Solo un partido perdió la selección en la Copa del Mundo de Rugby Seven, que se cerró este domingo en San Francisco: en el debut, el equipo dirigido por Edmundo Olfos perdió 12-17 ante Irlanda y, con eso, condicionó su participación en el torneo a alcanzar, como meta máxima, el 17° lugar o el Bowl, trofeo en el que participan los ocho perdedores de la ronda inicial.

Lo importante es que, independientemente de ese estrecho traspié (que, la tarde del viernes, se concretó ya con tiempo cumplido), el combinado nacional se recuperó física y anímicamente: venció sus tres siguientes partidos con relativa comodidad, proceso que concluyó con el triunfo por 20-7 sobre Hong Kong.

La jornada, en todo caso, partió con la victoria sobre Uganda por un estrecho 20-17, donde los Cóndores tuvieron que esforzarse para superar el poderío físico de los africanos. Los tries nacionales fueron anotados por Rodrigo Fernández (1'), Marcelo Torrealba (3'), Benjamín de Vidts (4') y Felipe Brangier (12'). El resultado pudo haber sido, obviamente, algo más cómodo de no haber mediado tanta imprecisión en las patadas a los palos.

En el partido por el Bowl, el asunto pareció casi resuelto en el primer período; más allá del marcador, el cuadro capitaneado por Felipe Brangier mostró un nivel de juego muy superior al de la excolonia británica en China. El 15-0 fue coherente con el escaso riesgo que enfrentó el equipo chileno, pues Hong Kong rara vez entró a la zona de 22.

Luego, con ambas escuadras algo más agotadas, el asunto se limitó a intercambiar una visita al in-goal y no mucho más. Los Cóndores, por cierto, mostraron una actitud inteligente en la parte final del partido, apostando por la conservación para anular toda posibilidad de reacción de los rivales. En la lucha por la corona, los tries fueron Pedro Verschae (2' y 5'), De Vidts (6') y Francisco Metuaze (13').