando Díaz puede argumentar que, jugando de visita, con la baja de Joe Abrigo y la urgencia de sumar como sea, no se le puede reprochar demasiado el 4-4-2 en donde todos los volantes eran de corte (Galani, Carmona, Gatica y Cabrera). Cuando metió a Nicolás Gauna por Fabián Carmona, lo pudo ganar Coquimbo, pero tres buenas atajadas de Cristóbal Campos lo impidieron. Diego López, con el infaltable casete, la vieja confiable, quedó “conforme con el rendimiento del equipo”.

Lo echaron minutos después de esas declaraciones.

Dos días antes el presidente de Azul Azul, Michael Clark, se defendió como gato arrinconado en una entrevista no muy punzante. No veía reproche relevante alguno a su gestión al mando del club. El plantel estaba bien conformado, López tenía toda la confianza, garantizaba que la U no descendía, Huachipato no tiene trato preferente… En definitiva, un divorcio total con la realidad que hasta el más acrítico hincha azul puede ver. La semana anterior Rodrigo Goldberg, ex gerente deportivo de la U, había denunciado que a él le ofrecieron a Ignacio Tapia en 400 mil dólares y no lo aceptó. Meses después, con Tapia descendido en Huachipato, Clark y Rogerio pagaron el doble de ese precio por el 50% del pase. Ni en Azerbaiyán.

Cierro con esa garantía que da Clark de que la U no desciende ¿Ya habló con los rivales directos que está tan seguro? ¿La bruja le tiró las cartas? ¿Basualto se lo firmó a Etcheverry en la apretada del ex asesor de Jadue a los árbitros? Yo ya no entiendo nada.

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